Boda y castigo
Para entender de matrimonios no hace falta casarse, basta ser hija de uno
Jueves 8 de agosto. Comemos cerca del Náutico de Sanxenxo porque allí, según Elisardo Bastiaga (99 followers, ha convencido a un excompañero de instituto de que lo siga), es una buena zona para instagramear. Bastiaga tiene una aplicación en su móvil de los sitios más cursis en los que hacerse selfis, como si hacerse selfis fuera el nuevo cruising, que vete tú a saber.
En la mesa que tenemos a la espalda (Bastiaga y yo nos ponemos en el mismo lado para mirar el mar, como esos matrimonios maduros que tanto se ven en Sanxenxo y Baiona, yo hasta llevo el jersey azul pálido anudado al hombro) escuchamos una conversación.
-Fíjate en el chico guapo ese de mi derecha -dice una voz femenina.
-No es guapo -dice él.
-Tú sí que no eres guapo, que llevo tres años callada y no sabía ya como decírtelo, me está saliendo un tumor en el estómago de tenerlo ahí callado.
Nos giramos sorprendidos y nos encontramos a Marta La Fiesss rompiendo su relación sentimental en directo. Marta La Fiesss, noticia hace días por haber encubierto al Maroto de Psicosis en Sotosalbos para intentar llevarse a medio pueblo por delante, termina con nosotros tomando una tila (“es que era feo a monte”).
-Echo de menos a los hombres cuando no los conocía -dice.
Suena el teléfono de Elisardo Bastiaga, que se levanta con ese gesto tan legendario de tapar el auricular y susurra: “Es Iván Redondo”. La Fiesss se queda hablando conmigo de los amores de verano. Ella es de Cangas do Morrazo y cuando se fue a estudiar a Vigo, con 16 años, contaba en Vigo que tenía muchos novios en Cangas, y en Cangas que tenía muchos novios en Vigo. Yo le digo que a esa edad hacía lo mismo, pero entre Pontevedra y Sanxenxo, cuando en realidad no conocía a absolutamente nadie. “Por supuesto, maduré”, aclaró como si hubiese que aclararlo: “Ahora lo hago entre Galicia y Madrid, es más ambicioso”.
¿Dónde están esos amores de verano? Intento recordarlo. Uno recuerda los amores reales, los platónicos y los que no; se los cruza cada agosto, paseando con sus hijos y sus mujeres o maridos, enmarcados en uno de esos retratos de salón que nunca cogen polvo porque el polvo ya son ellos, cenizas de una hoguera mal apagada que nadie retira de la casa por no ponerse a levantar leña húmeda.
La Fiesss dice que la mitad de los matrimonios no se divorcia por pereza y la otra se divorcia por exactamente lo mismo. La Fiesss dice que para entender de matrimonios no hace falta casarse, basta ser hija de uno.
La Fiesss es una filósofa. Durante el camino a Galicia desde Sotosalbos nos contó que una mañana la despertó en Sanxenxo el ruido de unos helicópteros en un piso que no conocía: la buscaban a ella porque sus amigas, más borrachas aún, juraban haberla visto metiéndose en el mar. Ese día, cuando apareció con las ropas oliendo a Dyc, sus padres le dejaron de pagar la universidad y La Fiesss se pagó los estudios en Valencia trabajando en los bares.
-El secreto para sobrevivir en un bar es no beber, para ganar dinero con la droga es no consumir, y para estar casado, no querer.
-Ojalá robarle el corazón a una chica como tú.
-Puedes quedártelo -se puso a liar un pitillo-. No lo necesito para nada.
Babelia
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