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Darío Villanueva: “No tomaré partido pero sé qué necesita la Academia”

El director de la RAE habla de su decisión de no seguir en el cargo y de las necesidades de la institución en el futuro

Juan Cruz
Darío Villanueva, el pasado verano.
Darío Villanueva, el pasado verano. inma flores (EL PAÍS)

Darío Villanueva (Villalba, 1950) dejará en diciembre la dirección de la Academia, por motivos que se había planteado "hace unos veranos". No piensa entrometerse en la identidad del sucesor, pero piensa votar y tiene claro qué necesita la institución. En esta entrevista, hecha por teléfono (está de viaje en Washington), repasa también las circunstancias que vive ahora la RAE.

Pregunta. Mark Twain dijo que la noticia de su muerte le parecía francamente prematura. ¿Le parece también prematura lo que se dice sobre el desfallecimiento de la Academia?

Respuesta. "Los muertos que vos matáis gozan de buena salud". La Academia está llena de oportunidades. Ha reaccionado ante la implantación del español en China. Y esperamos que esa presencia se ratifique en noviembre cuando el presidente chino visite España. Vamos a cerrar el glosario de terminología gramatical en el que trabajamos desde hace tres años... Raro que exista esa percepción: la Academia está extraordinariamente viva. En septiembre nuestra página web, por ejemplo, respondió a sesenta millones de consultas del diccionario.

P. ¿De dónde vienen los problemas económicos que se denuncian?

Cuando fui elegido por amplia mayoría sabía donde me metía. No me voy por las dificultades que se enuncian ni por nada puntual

R. Irónicamente dije estos días que ingresé en la Academia en 2008 y al cabo de unos meses se declaró la quiebra de Lehman Brothers. Y esperaba, dije, que no hubiera causa-efecto... Ha habido un crash económico brutal. No somos especialmente llorones. La asignación del Estado era de más de cuatro millones de euros, y esa contribución ha decrecido a menos de la mitad. La ayuda de la asociación Pro-Rae se ha visto reducida también de manera drástica. Descendieron las ventas de libros, sobre todo las de consulta y los diccionarios, en todo el mundo. Además, han descendido los patrocinios.

P. ¿Ese aire menesteroso que se transmite daña el porvenir de la institución?

No hay candidatos, por tanto, ¿qué carrera va a haber ya?

R. Los 305 años no han sido nunca fáciles. Saldremos. Creo que el sistema Enclave que hemos puesto en marcha nos ayudará. No seremos millonarios, pero cada vez menos dependeremos de la actividad de terceros.

P. El Estado no ayuda a la Academia de acuerdo con la importancia institucional que esta tiene...

R. No me pudo sentir satisfecho. El español es un activo extraordinario. Es una red que no tiene otra lengua del mundo, y sería la envidia de otros países. Ahí está el caso francés. A veces hay que luchar por lo obvio. Tenemos el apoyo de la Casa Real. Pero en el terreno gubernativo, de cualquier administración, las buenas palabras no faltan, pero del dicho al hecho hay mucho trecho.

Miremos lo que hacen los ingleses, los franceses, los alemanes, los portugueses, los chinos, los italianos

P. ¿Está minusvalorada la lengua como industria?

R. El concepto industria cultural viene de una fuente muy ilustre, la Escuela de Fráncfort. La lengua es soporte de muchas industrias culturales. Hay lenguas sin Academia, como el inglés, pero nosotros tenemos 23 academias que luchan a la vez por la lengua. Ese valor de la unidad del idioma tiene una importancia indudable.

P. El Instituto Cervantes también tiene un bajo presupuesto...

R. Y es un gran embajador de la lengua. Miremos lo que hacen los ingleses, los franceses, los alemanes, los portugueses, los chinos, los italianos... El Cervantes hace mucho, pero no estamos en África, apenas estamos en Asia, en Japón, en India, en Pakistán... Habría que planificar esta acción de la lengua como una cuestión de Estado.

P. ¿Peligra el Congreso de la Lengua en Córdoba, Argentina?

R. Espero que no. Vamos a estar allí con el admirado amigo Luis García Montero para avanzar en la presentación del Congreso. En Argentina se ha producido una crisis económica de gran magnitud. Ha pasado alguna otra vez que el país anfitrión está en dificultades. Pero también saldremos.

P. Se transmite la idea de que ahora hay carreras en la Academia por sucederle. ¿Hay una carrera?

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R. Los cargos se renuevan anualmente, todos los primeros jueves de diciembre. Todos son candidatos. Y si uno es elegido ha de aceptar salvo que tenga un grave asunto de salud. Así que no hay candidatos, por tanto, ¿qué carrera va a haber ya?

P. ¿Por qué se va usted?

R. Cuando hace cuatro años fui elegido por amplia mayoría sabía dónde me metía. No me voy por las dificultades que se enuncian ni por nada puntual. Es una decisión que tomé hace varios veranos. Tengo otras cosas que hacer. La gran mayoría de mis compañeros me ha expresado sorpresa o disgusto, pero todos han comprendido.

P. ¿Ha mostrado o quisiera mostrar alguna preferencia sobre el sucesor?

R. El puesto de director debe tener componentes que ya tuvo el cargo, como la parte intelectual, filológica. Además, hay que tener en cuenta aspectos de representación institucional, incluso diplomática, diría yo. Y hay una parte que ahora crece, la dimensión económica y financiera de la RAE. Esa dimensión se abre paso. Y creo que muchos miembros están facultades para juntar esos tres planos.

P. ¿Algunos nombres que baraje, o esos rumores de que tiene un candidato son infundados?

R. Es difícil pronunciarse cuando no puede haber candidatos... El papel del director exige ecuanimidad. Si existen los infundios, no tienen fundamento. Sé quienes pueden cumplir ese requisito, pero me voy a mantener en una postura de equilibrio, pero ejerceré mi voto y tengo las ideas claras al respecto.

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