La reapertura de Chillida Leku afianza el nuevo eje artístico del norte de España
La nueva dirección del museo del escultor confía en superar los 85.000 visitantes al año y se suma a la oferta cantábrica del Guggenheim, Bellas Artes, Centro Botín y Balenciaga
Una de las dos piezas que no se ha movido jamás en Chillida Leku pesa casi 66 toneladas, el máximo que podía asumir la siderurgia cántabra de Reinosa donde se forjó. Se llama Lotura (nudo o unión, en vasco) y se alza oxidada en la frontera entre las campas y el bosque de este enclave guipuzcoano de Hernani. No muy lejos, dentro de este extraordinario museo de autor rodeado por vegetación que creció salvaje gracias a que los terrenos estaban destinados a la yeguada militar (cría caballar), se enfrentan dos elegantes bloques de acero que remiten a los modelos de Cristóbal Balenciaga, un amigo de Getaria al que Chillida homenajeó con esta obra. El 17 de abril, cuando Chillida Leku se vuelva a abrir al público con un modelo privado de gestión bajo el signo de los reputados galeristas Hauser & Wirth, el círculo se cerrará.
El donostiarra Eduardo Chillida (1924-2002) y su mujer Pilar Belzunce compraron en los ochenta el caserío donde hizo realidad su gran sueño de mezclar arte, espacio y naturaleza con la creación de Chillida Leku. La apuesta del escultor fue anterior al brillo de los reflejos de titanio del Guggenheim, si bien hasta 2000 no se inauguró con la presencia de dos jefes de Gobierno, el español José María Aznar y el alemán Gerhard Schröder. Pero en 2011 se cerró para el gran público por problemas económicos y por la falta de un modelo claro de gestión y explotación.
Ahora se ha desbloqueado la situación financiera con el acuerdo entre la familia de Chillida y los galeristas en virtud del cual estos representarán, venderán y promocionarán una parte de la obra del escultor. Otra condición es la de insuflar nueva vida a Chillida Leku, que se reincorpora, modernizada pero respetando el original, al nuevo polo de atracción artística que se ha ido generando en el norte de España, en un espacio comprendido entre San Sebastián y Santander, distante 200 kilómetros en coche.
Eje cantábrico del arte
En este nueve eje cantábrico del arte, que pasa por Bilbao, se han ubicado dos hitos arquitectónicos como el Guggeheim de Bilbao (Frank Gehry) y el Centro Botín (Renzo Piano). Además, abrieron sus puertas el Museo Balenciaga de Getaria y Tabacalera en San Sebastián y tierra adentro, el Artium de Vitoria, y estirando el eje, el Museo Oteiza, en Alzuza (Navarra). El venerado Museo de Bellas Artes de Bilbao, que ahora dirige el exdirector del Museo del Prado Miguel Zugaza, se ampliará con un proyecto también diseñado por arquitectos estrella valorado en 22 millones de euros. En Santander, se prevé la apertura del Centro Asociado Museo Reina Sofía-Archivo Lafuente, previsiblemente en 2022, en la sede rehabilitada del Banco de España, y la actual sede social del Banco de Santander se convertirá en la Casa Museo de la institución, tras la intervención valorada en 40 millones de euros del arquitecto David Chipperfield.
En definitiva, el Norte mira al arte como motor de desarrollo turístico. Tanto Luis Chillida, hijo del escultor y presidente de la fundación que lleva su nombre, como la nueva directora de Chillida Leku, Mireia Massagué, son muy conscientes de ello y han incidido este lunes y martes en la importancia de subirse a la ola que en el caso de la surfista Donosti ha incrementado en un 30% sus visitantes en apenas unos años. "Si cuando estaba abierto al público en general podíamos llegar a tener una media de 85.000 visitantes al año, y eso que no había la afluencia de público de ahora, creemos que podemos superar perfectamente esas cifras y más con la nueva gestión", señala Luis Chillida.
