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Gonzalo Lema: “Me quedaría atrapado en un ascensor con el fantasma de Rulfo”

El escritor boliviano se somete al carrusel de preguntas de este diario

Andrés Rodríguez
Gonzalo Lema.
Gonzalo Lema.

Gonzalo Lema (Tarija, 1959) estudió Ciencias Jurídicas y Políticas y desde muy joven se desempeñó en distintos cargos públicos. Sin embargo, lejos de la vida política y entregado a sus pasiones desde que era pequeño, la lectura y la escritura, ha encontrado una gran parte de sus satisfacciones. Entre sus reconocimientos figuran el Premio Nacional de Novela en 1998 por La vida me duele sin vos y ser finalista del certamen Casa de las Américas en 1993. En 2013 recibió el premio municipal de Cochabamba Marcelo Quiroga Santa Cruz por su novela Los días vacíos del Raspa Ríos.

Un año más tarde su obra Siempre fuimos familia logró el Premio Internacional de Novela Kipus y el Gobierno le concedió el Premio Nacional de Culturas de Bolivia. Hace dos años logró hacerse con el Premio Internacional L’H Confidencial, uno de los más prestigiosos galardones del género negro, por Que te vaya como mereces. Con más de una veintena de libros publicados, que incluye a su más reciente obra Los muertos más puros/Mariposas amarillas (Editorial Kipus, 2019), es uno de los escritores más prolíficos y destacados de Bolivia.

¿Cuál es el último libro que le hizo reír a carcajadas?

La sombra del águila, de Arturo Pérez Reverte, con el petit cabrón [Napoleón Bonaparte] de protagonista.

¿Quién sería su lector perfecto?

Yo mismo.

¿Qué libro le cambió la vida?

Ninguno, solo me alentaron.

¿Olor preferido?

Carne asada: bife de chorizo, lapin, picaña, tira...

¿Cuál es su rutina diaria para escribir?

Después del desayuno, antes de los abdominales.

¿A qué personaje literario se asemeja a usted?

A Manolo, el Pijoaparte, de Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé.

¿Un sueño recurrente?

Arañas; normalmente son premios literarios.

¿Quiénes son sus influencias literarias?

Ahora Jack London, hace un tiempo Jane Austen. Los cambio cada tres semanas.

¿Qué significa ser un escritor?

Un motivo esencial para no ser político.

¿Qué cambiaría de usted mismo?

Casi todo. Me quedaría apenas con mi sangre.

Respecto a su trabajo, ¿de qué está más orgulloso?

De mis ventas.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?

Al ver marcharse de casa a mi hijo mayor.

¿Qué libro le hubiese gustado haber escrito?

¡Ah, no! ¡Ese voy a escribirlo yo!

¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?

Soy casi huérfano de padre. Con mi madre nos hemos guiado juntos.

¿Con quién le gustaría quedar atrapado en un ascensor?

Con el fantasma del mexicano Juan Rulfo.

¿Su especialidad en la cocina?

El café.

De pequeño quería ser...

Escritor.

¿Qué libro regalaría a un niño para introducirlo en la literatura?

La llamada de lo salvaje, de Jack London.

Novela o cuento, ¿en qué tipo de narración se siente más a gusto?

Pateo con ambas.

¿Qué le asusta?

La intriga.

¿La última comida que realmente le sorprendió?

Filete de tiburón, en Australia.

¿Lo último que compró y le encantó?

Lertus, una crema desinflamante para los golpes del fulbito [semejante al fútbol sala].

¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?

Mi hogar, sin dudas.

¿Primera borrachera?

Saliendo de la adolescencia.

¿Qué es un buen fin de semana para usted?

Mi esposa, mis dos hijos, mi nuera y mi nieta alrededor de la mesa en la cocina.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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