_
_
_
_

“José José era el ruiseñor del romance”

Clavería, el barrio en el que creció el cantante, homenajea al mito de la música mexicana cantando sus canciones a coro

La estatua de José José, en el barrio Clavería, en Ciudad de México, durante el homenaje. En vídeo, obituario del cantante.Vídeo: José Méndez (efe) / epv
Diego Mancera

Para Miriam Soberón escuchar las canciones de José José es una forma de purificación. Una purga de sentimientos con canciones de desamor. Este sábado por la tarde, apenas unas horas después del fallecimiento del artista, esta mujer de 54 años, tez pálida y cabello rojizo observaba a lo lejos la estatua del cantante mexicano, fallecido unas horas. Tenía 71 años y mucho arte, todavía, en sus venas. Pero un cáncer de páncreas ha arrebatado a México a uno de sus mitos. "La canción de Almohada me recuerda a mi divorcio, hace 23 años", cuenta Soberón mientras sigue la canción con la cabeza.

El Príncipe de la canción, como era apodado en México, murió en un hospital al sur de Florida (Estados Unidos), a más de 3.500 kilómetros de Clavería, el barrio de Ciudad de México que le vio crecer. Allí, la figura de fibra de vidrio que en varias ocasiones han intentado robar, sigue presidiendo el pequeño parque de La China, a un paso de la que fue su casa, en el número 32 de la calle Tebas. El lugar se ha convertido este sábado en un una suerte de lugar de peregrinación de sus incondicionales: más de 300 personas entregaban coronas de flores y, a cambio, tomaban un par de selfis. También reabrían viejas llagas amorosas. "José José es un icono de la canción mexicana. Un fenómeno por ese timbre de voz, muy pulcra", narra la mujer. Con los años, aquella voz privilegiada fue apagándose, en buena medida, por las inyecciones de cortisona con las que trataba de paliar sus tendencias depresivas. 

Más información
Muere José José, el ‘Príncipe de la canción’
Diez temas del artista mexicano para el recuerdo
'El triste': el momento que lanzó a la fama a José José en 1970
José José, una vida en imágenes

En poco más de tres años, el país norteamericano ha perdido a dos de sus grandes referentes de la canción. La muerte fulminante de Juan Gabriel en agosto de 2016 sacó de sus casas a miles de chilangos que, entre mezcal y tequila, lloraban su muerte en la plaza de Garibaldi, la principal zona de mariachis en Ciudad de México. Con José José, la tristeza se trasladó a Clavería: no había otro sitio que mostrara más su esencia que su propio barrio, al mismo al que regresó hace cuatro años para firmar autógrafos. "Se veía desmejorado, pero siempre fue muy amable con nosotros", aclara Soberón.

Frente a la escultura se reunía este sábado un grupo de cantantes que aprovechaba para homenajear a José Rómulo Sosa Ortiz, el verdadero nombre del artista, de la mejor forma posible: con su legado musical. "Si me dejas ahora, no seré capaz de sobrevivir", cantaba Norma Juárez, de 58 años, mientras trataba de grabar la melodía con su celular. "¡Era el ruiseñor del romance!", dice sin apartar las manos del aparato. En Clavería, José José escuchaba —a escondidas de su padre, que le exigía escuchar ópera y no música popular, según escribió en su autobiografía Esta es mi vida (2008)— las canciones de José Alfredo Jiménez, otro de los más grandes de la banda sonora al sur del río Bravo.

José José tiene un lugar reservado en el guion de las fiestas mexicanas: casi en el ocaso, cuando los bares están a punto de echar el cierre, aparece su prodigiosa voz aterciopelada. "Cuando vamos a ponernos triste nos decimos: 'hay que tomar como José, José'. Un vaso de Bacardí [ron]...", cuenta Ildelfonso López, de 46 años y bigote desaliñado. "Me he puesto borracho un chingo de veces escuchándolo, sobre todo con la de El triste, con la que agarramos la fiesta", agrega el joven Enrique Zavala. "De pequeño escuchaba sus canciones, pero fue cuando empecé a crecer que les tomé sentido. ¡El desamor!", completa Daniel Arrellano mientras voltea a ver de soslayo a su novia, Diana. 

La voz y las letras de José José marcaron al México de los setenta, pero cruzan de manera transversal a las generaciones en México: abuelos, hijos y nietos han vibrado, indistantamente, con el Príncipe de la canción. La oleada de ofrendas hacia el artista de Clavería, el de la melancolía, apenas comienza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_