Medina Azahara crece hacia el este del palacio califal
Un equipo de arqueólógico hispanoalemán halla, en una zona nunca excavada, un gran edificio administrativo junto a la plaza de Armas
Primero llegaron los bereberes con sus teas encendidas y prendieron fuego a la ciudad palaciega en 1010. Luego, las techumbres de madera crujieron por el calor y las tejas fueron las primeras en caer; los muros quedaron sin protección y también se derrumbaron. Más tarde aparecieron los saqueadores para llevarse las enormes y preciadas piedras de calco-arenita y los objetos de valor que pudieran quedar entre los restos. Mil ocho años después los expertos del Instituto Arqueológico Alemán, de la Junta de Andalucía y de la Universidad Autónoma de Madrid estudiaron la espectacular destrucción de la plaza de Armas del palacio del califa. Allí mismo, adyacente, tal y como adelanta hoy EL PAÍS, descubrieron un enorme edificio administrativo de dos plantas que pudo ser la sede la policía de Medina Azahara, el conjunto palatino árabe del siglo X mejor conservado del mundo y que es Patrimonio de la Humanidad desde julio pasado.
El califa omeya Abderramán III ordenó construir Medina Azahara (la ciudad brillante o de la flor) en el primer tercio del siglo X a unos ocho kilómetros de Córdoba como símbolo de su poder. Su diseño, a grandes rasgos, es un rectángulo horizontal (de más de 110 hectáreas) en cuya parte superior se hallaría la ciudad palaciega, en su centro los jardines reales y en los laterales las áreas destinadas a la población. Fue destruida por completo un siglo después de su fundación a causa de las guerras civiles y durante la Edad Media fue saqueada para levantar otras construcciones tanto árabes como cristinas. Al haber sido construida con una piedra fácilmente tallable, las enormes bloques resultaban muy preciados por los constructores ya que podían ser transformados en pilares románicos o góticos.
No fue hasta el reinado de Alfonso XIII cuando las ruinas comenzaron a ser estudiadas. Tras la Guerra Civil española se iniciaron en profundidad las excavaciones que, hasta el momento, han desenterrado aproximadamente el 10% de este yacimiento.
“Hay trabajo para nuestros hijos, nuestros nietos y los hijos de estos”, explica Alberto Canto, profesor titular del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid y director de Excavación de Campo. Canto es uno de los diez integrantes del equipo hispanoalemán que ha emprendido la primera gran incursión arqueológica al este del palacio.
Los trabajos , con un presupuesto de 200.000 euros, comenzaron en 2017 y buscaban la desaparecida plaza de armas (unos 10.000 metros cuadrados) adyacente al complejo palaciego. Los expertos tenían cinco años para completar su investigación. Pero el pasado junio se toparon al este de la explanada con una estructura de unos 1.500 metros cuadrados de planta, con dos pisos y tres naves. Se trataba, con casi total seguridad, de un edificio administrativo del complejo palaciego y las primeras hipótesis apuntan a que pudiera ser la sede de la policía del califa “o las oficinas del señor de la medina”, indican. “Es una zona que nunca había sido excavada. Hasta el momento hemos hallado los muros, los pilares de un pórtico y diversos elementos constructivos, como las tejas de la techumbre, las primeras que cayeron tras la destrucción del edificio”, añade Canto.
Los especialistas confirman que se trata de un edificio administrativo porque carece de habitaciones y de letrinas. En cambio, sí cuenta con una zona recepción y de tres naves. Posiblemente la estructura estuviese porticada. De hecho, y a simple vista, son fácilmente visibles las losas, las bases de los muros y hasta fragmentos recubiertos de las paredes. Las losas son las mismas que las de otros edificios administrativos del palacio.
El proyecto, que dirigen Félix Arnold, del Instituto Arqueológico Alemán, y Alberto Montejo, especialista de la Junta de Andalucía, estará completado en 2023, un año después de lo previsto debido a la magnitud del yacimiento.
Cuando esté terminado, los especialistas quieren que la plaza de armas se convierta “en la nueva entrada para los visitantes de Medina Azahara (ahora se hace campo através o accediendo por la parte del palacio)” . “La plaza sería un buen elemento de distribución de los visitantes y recuperaría, en cierta forma, su misión original: articular el tránsito entre el palacio y la zona administrativa”, señala Canto. Nada más entrar, y a su izquierda, la policía o los funcionarios del califa les estarían vigilando para que no cometiesen ninguna tropelía. Es Patrimonio de la Humanidad.
Babelia
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