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La Lá, una voz disonante para luchar contra la esclavitud de la mujer

La artista peruana presenta por primera vez en Madrid su trabajo con tintes de bossa nova, bolero, jazz y ritmos tradicionales para denunciar la violencia de género

La artista La Lá, en su visita a Madrid.
La artista La Lá, en su visita a Madrid.Carlos Rosillo

"Conozco a muchas mujeres que dicen 'me casé, tengo mi casa, pero me estoy envenenando por dentro", sentencia La Lá (Lima, 1982) con un café con leche de almendras entre las manos. Su dulce y pausada voz y la elegancia de sus movimientos introduce suavemente en lo que esta artista quiere conseguir con su música: denunciar la situación de mujeres dentro de la vida doméstica. “En Perú, estamos rodeadas de actos de violencia contra nosotras. Tengo amigas que dedican todo su tiempo a lo que su pareja no hace en casa y encima me dicen ‘ay, es que así son los hombres, tú tienes que enseñarles’. Y si le pegan, ‘algo habrás hecho”, añade indignada. En su primer viaje a España presenta su disco Zamba puta, disco del año en Perú, en el que despliega un discurso social con tintes de bossa nova, bolero y jazz junto a ritmos peruanos tradicionales para denunciar la violencia machista en todos los ámbitos y formas.

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Ha elegido el título de Zamba puta porque en Perú se denomina zamba a la mujer que tiene rasgos indios, afroperuanos, y suele usarse de forma despectiva acompañada por otra palabra, como "puta", por ejemplo. "Alguna vez me lo han dicho. Es una forma de agredir a las mujeres por su apariencia física y por su libertad sexual”, explica. Ella considera que “si es malo que las mujeres muestren autonomía sobre su cuerpo”, entonces es que la sociedad espera que sean solo objetos. "Ser zamba no es malo, pero la connotación machista que le están dando sí. Lo violento no es la frase, sino lo que la sociedad tiene dentro". También ha aprovechado este viaje para presentar Morir soñando, el primer sencillo de su próximo disco, en el que seguirá ahondando en la liberación de la mujer.

Giovanna Núñez, nombre que se esconde bajo el seudónimo de La Lá, comenzó a componer a los 26 años. Antes se recuerda constantemente tarareando, cantando, con el bote de champú en la mano como si tuviera un micrófono, pero sin poder estudiar música porque en el conservatorio solo podían ingresar personas con conocimientos previos. Sin saber solfeo, ella se guiaba solo por los sonidos de su guitarra, dibujando bolitas de colores sobre tablaturas para saber dónde debía colocar los dedos y entonando según le pedía el cuerpo.

La Lá confiesa que le ha costado encontrar buenos músicos que la quieran acompañar porque “hay algo que les subleva por el hecho de que una mujer les mande”. Además, por supuesto, del hecho de ser madre: “En muchos ensayos he estado cargando con mi hija, dándole la teta… cuando comencé este disco ella tenía solo tres meses y tenía que aguantar que me dijeran ‘ay es que estás muy emocional", recuerda, y espeta: "¡A ver si le dices eso a un colega y no solo a mí por ser mujer!”.

El que su segundo hijo sea una niña ha hecho que le de aún más sentido al cantar por la liberación de la mujer en la sociedad peruana. "Yo quisiera que nadie la limitara, que nadie la juzgara por cómo va vestida, que nadie la manipulara, que nadie le diese tareas impuestas”. No obstante, aunque sí cree que las nuevas generaciones crecen sabiendo que la vida de la mujer no solo se debe basar en encontrar un marido, opina que las cosas no cambiarán del todo hasta que las clases políticas no sean otras.

“A las niñas se les educa para que sean guardaditas, recatadas. Los niños son expansivos, son los que pueden jugar en el patio. Eso ya comienza a marcarles la forma de pensar”, señala. La cantante admite que hasta que no se haga una reforma educativa esto no va a cambiar. Cuenta que cuando se quiso hacer este cambio en el sistema de enseñanza, hubo una gran parte de los políticos que se negaron. “Esto me hace pensar que están interesados en que se perpetúe el machismo y el racismo para que la sociedad sea tan disfuncional que estén conformes conviviendo con una política mala”.

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