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Los Grammy Latinos se rinden al fenómeno Rosalía

La industria premia 'El mal querer' como disco del año y 'Con altura' como canción urbana. Alejandro Sanz gana la canción del año en una gala en la que actuaron los reguetoneros Ozuna y Bad Bunny

Rosalía sujeta sus tres Grammy Latinos. En vídeo, la artista interpreta 'A Palé' y 'Con Altura' en la gala de los Grammy Latinos.Foto: atlas | Vídeo: BRIDGET BENNETT (AFP) / ATLAS
Pablo Ximénez de Sandoval

El mal querer, de Rosalía, es el disco del año de la música latina. Es también el mejor disco pop. La colaboración de Rosalía con el reguetonero J Balvin, Con altura, es la mejor canción del año de música urbana. Rosalía emergió este jueves como la triunfadora de los Grammy Latinos de 2019, celebrados en Las Vegas. La industria de la música latina celebró además este jueves el pop de Alejandro Sanz, el rock de Andrés Calamaro, Puerto Rico, la carrera de Juanes, el legado de Vicente Fernández y la explosión de Bad Bunny en unos premios Grammy Latinos que reflejaron lo difícil que es en 2019 definir qué es música latina.

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“Esto es lo último que me esperaba, os lo juro por Dios”, dijo Rosalía en el escenario. Dio las gracias a Pablo Díaz-Reixa, El guincho, que produjo el disco con ella en una habitación con dos ordenadores y un micrófono. La obra de ambos ha tenido un recorrido asombroso desde que se lanzó el año pasado. El mismo recorrido de Rosalía desde los teatros de flamenco hasta las radiofórmulas de Estados Unidos. La industria de la música latina no solo premió la absoluta novedad de El mal querer, sino que también la recompensó por su incursión instantánea en la música urbana, lo que hace quizá más rotundo el triunfo. Irónicamente, este año los Grammy Latinos habían cancelado la categoría de flamenco.

La canción de Alejandro Sanz y Camila Cabello Mi persona favorita ganó el premio a la mejor grabación del año, un premio al producto musical completo. El hit bailable Calma, de Pedro Capó, ganaba el grammy a la canción del año. Con el criterio estricto de los números, los triunfadores de la noche fueron Alejandro Sanz y Rosalía con tres premios. Pero hubo triunfadores en todos los géneros: Kany García, Andrés Calamaro, Tony Succar, Juan Luis Guerra y Pedro Capó se fueron con dos grammys cada uno. "Es increíble lo que se ha visto sobre el escenario esta noche", resumió Alejandro Sanz. "Sin diversidad no hay música latina".

El comentario tenía su contexto. La explosión del reguetón y el ritmo urbano en los últimos tres años va poniendo cada vez más presión sobre la Academia de la Música Latina. Ha pasado en otros ámbitos. El reguetón no solo se está convirtiendo en un estándar nuevo de la música latina, sino que es justamente el género que está permitiendo a los artistas latinos penetrar el mercado mainstream de Estados Unidos como ningún otro antes. Esa conexión está convirtiendo en megaestrellas a cantantes como Bad Bunny, J Balvin u Ozuna.

Esa tensión terminó de hacerse evidente el año pasado, cuando J Balvin y Rosalía aspiraban a premios que se acabaron llevando un disco de cantautor y otro melódico. Este año, con la estatura de los artistas urbanos más alta aún, la Academia ha sido duramente criticada porque la música urbana no estaba apenas representada en las nominaciones generales. Mientras, la misma Academia reconoce el tirón de estos artistas al poner dos de los premios de esa categoría dentro de la retransmisión televisiva y actuaciones en el show de Ozuna, Bad Bunny y la versión más reguetonera de Rosalía. El premio a la mejor canción urbana era el penúltimo de la gala. La gala no se cerró con un premio, sino con Bad Bunny cantando Callaíta. Los Grammy Latinos dejaban muy claro lo que querían vender, no tanto lo que querían premiar.

