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El Senado aparca la disputa partidista y conmemora a las víctimas del Holocausto

Todos los grupos políticos asisten al acto de conmemoración por los 80 años de la liberación de Auschwitz y defienden la labor de memoria democrática

Día de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad
Minuto de silencio por las víctimas durante el acto de conmemoración del Día de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, organizado por la Federación de Comunidades Judías de España y el Centro Sefarad-Israel, este lunes en el Senado en Madrid.SERGIO PEREZ (EFE)
Sebastián Forero

El recuerdo del horror ha servido para que una tregua se instale en el Senado, aunque haya sido durante poco más de una hora. Es lo que ha durado el acto de recuerdo de este lunes a las víctimas del Holocausto, el día en que se cumplían 80 años de la liberación de Auschwitz, el mayor complejo de campos de exterminio nazi. El presidente de la Cámara alta, Pedro Rollán, del Partido Popular, encabezó el acto, en el que estuvo a su lado en representación del Gobierno el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, y al que acudieron todos los grupos políticos con escaños en el Senado. La labor de memoria la defendieron todos los que intervinieron, representantes de las comunidades judías, del pueblo gitano, del Gobierno y del PP, con una tribuna abarrotada de estudiantes de colegios y universidades. “Lo que sucedió a principios de la década de 1940 en Europa no debe ni puede ser olvidado, debemos recordar lo que ocurrió para así combatir lo que hoy lamentablemente aún acontece”, defendió Rollán.

David Obadía, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, resaltó que mientras sucedía el Holocausto, en el que fueron asesinados al menos seis millones de judíos, muchos miraron para otro lado. “Los nazis difundieron su propaganda antisemita y la mayoría silenciosa no hizo nada; es decir, permitió el desastre. Del Holocausto aprendimos que la indiferencia se convierte en colaboradora necesaria para el mal”.

A renglón seguido, Obadía denunció el recrudecimiento del antisemitismo en España durante el año pasado —año en que la incursión militar de Israel en Gaza se consolidó y dejó más de 40.000 muertos en la Franja—. “Esos viejos fantasmas han aparecido de nuevo: 2024 ha sido el año más duro en cuanto a antisemitismo se refiere; en España los judíos hemos vivido situaciones que jamás pensábamos que viviríamos: nuestros hijos insultados y acosados en colegios y universidades, muchas casas, comunidades, cementerios y templos vandalizados con pintadas; nuestros comercios señalados llamando al boicot, nuestros colegios y oratorios protegidos por fuerzas policiales por las amenazas que hemos recibido”. Y enfatizó: “La lucha contra el antisemitismo ya no es una advertencia, es una emergencia”. Desde allí, pidió que el alto el fuego entre Israel y Palestina “sea largo y duradero”, que los rehenes que siguen secuestrados vuelvan a sus hogares pronto “y que no mueran más inocentes”.

El testimonio del superviviente Albert Barbouth estremeció a la sala. Nacido en París en 1933, de padres turcos, tenía nueve años cuando empezó a sentir el rigor de las leyes nazis contra los judíos, en lo que entonces era territorio ocupado. Los primeros decretos: los judíos no podían ejercer como doctores, ni profesores, ni abogados. Más adelante, sólo podían abordar el último vagón del metro de París. No podían ir al cine, al teatro. Después todo judío mayor de seis años debía portar en su ropa una estrella amarilla, con la que los marcaban. Albert pensaba que era una decoración. Pero después de llevar esa marca nada volvió a ser como antes. “En la escuela no tuve más amigos, no querían jugar conmigo; después no volví a clases”, contaba en español y de vez en cuando en francés. Empezaron a llamarlo “sucio judío”.

Él y uno de sus hermanos fueron separados de su madre y el otro hermano para tratar de protegerlos, y fueron escondidos en una granja con una familia cristiana. Dos años después, en 1944, fueron encontrados y llevados junto a su familia a un campo de concentración en territorio francés. Las ocho décadas que han pasado desde entonces no le han borrado de la memoria una imagen que le quedó estampada en ese campo de concentración: la de una niña de unos seis años con el rostro lleno de sangre que lloraba en medio del espacio. “Pueda ser que hablando de ella la hago un poco vivir”. Por su origen turco, él y su familia fueron repatriados a Turquía a bordo de un tren. Eso fue lo único que los salvó de que los hubieran subido a otro tren, rumbo a los campos de exterminio.

