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Crítica | Al agua, gambas
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Campeones del colectivo LGTBI

Festiva a pesar del toque dramático, esta comedia es cine popular bien construido y técnicamente solvente

Javier Ocaña
Imagen de 'Al agua, gambas'.
Imagen de 'Al agua, gambas'.

Ya sea por influencia de Campeones, que tuvo cierto recorrido en Francia, o por simple casualidad, el punto de partida, el conflicto inicial, la estructura y el inevitable trayecto redentor del protagonista de Al agua, gambas son calcados a los de la película de Javier Fesser: a causa de un desliz de corte social y moral, un deportista de élite (allí, un entrenador de baloncesto; aquí, un nadador) es castigado con tener que preparar a un equipo del grupo al que ha vilipendiado. En este caso, tras unas declaraciones homófobas a un periodista, dirigir a un conjunto de waterpolo que aspira a representar a Francia en los Olimpic Gays (o Gay Games).

AL AGUA, GAMBAS

Dirección: Maxime Govare, Cèdric Le Gallo.

Intérpretes: Nicolas Gob, Michaël Abiteboul, Alban Lenoir, Romain Lancri.

Género: comedia. Francia, 2019.

Duración: 100 minutos.

Si sustituimos al grupo de personas con discapacidad por el colectivo LGTBI, incluso el tono de ambas películas es semejante, lejos de la cursilería, con cierto atrevimiento en el lenguaje y aspiraciones de película popular. Eso sí, con un cambio en esta producción francesa dirigida por Maxime Govare y Cèdric Le Gallo: mayores dosis melodramáticas, e introducción del género más característico en el imaginario de los gustos de los gais: el musical, con hasta cuatro canciones coreografiadas.

Festiva a pesar del toque dramático (uno de los integrantes del equipo tiene un cáncer terminal), y con los forzosos guiños para el colectivo (Ryan Gosling, Céline Dion…), Al agua, gambas es cine popular bien construido y técnicamente solvente. Y aunque (casi) todo se vea venir, añade dos elementos que quizá sean de lo más interesante de la función. Primero, que haya diversidad inicial dentro del equipo, también con raspones morales y cierta intolerancia de alguno de los homosexuales hacia el transexual del grupo. Y segundo, la tradicional presencia de chistes e insultos homófobos dentro del propio colectivo. Pero, como dice con sabiduría y comicidad uno de los personajes: “Son los privilegios de un grupo históricamente marginado”.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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