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En este contexto, le tocó al puertorriqueño Bad Bunny ser el portavoz de esta protesta en el escenario de los Grammy Latinos. Ganó el premio al mejor álbum de música urbana por X 100PRE. Subió al escenario con un vaso en la mano, en plan leyenda. Luego reveló que era té con miel y limón, “un mejunje cabrón”, porque está malo de la garganta. La megaestrella dijo que no había estado tan nervioso en su vida, dio las gracias y avisó: “A toda la gente que pertenece a la Academia, con todo respeto, el reguetón es parte de la cultura latina”.

Bad Bunny actúa en los Grammy Latinos, este jueves en Las Vegas.
Bad Bunny actúa en los Grammy Latinos, este jueves en Las Vegas.STEVE MARCUS (REUTERS)

“A mucha gente le cuesta aceptar que este es un género establecido y, quieran o no, es cultura latina”, dijo Bad Bunny después en la sala de prensa. Pero tuvo un recado también para el mundo de la música urbana. La máxima estrella del reguetón este año opina que “el género se ha vuelto un poco monótono” y que “algunas personas han perdido la pasión”. “Se está perdiendo la esencia, sentir la personalidad, el corazón, la esencia del barrio y lo urbano”. La competencia es ahora por los números, opina. “Se ha perdido la competencia por ver quién le mete más”.

El codiciado premio al mejor nuevo artista, un lanzador de carreras, fue para la venezolana Nella Rojas, que se está dando a conocer con un disco casi artesanal. Dio las gracias a Venezuela y a su productor, el español Javier Limón. Su carrera ha sido impulsada por Alejandro Sanz, que la trajo a esta ceremonia por primera vez en 2013. Nella es una de los nuevos artistas de Venezuela que ya han crecido musicalmente fuera de su país. Ante la prensa, dijo tener “esperanza desde hace mucho” de que “algo pase” para enderezar su país.

Hace 18 años, este premio fue para Juanes. Este año, Juanes venía a ser el padrino de la ceremonia al haber sido nombrado Persona del Año como homenaje a toda su carrera. El colombiano subió al escenario con Alessia Cara y Sebastián Yatra a repasar éxitos como A Dios le pido y Camisa negra. Al entregarle el premio homenaje, salió al escenario Lars Ulrich, de Metallica, el grupo que obsesionaba a Juanes de joven y su verdadera pasión como fan. “Me proclamo fan de Juanes”, dijo Ulrich, con el colombiano genuinamente emocionado a su lado.

En el capítulo de actuaciones musicales, quizá la más poderosa de la noche fue la de tres ídolos puertorriqueños, de tres generaciones y géneros distintos, y a su manera representantes de un momento de la historia de estos premios. Salieron juntos al escenario Residente, el artista más premiado en dos décadas de Grammy Latinos; el reguetonero que domina el streaming, Bad Bunny; y Ricky Martin, un icono de la música latina y cuyo éxito en 1999 se considera el verdadero inicio de la explosión de lo latino en Estados Unidos. Cantaron Cántalo. El pasado julio, los tres se sumaron a las protestas en la calle que acabaron con la dimisión del gobernador de Puerto Rico.

La otra gran actuación que la 20ª edición de los Grammy Latinos dejó para YouTube fue la reunión en el escenario de tres generaciones del último icono vivo de los grandes cantantes de ranchera mexicanos. Vicente Fernández, oficialmente retirado, canto junto a su hijo Alejandro y su nieto Álex. Nadie podía aspirar a una ovación igual. El pabellón de deportes escuchó de pie y en silencio a Fernández interpretar Derrota. Actuaron Ozuna, Bad Bunny, Rosalía, Alejandro Sanz, Alicia Keys, Miguel y Farruko. Pero el momento musical de la noche fueron los tres Fernández cantando Volver, volver. La élite de la música latina de 2019 pedía, puesta en pie, otra ranchera.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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