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Los aviones espía de EE UU que localizaron tres campamentos romanos en León

Fotografías del Ejército estadounidense tomadas entre 1945 y 1957 combinadas con la última tecnología por satélite sitúan en El Bierzo a las tropas de Augusto

Serie de fotografías del campamento legionario de As Penas entre 1946 y la actualidad. Las flechas indican sus límites.
Serie de fotografías del campamento legionario de As Penas entre 1946 y la actualidad. Las flechas indican sus límites.
Vicente G. Olaya

La Guerra Fría, la división del mundo en dos grandes bloques antagónicos (liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética), tuvo una derivada no esperada en España: la arqueológica. Entre 1945 y 1946, dentro del Proyecto Casey Jones, las fuerzas aéreas de EE UU llevaron a cabo en España estudios fotogramétricos (sirven para ubicar un objeto en el espacio). Aunque la idea era ayudar al avance de los aliados en las últimas fases de la Segunda Guerra Mundial, pronto viró hacia una herramienta destacada en el enfrentamiento entre superpotencias. Entre 1956 y 1957, los norteamericanos volvieron a repetir la operación: 60.000 fotogramas en blanco y negro a escala 1:33.000. Y allí, en los negativos, aparecían, de nuevo, tres descubrimientos arqueológicos en el límite de las comunidades de Castilla y León y Galicia. Pero nadie supo interpretar esas imágenes hasta que los expertos de la Junta castellanoleonesa, de las universidades de Santiago de Compostela, Oviedo y del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC decidieron combinar aquellos datos con las nuevas tecnologías. El resultado es espectacular y se refleja en el estudio La presencia del Ejército romano en las montañas de El Bierzo (León): novedades arqueológicas: tres asentamientos militares del siglo I a. de C., uno de ellos con capacidad para 6.000 legionarios y de 11,6 hectáreas de extensión.

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Las fotografías, conservadas en los ficheros llamados Vuelos Americanos de las series A (1945-1946) y B (1956-1957) se custodian desde 2011 en el Centro Geográfico del Ejército y son una base de datos extraordinaria para determinar los cambios en el paisaje español y localizar estructuras ocultas bajo el terreno. La aparición en las últimas décadas de sofisticadas técnicas de teledetección desde el espacio y su integración en sistemas de información geográfica "han permitido articular nuevas metodologías específicas para la detección y estudio de los asentamientos militares romanos", se lee en el estudio firmado por Julio M. Vidal, José Manuel Costa-García, David González y Andrés Menéndez. Los expertos emplearon también fotografías del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea (2004-2014), imágenes de satélite de Google y la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), que permite radiografiar zonas boscosas o de tupida vegetación.

Así se delimitaron perfectamente, entre los 1.000 y los 1.500 de altitud, sobre las cimas de las agrestes montañas del Bierzo, tres campamentos legionarios hasta ahora desconocidos. Los especialistas los denominan A Cortiña dos Mouros/Campo do Circo, A Serra da Casiña y As Penas de Perturexe. Sus capacidades variaban, pudiendo haber albergado entre 1.600 legionarios, el más pequeño, y los 6.000 soldados el mayor. Fueron levantados entre las guerras asturcántabras (29-19 a. C.) y las décadas siguientes, cuando se realizaron grandes transformaciones en el territorio, como la construcción de las vías romanas 19 y 20 (calzadas de comunicación entre León-Galicia). Esto “refleja las tensiones vividas durante el proceso de conquista”, si bien la función específica de estos campamentos no está todavía determinada.

Gráfico de los restos del campamento legionario de A Cortiña.
Gráfico de los restos del campamento legionario de A Cortiña.

José Manuel Costa-Garcia, doctor en Arqueología de la Universidad de Santiago de Compostela, recuerda que la apertura de los archivos militares americanos facilitó mucho el trabajo del equipo. "Hoy en día están completamente digitalizados y con un clic puedes llegar a cualquier sitio". "Lo que hicimos fue superponer, en diferentes capas, las fotografías de esos y otros muchos vuelos posteriores con otros recursos digitales y las tecnologías más modernas como el LiDAR. Así se detectaron algunos o reclasificaron otros". Costa-García, no obstante, se queja de la falta de recursos y exceso de trámites en la investigación desde los organismos públicos. "Al final, un día de trabajo en campo requiere otros diez de papeleo. Los cauces son muy engorrosos", sostiene.

"Las evidencias arqueológicas recopiladas en los yacimientos fueron comprobadas sobre el terreno" utilizando técnicas no invasivas, según explica el estudio. En el caso de A Cortiña dos Mouros/Campo do Circo (Cervantes, Lugo), se trata de un asentamiento a 1.294 metros de altitud en las estribaciones de la sierra de Los Ancares. Desde él se divisaban los ríos Navia y Sil con una visión que alcanzaba los tres kilómetros a la redonda. De este campamento se conserva solo una parte pequeña de su perímetro, a causa de una repoblación forestal. De todas formas se mantiene un parapeto de unos cinco metros de anchura por medio metro de alto, que se extiende aún unos 230 metros. Lo recorría, además, un foso de unos dos metros de ancho. La superficie total del recinto es de 4,5 hectáreas.

Zona boscosa bajo la que se oculta el campamento legionario de Serra de Casiña.
Zona boscosa bajo la que se oculta el campamento legionario de Serra de Casiña.

El asentamiento militar de A Serra de Casiña (Balboa, León) se alza a unos 1.083 metros. El recinto rectangular, de esquinas redondeadas, conserva dos accesos. El lienzo principal tendría unos 405 metros de longitud, mientras los menores 295 y 275 metros, respectivamente. En total ocupaba 11,6 hectáreas, con una planta en forma de naipe, lo que se corresponde con los "campamentos temporales de marcha de cronología altoimperial romana”.

Por su parte, el campamento de As Penas de Perturexe (Villafranca, León) se encontró al revisar los fotogramas de Plan Nacional de Ortofotografía Aérea de 2015 y “aunque sus existencia se notificó a las autoridades competentes, ha permanecido inédito hasta el momento”. Disponía de un parapeto de 4 metros de anchura, pero solo se conservan 60 de los 180 metros de la muralla, aunque podría alargarse otros 50 más. Se desconoce su superficie exacta, al no conservarse en su totalidad el perímetro defensivo.

Costa-García recuerda que los tres asentamientos militares fueron "de marcha [temporales]", ya que la zona no tenía unas buenas condiciones de habitabilidad: falta de agua y pastos, bajas temperaturas, climatología adversa. Es decir, acabada la misión para la que fueron construidos, Roma los abandonó rápidamente. Los especialistas concluyen su estudio alertando de la "fragilidad" de estos yacimientos por la "amenaza latente provocada por la intensidad de las obras de urbanización, construcción de infraestructuras y el desarrollo de las actividades agrarias”. Aunque de momento, las legiones aguantan. 

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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