Cómo evitar otro ‘eccehomo’
El alcalde de una aldea burgalesa capta fondos para restaurar un retablo sin recurrir a vecinos voluntariosos
Roberto prefiere un Playmobil a una chapuza de eccehomo. Prefiere contratar a un equipo de especialistas para restaurar la joya que esconde la iglesia del siglo XVI de adobe y ladrillo de su pueblo a tirar de voluntarismo popular. Ya conocemos los resultados del entusiasmo vecinal y cómo han hecho que este país sea noticia mundial gracias a un Cristo engorilado. El patrimonio es bonito, pero caro de conservar y la Iglesia tampoco está interesada en hacerlo, así que el alcalde de Quintanilla de Riofresno -una aldea de nueve habitantes y treinta censados- se ha propuesto captar 30.000 euros para restaurar el retablo dedicado a san Román, que Juan de Esparza hizo hace 444 años. El entusiasmo es gratis; los profesionales, no.
“Cuando vi el retablo me emocionó. No es Bernini, pero es muy bueno para estar en una iglesia como ésta”, dice este burgalés de 46 años, que en los últimos meses se ha dedicado a recoger turistas en Burgos y los lleva medio centenar de kilómetros al oeste, para enseñarles el secreto de la aldea donde no entra ni el coche de Google Maps. “Mi satisfacción sería restaurarlo y que mi suegro lo vea listo”, cuenta el alcalde. El padre de su mujer ayuda en la captación de fondos: desde hace años monta un belén en movimiento. Hace que las figuras entren en acción con los motores de los microondas que saca de los puntos limpios. Desde hace un par de años Roberto Castro González, el alcalde protector del patrimonio, monta otro con figuras Playmobil.
Así que abre la iglesia a los turistas, les enseña las habilidades de su suegro, su belén y les pide un donativo, aprovecha para venderles unas papeletas y les convence para que hagan correr la voz de su empeño y todos se rasquen el bolsillo. Ha puesto hasta un concesionario. Desde septiembre ha conseguido 14.000 euros. La otra mitad que falta no la pondrán los dueños de la majestuosa pieza: “Esto no es nuestro, es del Arzobispado y no quieren dar ayudas. Cuando haya recaudado todo el dinero, si lo consigo, les pediré permiso para empezar las obras, les presentaré tres presupuestos y elegirán cuál. En el pueblo no se muestran muy esperanzados, temen que una vez sea restaurado, el Arzobispado decida llevárselo a su museo”, explica a este periódico el alcalde, de 46 años, que gestiona un presupuesto anual es de 24.000 euros y una iglesia que abre un día al mes. El cura llega en furgoneta, con feligreses que ha ido recogiendo de otras parroquias.
Sin embargo, la obra la pagó el pueblo. El investigador Alberto Ibáñez cuenta que Juan de Esparza y su mujer extendieron, en 1575, carta de finiquito de cuentas con la iglesia parroquial de Quintanilla, pero que fueron los vecinos del lugar los que se hicieron cargo de la última entrega de lo que restaba por pagar por la obra del retablo mayor de la iglesia. Se le pagó 240.681 maravedís, una operación que, según el experto, no fue rentable al escultor, porque el costo debió de ser muy superior a la cantidad finalmente cobrada.
El alcalde dice que el retablo no está para caerse, ni tiene xilófagos, pero que cuanto más se deje sin intervenir más cara va a ser la intervención. Habla de los asientos de color, de la suciedad, de la colocación de las cajas, Roberto es delineante, estudió aparejadores pero también se formó como restaurador y trató de ejercer de ello. Ahora trabaja en un almacén y repone suministros de una multinacional del metal, con 250 trabajadores. Hace tres años se presentó en última ronda, no estaba ni empadronado en el pueblo, pero la alcaldía no la quería nadie, así que obtuvo veinte votos de una treintena. Ni siquiera sabía con qué partido presentarse. “No tengo ideas políticas, cojo lo mejor de aquí y de allí. Pero tiendo más a la izquierda, así que me presenté por el PSOE, aunque me han toreado mucho”, apunta.
La fuente de inspiración de Roberto fue el Museo del Prado y su campaña de micromecenazgo para comprar el cuadro Retrato de niña con paloma, de Simon Vouet. La institución recibió 200.000 euros de unos 6.500 particulares (en los tramos de aportación de cinco a veinte euros, participaron casi 5.000 personas). Ahora, una vez pasadas las Navidades, tiene que pensar en cómo conseguir la mitad que falta y ha encontrado un socio en Hispania Nostra, que para conseguir los 15.000 que faltan le ofrecen sus redes de captación (por algo menos del 10% de lo captado). “La cuenta está a nombre de la parroquia”, apunta para despejar dudas. Por cierto, si usted quiere visitar el retablo pida a la casa más cercana que le abran.
Babelia
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