La vocación de lo rancio
Un compendio de clichés de autoayuda, de anecdotario melodramático sobre un artista que seguramente no se merecía una producción tan rancia
Si se tiene el suficiente genio, incluso de una guía de teléfonos se podría hacer una buena película. Si no se tiene, hasta la vida de un cantante ciego de gran éxito puede parecer la guía de teléfonos con música y penas.
LA MÚSICA DEL SILENCIO
Dirección: Michael Radford.
Intérpretes: Toby Sebastian, Antonio Banderas, Jordi Mollà, Luisa Ranieri.
Género: melodrama. Italia, 2017.
Duración: 115 minutos.
Cuando parecía que ya no se hacían películas así, Michael Radford y sus acompañantes han compuesto La música del silencio, biografía cinematográfica del tenor italiano Andrea Bocelli, un compendio de clichés de autoayuda, de anecdotario melodramático desde su nacimiento hasta su triunfo, sobre un artista que seguramente no se merecía una producción tan rancia, tanto en lo interno como en lo externo. Radford, que una vez tuvo un triunfo internacional con una película popular que nacía del arte, El cartero (y Pablo Neruda), de 1994, anteriormente capaz de realizar una versión cinematográfica más que digna de una novela tan complicada de adaptar como 1984, de George Orwell, y que vio cómo por desgracia su mejor obra, la española La mula (2013), era masacrada tras su rodaje por diversos problemas de producción y derechos comerciales, se ha metido un jardín del que era imposible salir. Un producto de otro tiempo, que llega 40 años tarde, basado en una novela autobiográfica del propio Bocelli.
Lánguida y cursi, con la vocación inspiradora tan marcada que pierde cualquier sentido, La música del silencio carece de identidad en su forma de falso europudding con participación española (Antonio Banderas y Jordi Mollà), junto a su filmación en inglés, aunque con la sorpresa posterior de que en realidad se trata de una producción totalmente italiana. Vocación internacional, vocación de impulso y de superación de barreras en personas que lo necesiten, y vocación musical. De la vocación por el cine se olvidaron.
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