Las mujeres sin voz son escuchadas
Louis-Julien Petit indaga en el mundo de las trabajadoras sociales y de las sin hogar en 'Las invisibles', que transita entre el documental y la ficción
Ya había habido libro. Y documental. Pero Louis-Julien Petit sentía que podía ir más allá de Sur la route des invisibles de Claire Lajeuine. "No llegaba a parte de un público potencial, y por ello usé la comedia como un puente que cruzara desde el centro social a los espectadores", recuerda el cineasta francés. Por teléfono señala la clave con la que su Las invisibles se ha convertido en un taquillazo en Francia antes de su estreno, la semana pasada, en España.
Su visión del día a día en un centro social destinado a mujeres que viven en la calle, junto con su relación entre ellas y las trabajadoras sociales -otras de las invisibles del título-, ha llevado muy lejos su filme. También ha tenido que ver el mimo con el que el director de Discount (2014) y Carole Matthieu (2016) -ambos, filmes sociales- ha elaborado el proyecto. "Primero pasé mucho tiempo con Claire Lajeuine conociendo el centro social. Ella me hizo descubrir el humor y la belleza de la gente que pasaba por allí. Y también me percaté de que aquel local servía de escudo a su vez contra la violencia de género. En la calle hay un montón de agresiones físicas y sexuales contra las sin hogar. Puse a grabar la cámara en el local, y a que tanto ellas como las trabajadoras empezaran a contarme sus historias".
Petit empezó a construir su historia y a tomar decisiones tan arriesgadas como acertadas. Primero, con la trama en la que se unen sin hogar y asistentes sociales a la búsqueda de una salida al callejón sin salida en el que viven: a espaldas del Ayuntamiento deciden crear clases y talleres que les ayuden a valerse por sí mismas. Segundo, por mezclar en el reparto a actrices profesionales como Audrey Lamy o Noémie Lvovsky con auténticas sin hogar, a las que el cineasta les exhortó a que eligieran el nombre de una mujer que idolatraran para bautizar a sus personajes. "Siempre intenté que la experiencia les sirviera para darles algo más, que también les trajera esperanza. Y por eso rodamos en orden cronológico el guion", recuerda Petit. "Ellas fueron creciendo, sus ojos fueron iluminándose según pasaban las jornadas. Yo siempre pensaba en las tres palabras que tenían que marcar el proyecto: humanidad, amor y humor. Yo no podía hacer un filme miserable. Me gusta esa expresión inglesa para definir este género cinematográfico: dramedy [en español, tragicomedia], porque acierta con esta peli. En cuanto a la mezcla de intérpretes conocidas con las personas que estaban en aquel centro, reconozco que fue maravilloso. Todo se aceleró: solo usamos una toma por plano en beneficio de las debutantes, y eso nos obligaba a los profesionales a estar muy concentrados".
Petit se ríe mucho. Pide perdón por su inglés, que sin embargo es fluido, y prefiere respuestas muy largas. Salta de un tema a otro. "La experiencia no ha podido ser mejor. Como director habitualmente buscas que lo filmado sea creíble. Aquí alargué el paso y quise, sencillamente, ser real", asegura. "Venían de las calles, solo tenía que guiarlas para que mostraran su verdad". Petit recuerda el día en que Audrey Lamy tuvo dudas con su trabajo, "porque otras eran más reales que ella". El cineasta prosigue describiendo las vidas, las anécdotas e historias que cada una de las sin hogar le fueron contando. Y subraya una frase: "Chantal [interpretada por la transexual Adolpha Van Meerhaegue] me contó que en la calle no era nada. Nada. Ni tenía nada... excepto sentido del humor. Y que eso le salvó".
Para Francia, la película ha sido un shock. "En realidad, la crisis económica ha golpeado en todo el mundo, ¿verdad?". Verdad. "Se ve en las calles de todas las grandes ciudades, donde reina la precariedad. En mi país hay mendigos, gente pidiendo ayuda por todos los lados. Y cuando caminas a su lado haces como que no les ves, huyes de ellos". A Petit le tiembla la voz: "Las invisibles se ha convertido en la cadena que une al público con los sin techo. Al menos a mí me ha servido para formar hoy de una gran familia".
Babelia
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