Chicho: “No fui consciente de lo que hacíamos”
El maestro de la pequeña pantalla, Goya de Honor, recibe el homenaje de sus discípulos en la fiesta de los nominados
“Para quienes no fueron a escuelas de cine, Chicho ha sido el mejor maestro”. Javier Fesser es el favorito con sus Campeones en las principales categorías de la próxima edición de los Goya, que celebrarán sus 33ª edición en Sevilla el próximo 2 de febrero. Pero la noche del lunes, en la fiesta de los nominados, el cineasta fue uno más de la legión de admiradores que rodearon la entrega del Goya de Honor a Narciso Ibáñez Serrador (Montevideo, 1935).
Bastante de la culpa de este reconocimiento la tiene J. A. Bayona, fan del director de La residencia (1970) y ¿Quién puede matar a un niño? (1974), quien aseguraba en el encuentro en el Teatro Real que en las últimas semanas ha revisado la obra completa de Ibáñez Serrador y que por ello lo tenía claro: “En aquel trabajo lo que había era puro cine”. Y confesaba: “Me traumatizó cuando era niño y me ha ido muy bien”. Otro de los candidatos, Isaki Lacuesta, que con Entre dos aguas ha llegado por primera vez a los premios de la Academia de Cine español tras una larga carrera que incluye dos Conchas de Oro, precisaba: “Yo crecí con su televisión, y como espectador no nos percatábamos de ese talento. Hubo un momento que Chico nos rodeaba por todos lados: en la televisión más comercial y popular, en la independiente y en el audiovisual más underground". Lacuesta remató con una frase contundente: “Lo que dábamos por normal en aquellos tiempos televisivos, en realidad era extraordinario”.
El aludido, delicado de salud y en silla de ruedas, acudió al Real acompañado de sus hijos Alejandro y Pepita: “Me siento muy orgulloso de que me acompañen hoy”. Habló poco, pero le dio a tiempo a agradecer los halagos de directores como Rodrigo Sorogoyen, presente gracias a El reino y sus 13 candidaturas, que le calificó de “referente”: “Estoy muy emocionado y contento con el reconocimiento, y espero que mi obra haya servido como escalón para las siguientes generaciones”. Acerca de su vasta obra, el director de Historias para no dormir o Un, dos, tres… responda otra vez explicó: “Siempre me negué al título de maestro, me parecía excesivo. No fui consciente de lo que hacíamos… probablemente porque con el trabajo estaba cansado”. Y que en el fondo luchó “por hacer siempre algo diferente” a la televisión imperante. “Incluso hoy pienso en nuevas ideas”.
Antes del paso de Ibáñez Serrador, por la alfombra roja pasaron casi todos los candidatos, desde veteranos como Jose Coronado a las directoras noveles: en la que en esta edición hay tres cineastas en el cuarteto que compone esta categoría: “Por fin se escucha al 50% de las voces que se estaban perdiendo”, apuntaba Arantxa Echevarria, realizadora de Carmen y Lola. "Si gano algún Goya quiero dedicárselo a VOX y a sus seguidores, para ver si se animan a ver mi película, una película de gitanas, bolleras y mujeres, quizá les dé un cortocircuito cerebral y se replanteen algo. Da miedo, las generaciones más jóvenes tendrán que pelear porque los derechos adquiridos pueden desaparecer si no tenemos cuidado", ha augurado. O Laura Pedro, que podría convertirse en la primera supervisora de equipo de efectos especiales en ganar el Goya en su apartado, gracias a Superlópez: "Hay muchas compañeras en este trabajo, aunque en la supervisión, cierto, no somos tantas".
Y entre todos ellos, dos equipos doblemente nerviosos: Sorogoyen, con su corto Madre (Goya el año pasado) y Almudena Carracedo y Robert Bahar, directores del documental El silencio de otros, aún están en la carrera a los Oscar de sus respectivas categorías. Los tres se definieron como muy “alterados” ante la lectura de las nominaciones el martes 22 a los premios de Hollywood. Allí también hubiera tenido cabida Ibáñez Serrador, idolatrado por cineastas como Quentin Tarantino.
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