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Tintín aprende castúo y aranés

Las aventuras del reportero belga, que cumple 90 años, se traducen a distintas variantes que se hablan en España, algunas de ellas en desuso

Reproducción de la portada de 'Las joyas de la Castafiore' en su versión en castúo.
Reproducción de la portada de 'Las joyas de la Castafiore' en su versión en castúo.

En 1929 el historietista belga Hergé creó a Tintín. A lo largo de sus noventa años de vida, las aventuras de este reportero han sido traducidas a más de un centenar de lenguas. Entre ellas, el persa, el malayo, el latín o el esperanto. Desde hace unas semanas también podrá leerse en variantes como el aranés, el castúo, el aragonés y el valenciano.

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La iniciativa parte de la editorial Zephyrum que, en colaboración con Trilita ediciones, ha publicado Las joyas de la Castafiore en esas lenguas, además de en gallego y euskera que, aunque ya contaban con traducciones realizadas hace unos años, ahora han sido revisadas y actualizadas.

“Aunque estos proyectos resultan inusuales para el público español, son habituales en países como Bélgica o Francia en los que existen traducciones al flamenco, al valón o al corso”, explica Javier Reyes de Zephyrum, uno de los responsables del proyecto junto a Ana Zendrera.

Desde esta editorial han querido repetir la fórmula en España para “poner en valor la diversidad lingüística y cultural del país” y, con el tiempo, que “vean la luz los 24 álbumes de la colección en estas lenguas, a las que pensamos añadir, por ejemplo, el bable y el mallorquín”.

El aranés es una variante del occitano. Se habla en el Val d’Aran, al norte de Cataluña, y tiene rango de lengua oficial en esa comunidad autónoma junto con el catalán y el castellano.

“El Val d’Aran no supera los 10.000 habitantes y la traducción de obras al aranés es poco atractiva comercialmente. Sin embargo, el nivel de edición de textos en aranés es elevado en proporción al número de lectores”, explica el traductor Josep Castet, que recuerda que el pasado día de Sant Jordi se presentaron cuatro publicaciones en aranés, entre ellas, su versión de Es Jòies dera Castafiore. “Todas eran ediciones de iniciativa privada aunque, regularmente, la Academia aranesa de la lengua publica textos normativos y ediciones de clásicos como Guerra e patz de Tolstoi, Eth Latzèret de Tormes, Es Frairs Karamazov de Dostoievski o Eth Buscon de Quevedo”.

Para su traducción, Castet partió de la edición francesa de Casterman de 1963 y siguió las recomendaciones del Institut d’Estudis Aranesi, al tiempo que adaptó onomatopeyas y expresiones a la realidad del lugar. “Los inspectores Dupond y Dupont, por ejemplo, aparecen en la versión aranesa como Bertranet y Bertranon, que son los oicónimos de dos casas que existen en la zona. Otra adaptación es el brindis por los novios Haddock y Castafiore que, en lugar de con champán, se hace con aigua de nòdes, un licor muy popular en el Val d’Aran”.

A diferencia de Castet, José Sánchez del Viejo no pudo contar con la Academia de castúo para realizar su traducción a esa lengua, sencillamente, porque no existe dicha institución. El castúo no es más que una variedad del español que se emplea en Extremadura, sobre todo en el norte, y que, hoy en día, está en desuso.

Muy rural y cosa ya de ancianos, se trata de una especie de castellano antiguo con algunas palabras curiosas. No existen diccionarios o gramáticas de castúo unificados. Hay ejemplos en la literatura del guareñés Luis Chamizo o los poemas del salmantino José María Gabriel y Galán, por citar dos casos. Y hace años, algunos libros, como El Principito se tradujeron, si ese verbo puede emplearse en este caso.

José Sánchez del Viejo tiene “ciertas reticencias para aceptar, sobre todo fonéticamente, algunas expresiones del maestro de Guareña”, partidario, por ejemplo, de que las eses al final de sílabas y palabras se representen por haches; o que cambie la ele por erre en jorgorio o jirguero. “Es un recurso más propio de andalucismo que de extremeñismo”. Si bien es así como hablan muchos extremeños, sobre todo en cuanto a las eses finales o intersilábicas.

A pesar de sus cautelas, Sánchez del Viejo aceptó finalmente el trabajo de traducción, que ahora se puede leer como Lah jalajah de la Cahtafiore, el primer álbum de la colección Lah aventurah de Tintín en versión castúo. A este seguirán otros títulos que también tendrán su paralelismo en aranés: Objectiu era Lua y Aterratge ena Lua.

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