"El Norte se ha convertido en una zona muy influyente en el plano cultural, no solo en el económico", comenta Massagué, tras mencionar hitos como el Botín, el Guggenheim y o el Balenciaga. "San Sebastián, en los últimos cinco años ha crecido mucho en el sector del turismo y en el sector negocios. Nosotros nacemos en un momento en que podemos sumar y aportar valor al territorio", añade. La directora incide en que se ha respetado la concepción del espacio de Chillida, con su caserío, pero se han actualizado las instalaciones y los servicios (incluyendo la creación de una cafetería con vistas al campo escultórico) y se han incorporado pequeñas mejoras del arquitecto Luis Laplace y el paisajista Piet Oudolf. El núcleo de las obras es básicamente el mismo, perteneciente a la colección familiar, que ya se exhibía en Chillida Leku.
Puertas abiertas
43 obras exteriores de grandes dimensiones y unas 60 más pequeñas, que incluyen dibujos, recibirán a los visitantes, que deberán pagar 12 euros por la entrada (hay varios descuentos). La exposición inaugural se titula Ecos y contiene préstamos importantes de las colecciones de La Caixa o del BBVA. "Son novedades, préstamos que nunca habían estado aquí", dice Ignacio Chillida, que ha ejercido de comisario de la muestra que se pretende mantener abierta con las actuales obras hasta finales de año, con la posibilidad de prologarla.
Luis Chillida asegura que la familia (el matrimonio de Eduardo Chillida y Pilar Belzunce tuvo ocho hijos) no guarda ningún rencor a las instituciones vascas. El intento de comprar Chillida Leku por parte del Gobierno vasco y la Diputación de Gipuzcoa, con una aportación de 50 millones de euros cada uno, no fructificó hace tres años por diferencias políticas entre las instituciones y también por discrepancias en el seno de la familia, según las diferentes fuentes. Mañana, numerosos representantes políticos, autonómicos y nacionales, asistirán a una preinauguración. El presidente de la fundación se niega a dar detalles del acuerdo económico alcanzado con la galería al tratarse de un contrato privado, pero asegura sentirse muy satisfecho. Además de reabrir Chillida Leku, los galerista suizos, con implantación en Alemani, Inglaterra, EE UU, Japón y Austria, facilitarán el movimiento y promoción de las obras de su padre. "Mi madre estaría muy contenta; mi padre estaba más en sus cosas, metido en su trabajo", comenta Luis.
Los dos hermanos recuerdan que,durante ocho años, Chillida Leku no ha estado cerrada de todo, porque se permitían visitas con cita previa, lo que han hecho hasta 50.000 personas en ese periodo. Este fin de semana, habrá jornadas de puertas abiertas y se han ofrecido 1.200 entradas, cuando la petición superaba las 12.000, lo que demuestra el interés existente. La apuesta por promocionar el centro y la obra del escultor es muy ambiciosa, como demuestra la treintena de periodista nacionales e internacionales invitados este martes para ver esta nueva versión –"actualizada a la museística del siglo XXI", apuntó la directora– del sueño de Chillida.
La cruz de la pareja bajo el magnolio
Chillida Leku esconde muchos detalles y rincones. Impresiona la visión por primera vez del prado rodeado de bosques y jalonado por enormes esculturas metálicas. Y el interior del caserío del siglo XVI, cuyas paredes y vigas de madera forman parte del recorrido expositivo. O sus ventanas interiores que encuadran las obras exteriores. Pero también hay enclaves que pueden pasar desapercibos, como la cruz de metal corten, cobijada por un magnolio, bajo la que descansan los restos del matrimonio formado por Eduardo Chillida y Pilar Belzunce, de un nieto, y también del jardinero y guardés de la finca Joaquín Goikoetxea, amigo de la familia. Ella le pidió al escultor que le forjara una cruz para cuando se muriese, pero al final ella le sobrevivió 13 años. Falleció en 2015.
Babelia
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