Vargas Llosa: “Sin el golpe de la CIA en Guatemala, Fidel no se habría radicalizado”
'Tiempos recios', la nueva novela de Mario Vargas Llosa, se lanza este miércoles en 20 países hispanohablantes
Si Conversación en La Catedral, la tercera novela de Mario Vargas Llosa, publicada hace ya medio siglo, arrancaba con la pregunta de “cuándo se había jodido el Perú”, su nuevo libro, Tiempos recios, podría ser la respuesta a cuándo se torció el continente americano. Una nube de fotógrafos y cámaras recibió ayer al escritor en el anfiteatro de la Casa de América, en Madrid, poco antes del mediodía. Acompañado de la directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes, el premio Nobel hispanoperuano presentó ante un centenar de periodistas su nueva novela, que ayer se lanzó en 20 países hispanohablantes con una tirada inicial de 180.000 ejemplares. “El continente latinoamericano es el gran protagonista tácito de esta novela”, arrancó Reyes.
Para contestar a la pregunta sobre cuándo desencarriló la política en Latinoamérica, Tiempos recios toma el derrocamiento en Guatemala del Gobierno de Jacobo Árbenz, en junio de 1954, como el punto de inflexión que marcó su destino. Aquel golpe militar, encabezado por el coronel Carlos Castillo Armas y orquestado por la CIA, que acusaba falsamente a Árbenz de ser comunista, truncó la modernización del país centroamericano y reverberó por toda América Latina. “Aquello tuvo un efecto enorme y llevó a muchos jóvenes a descreer en la democracia; abrió un periodo de matanzas y terrorismo”, reflexionó el novelista, de 83 años, que recordó cómo en aquel momento él salió, como muchos otros universitarios en Lima, a las calles a protestar. “Eran los tiempos de la Guerra Fría, la CIA había tenido mucho éxito en Irán. Mi impresión es que la historia sería otra si Estados Unidos no hubiera derrocado a Árbenz. Fidel Castro no se hubiera radicalizado, su primer programa estaba más cerca de la socialdemocracia”.
Como el buen narrador que es, Vargas Llosa quiso reconstruir la historia de su decimonovena novela e inocular en su auditorio el misterioso proceso creativo. Contó que en una multitudinaria cena en Santo Domingo hace tres años (“una de esas cenas a las que no hay que asistir”), escuchó una voz que le decía que tenía una historia para que él la escribiera. Aunque normalmente esto suele causar el efecto contrario en el autor (“basta que me digan eso para que no lo haga; las historias surgen solas y no porque te empuja alguien en una dirección”), esta vez el relato enlazaba con Rafael Leónidas Trujillo, el dictador dominicano en cuyo feroz régimen había situado una de sus grandes novelas, La fiesta del Chivo.
La historia que esa noche le contó el periodista, poeta y escritor Tony Raful, un amigo a quien hacía tiempo que no veía, tenía que ver con el asesinato de Castillo Armas, el coronel golpista guatemalteco que se alzó contra Árbenz y murió tres años después. Su asesinato es “uno de los secretos de la historia de Latinoamérica que nunca se resolverá”, afirmó el escritor.
Sobre el ominoso papel de la CIA en el golpe contra Árbenz caben pocas dudas y se ha escrito bastante —Fruta amarga. La CIA en Guatemala, de Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer, desveló la truculenta historia y los vínculos de la agencia estadounidense con la poderosa United Fruit Company, implantada en Centroamérica—, pero el asesinato de Castillo de Armas sigue entre brumas, y no está claro quién formó parte de la conspiración. “Se dice de todo, entre otras cosas que Trujillo lo mandó matar”, explicó Vargas Llosa, y es este supuesto sobre el que ha construido una de las tramas de su novela. Reaparece así en esta intriga uno de los personajes de La fiesta del Chivo, Johnny Abbes García, el matón de Trujillo que —esto sí está probado— abandonó Guatemala en un avión con Marta Borrero Parra, conocida como Miss Guatemala, amante del coronel asesinado. “La novela y la historia tienen una relación muy próxima. En los hechos donde existe controversia he usado la imaginación. Hay personajes históricos con añadidos ficticios”, aclaró. “Investigo para mentir con conocimiento de causa”.
Preguntado por los acontecimientos políticos que han sacudido estas semanas Perú, Vargas Llosa dejó claro, por un lado, su apoyo a la decisión de cerrar el Congreso, y por otro, la distancia que mantiene entre sus artículos sobre política y su labor como novelista. “En Perú, el Gobierno ha actuado dentro de la legalidad y espero que en las próximas elecciones voten mejor”, zanjó.
Y volviendo a la pregunta de Conversación en La Catedral y al eco que suena en Tiempos recios, ¿cuándo se había jodido América Latina? “Un país no se jode en un día. Ha sido un largo proceso en el que se han perdido muchas oportunidades. El sueño de Bolívar fracasó, los dictadorzuelos se quedaron y la responsabilidad nuestra es gigantesca”, afirmó. “Mi novela muestra la América Latina del horror, de la barbarie y la violencia; un mundo muy atractivo para la ficción, pero no en la vida real. Vale la pena estudiar y reivindicar la figura de Jacobo Árbenz. Su caída llevó a muchos, yo incluido, a pensar que la democracia no era posible y había que buscar el paraíso comunista. Ahora salimos de aquello”.
El Nobel presentará la novela ante el público en Madrid el 28 de octubre y en la Feria del Libro de Guadalajara (México) el 1 de diciembre, dos días antes de hacerlo en Guatemala.
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