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Expertos, ‘millennials’ y con millones de discípulos: los veinteañeros que divulgan en YouTube

Un grupo de comunicadores especializados en distintos ámbitos de la cultura se reúne en Madrid para compartir los retos y oportunidades de su trabajo

“El documental clásico de divulgación científica tiene un narrador hablando muy lento, con una música muy suave. Hay un paneo largo que muestra el universo… A mí me gusta más el rock and roll, un ritmo más dinámico”, dice José Luis Crespo, el youtuber de ciencia con mayor éxito de España. Su canal, QuantumFracture, trata sobre física teórica, un tema que a priori suena apto solo para los iniciados. Sin embargo, Crespo ha atrapado con sus vídeos a un público que supera ya el millón de suscriptores, en su mayoría hombres jóvenes y adolescentes.

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No es el único: en YouTube proliferan los divulgadores de ciencia en castellano que siguen el ejemplo de canales en inglés. Y no faltan los expertos en otras disciplinas académicas que también utilizan la página de vídeos como atalaya. Ayer, Crespo, en una colaboración con el Instituto de Física Teórica (UAM-CSIC), citó a 10 de estos creadores en Madrid para hablar sobre los retos y oportunidades de comunicar “cosas técnicas” en Internet.

Ocho de los 11 youtubers que se reunieron en La Casa Encendida para el evento Cultube tienen menos de 30 años. Todos hablan con elocuencia y conocimiento sobre un tema que les apasiona: física, política, videojuegos, feminismo, psicología, música, literatura… Pero el evento no es una conferencia al uso: el público ríe a carcajadas y, en el intermedio, gente de todas las edades se apelotona para autorretratarse con los ponentes.

Juntos, suman 5,12 millones de seguidores, aproximadamente el 11% de la población española (aunque comparten muchos suscriptores y desde América también los siguen). Sin saberlo —o quizás sí—, esta nueva clase de educadores está moldeando la comprensión del mundo de toda una generación de jóvenes hispanohablantes. Y, sin embargo, Crespo considera que “a ojos del público” lo que hacen “está invisibilizado”. Según él, poca gente asocia YouTube con contenido educativo o cultural. “Hay una visión muy sesgada del potencial que tiene la propia página”, explica.

En parte porque son youtubers, en parte porque son jóvenes, Crespo (24 años) y sus compañeros no proyectan una imagen tradicional de autoridad, a pesar de que claramente la tienen en sus respectivos ámbitos. La divulgadora de ciencia y escepticismo Rocío Vidal (25 años) señalaba que su credibilidad se pone en duda, además de por ser mujer, por no ser científica de formación. Patricia Tezanos (29 años), doctoranda en Neurociencia, contaba que hay quien toma los vídeos de su canal por “magufadas” o pseudociencia, simplemente por desconocer lo misteriosa que puede ser la propia ciencia. “Yo cuando estoy en un taxi y me preguntan de qué trabajo, digo que periodista” bromeaba el analista de videojuegos José Altozano, más conocido como Dayo Script en Internet. 

Para ganarse al público, los divulgadores de esta red comparten una caja de herramientas. Utilizan un lenguaje cercano —en uno de sus vídeos, Tezanos se describe como “estudiante de las movidas chungas que pasan dentro de nuestra cabeza”—, pero que en ningún momento compromete el rigor de sus explicaciones. La mayoría utiliza también animaciones digitales y, normalmente, un toque de humor. Pero nada de esto es lo que hace de YouTube un medio revolucionario para la divulgación. Jaime Altozano, especialista en comunicar teoría musical, destaca que la inmediatez de la plataforma y su cercanía a los usuarios son claves de su éxito. Los youtubers crean contenido complejo de actualidad antes de que las noticias se vuelvan irrelevantes para la producción de un gran documental. Y lo hacen como individuos, con alma: “Como si te lo estuviese contando con un café”, decía Altozano.

Libertad creativa para educar

El equipo de producción de cada canal de divulgación se compone de una sola persona (o quizás dos: varios youtubers confiesan que sus parejas sentimentales les sujetan la cámara o ajustan el enfoque). Cada uno hace su labor de investigación, redacta el guion, edita el vídeo y responde a los comentarios. "Tenemos una libertad creativa muy alta. Se nos permite hacer innovaciones en la divulgación que antes no eran posibles", destacó Crespo ayer.

A los detractores, esto les parece el lejano oeste. “Se nos critica porque no producimos un libro o un documental tradicional, porque el único sello de calidad es la bibliografía de tu vídeo”, añadía Martí Montferrer, creador del canal CdeCiencia. Sin embargo, precisamente esta libertad creativa es la que les permite llegar a su público. El divulgador de arte Antonio García aseguró: “Mis vídeos generan opinión, cosa que nunca conseguí hacer dando clase en la universidad”.  Ahora sus vídeos, como los de sus compañeros, se utilizan en universidades de todo el mundo.

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