Carmen Santiago, vicepresidenta del Consejo Estatal del Pueblo Gitano, enfatizó en que esa comunidad también se llevó buena parte de las víctimas —se estima que 500.000 gitanos fueron asesinados durante el Holocausto— en lo que este pueblo denomina el porraimos, la devastación de los nazis contra esa etnia. “Muchos hombres, mujeres y niños gitanos fueron despojados de su dignidad, de sus hogares, fueron víctimas de estigmatización, de segregación y de exterminio”, dijo. Ha recordado que en el campo de Auschwitz existió un sector específico para los gitanos, quienes eran marcados con un triángulo marrón como “seres asociales”. El 2 de agosto de 1944, en una sola noche, más de 4.300 gitanos fueron gaseados en ese campo.

“Podemos pensar que hechos como estos no se van a repetir; pero el pasado podría volver si no estamos atentos; en nuestro país, en Europa, hay negacionistas, personas que admiran a Hitler; quienes niegan el Holocausto no solamente están atacando la memoria de las víctimas, están preparando el terreno para futuras injusticias”, ha reclamado. “Cada acto de memoria como este es un acto de resistencia”, ha defendido.

Ese deber de memoria lo resaltó a su turno Fernando Martínez, secretario de Estado de Memoria Democrática, quien explicó que en la conmemoración de los 50 años de libertad y democracia que este año impulsa el Gobierno también estará presente el 80º aniversario de la liberación de los campos de exterminio nazis. “Solo la memoria, la de las víctimas, es el dique de contención para evitar que se repita una barbarie de tal magnitud”. Recordó a los cerca de 500.000 españoles republicanos exiliados después del final de la guerra en España, que “en su mayoría siguieron enfrentándose al fascismo en los campos de Europa”. Y agregó: “Su compromiso con la libertad y su lucha contra el fascismo es lo que nos hace formar parte ineludible del proceso de construcción de la memoria democrática europea”.

En su intervención retomó la idea con la que el Gobierno ha defendido en las últimas semanas los actos de homenaje a los 50 años de la llegada de la democracia y la muerte de Franco: “La educación, la pedagogía, las políticas públicas de memoria son esenciales para que los más jóvenes, que han nacido y crecido en democracia, no caigan en las redes de los discursos de odio y la tergiversación histórica y política de los herederos del terror y de los ingenieros del caos”. Destacó que la Ley de Memoria Democrática recoge “el compromiso del Gobierno de España de incluir en el sistema educativo la difusión y divulgación del exilio, la resistencia, el Holocausto y la deportación a los campos de concentración nazis, así como la conquista de las libertades democráticas”.

El superviviente Albert Barbouth (i), y Clara y David, dos alumnos del Centro Ibn Gabirol - Colegio Estrella Toledano, encienden una de las velas durante el acto de conmemoración del Día de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, organizado por la Federación de Comunidades Judías de España y el Centro Sefarad-Israel, este lunes en el Senado en Madrid.
El superviviente Albert Barbouth (i), y Clara y David, dos alumnos del Centro Ibn Gabirol - Colegio Estrella Toledano, encienden una de las velas durante el acto de conmemoración del Día de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, organizado por la Federación de Comunidades Judías de España y el Centro Sefarad-Israel, este lunes en el Senado en Madrid.SERGIO PEREZ (EFE)

En el acto los asistentes encendieron seis velas: por los seis millones de judíos asesinados, por otros colectivos víctimas de la barbarie —republicanos españoles, gitanos, personas con discapacidad, homosexuales...—, por los “Justos entre las Naciones”, por los supervivientes, por la preservación de la memoria de las víctimas y por “la convivencia fraternal y la tolerancia”. Esa última la encendieron juntos Pedro Rollán (PP) y Susana Díaz (PSOE). “Este acto también nos permite actualizar, renovar nuestro compromiso contra lo que ocurrió hace 80 años y contra la permanente amenaza del mal. Porque rebelarse para defender los principios democráticos y libertades, los derechos humanos, los derechos universales es una de las loables aspiraciones que debe estar presente siempre en el ser humano”, dijo Rollán en el cierre del homenaje. En los actos que conmemorarán la llegada de la democracia a España durante este 2024, esta vez organizados por el Gobierno, su partido no estará presente. La tregua no va hasta allá.

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Sobre la firma

Sebastián Forero
Redactor en la sección Nacional de EL PAÍS. En Colombia, cubrió el conflicto armado, paz, derechos humanos, tierras y política de drogas en 'El Espectador'. Periodista y politólogo de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Actualmente cursa el máster de periodismo UAM - EL PAÍS.
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