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Crítica | El reino de las ranas. Misión en el Ártico
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Animales globalizados de China

Sigue fiel a unas coordenadas que la convierten en indistinguible de otras tantas películas animadas realizadas con técnica digital

Fotograma de la película.
Fotograma de la película.
Javier Ocaña

EL REINO DE LAS RANAS. MISIÓN EN EL ÁRTICO

Dirección: Guang Xi Chang.

Género: animación infantil. China, 2016.

Duración: 87 minutos.

Segunda película de animación procedente de China que llega a la cartelera española en menos de un mes, El reino de las ranas. Misión en el Ártico sirve para confirmar la seguramente excesiva tendencia de ciertas distribuidoras españolas por la continua exploración de territorios en principio ajenos a las grandes obras animadas, pero también para quitarse de encima el mal gusto dejado hace tres semanas por la pedestre Bonnie Bears: el gran secreto, sobre todo en el terreno de la técnica.

Secuela de El reino de las ranas, de 2013, también estrenada en su día en España, esta segunda entrega ha cambiado de director —Guang Xi Chang, por Nelson Shin—, pero sigue fiel a unas coordenadas que la convierten en indistinguible de otras tantas películas animadas de cualquier parte del mundo realizadas con técnica digital en los últimos años: protagonistas animales, mensaje de equilibrio ecológico y de protección de las especies, cierta simpatía, y técnica lejos de lo deplorable, pero también de una calidad u originalidad reconocible. Por desgracia, la globalización en el cine de animación es tan despiadada que si no fuera por la canción en mandarín que acompaña a los títulos de crédito finales sería imposible ver en ella un solo rasgo de fondo que la acerque a la idiosincrasia china.

Película de princesa guerrera, particularidad que ya no sorprende, y con un digno tratamiento del color y de los fondos, a pesar de que la expresividad de los rostros es mínima, El reino de las ranas. Misión en el Ártico es tan insípida e indolente como buena parte del cine de animación que ocupa la cartelera, pero al menos tiene cierto ritmo y el doblaje español es notable. Eso sí, en sus ansias por transmitir un mensaje, está cerca de la muerte y del exceso por acumulación discursiva. Y, para muestra, este pasaje textual en medio de su clímax: “¿Cómo puedes ser tan impulsiva? Deja de comportarte como una cría. Piensa que todo en la vida es como una moneda, todo tiene dos caras. No juzgues por las apariencias. Sólo con humildad se llega a la verdad”.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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