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La gran tomadura de pelo literaria de Romain Gary

La obra del escritor francés, que firmó parte de sus libros con pseudónimo, se revitaliza con nuevas ediciones y adaptaciones cinematográficas

El escritor Romain Gary, en París en 1974.
El escritor Romain Gary, en París en 1974.Jean-Regis Rouston / Roger Viollet (Getty Images)
Guillermo Altares

La única verdad en la vida de Romain Gary es su obra. Y ya es mucho. Este escritor francés de origen ruso (1914-1980) ha logrado no pasar de moda, pese a que el mundo intelectual francés nunca se tomó demasiado en serio a este novelista, diplomático, héroe de la liberación, marido de la actriz Jean Seberg, guionista de Hollywood, director de cine, aventurero y responsable de una de las mayores tomaduras de pelo literarias de la historia. Resulta imposible saber quién fue el verdadero Romain Gary, pero está claro que, casi 40 años después de su muerte, es un autor mucho más leído que la mayoría de sus contemporáneos.

En España saldrá a la venta la semana que viene una nueva edición de su novela Lady L (Galaxia Gutenberg, traducción Gema Moral Bartolomé), mientras que en Francia se estrenó recientemente una película basada en su autobiografía, La promesa del alba, con Charlotte Gainsbourg. Una nueva traducción al inglés del libro que publicó poco antes de suicidarse, Las cometas, le ha convertido en el protagonista de largos artículos en la prensa estadounidense, desde The New York Times hasta The New Yorker. Su aventura vital ha sido el objeto de biografías del profesor de Princeton David Bellos y de la académica francesa Dominique Bona, de recreaciones literarias por parte de Nancy Milford y Laurent Seksik. Esta semana, Perro blanco, una de sus obras más conocidas, se encontraba entre los más vendidos en Amazon Francia.

Pero, sobre todo, su mito se basa en que fue capaz de burlarse de casi todo el establishment literario francés cuando se escondió detrás del seudónimo de Émile Ajar para publicar una serie de novelas de enorme éxito. De hecho, es el único escritor que ha ganado dos veces el premio Goncourt, algo que en teoría está prohibido: con su nombre por Las raíces del cielo, una profética novela ecologista sobre la caza de elefantes, y como Ajar por La vida por delante, la historia de Madame Rosa, una superviviente del Holocausto, que se ocupaba de cuidar a hijos de prostitutas en el barrio popular parisino de Belleville. Este libro, narrado en primera persona por un adolescente árabe llamado Momo en un francés insólito, se convirtió rápidamente en un descomunal éxito literario y su versión cinematográfica, con Simone Signoret, ganó el Oscar al mejor filme de habla no inglesa. Hasta su muerte, no se descubrió el engaño.

Adiós al ‘nouveau roman’

Cuando se suicidó, el 2 de diciembre de 1980, Gary había dejado al cuidado de su editor, Gallimard, un manuscrito en el que explicaba la invención de su seudónimo, un pequeño libro delicioso titulado Vida y muerte de Émile Ajar. En él, explica que cuando algunos insistieron en que Gary y Ajar eran la misma persona, no les creyeron. "No querían saber nada: Gary era incapaz de escribir algo así. Era un autor clasificado, catalogado, amortizado", explica. Sin embargo, cuatro décadas después la visión de su obra ha cambiado mucho.

"El resurgimiento de Gary como un maestro de la literatura tiene que ver con la revaluación de la historia de la ficción francesa de la posguerra", explica su biógrafo Bellos. "La obra muy intelectual de los maestros del nouveau roman, como Robbe Grillet, no ha resistido la prueba del tiempo. Gary, que nunca fue del gusto de los árbitros literarios parisienses, con los años se ha convertido en un escritor serio e innovador, que trató temas que siguen siendo cruciales, como lo que nos convierte en seres humanos, el papel del humor en la vida, el legado del Holocausto o que puso el foco sobre los marginados". Vida y muerte de Émile Ajar acaba con una frase muy célebre: "Me lo he pasado muy bien. Adiós y gracias". Sus lectores podemos decir lo mismo.

“Romain Gary siempre fue un escritor popular en Francia y sus grandes libros siempre han estado disponibles”, explica por correo electrónico su biógrafo David Bellos, traductor, profesor de literatura francesa en Princeton (EEUU) y autor de biografías de Georges Perec y Balzac. El título de su libro resulta toda una declaración de principios: Romain Gary. Una historia inverosímil (A tall story). “Fue un gran narrador y la espectacular creación de su segunda identidad, Émile Ajar, nunca ha dejado de fascinar y entretener. En cambio, pese a que fue un autor muy leído y conocido en los cincuenta y sesenta en EEUU, la revelación del engaño de Ajar tras su suicidio le convirtió en un personaje tóxico para muchas editoriales. Sin embargo, ahora las cosas están cambiando y sus libros están volviendo a traducirse”.

La vida de Gary es una gran novela de aventuras, tan increíble como la que describe en La promesa del alba. Gran parte de lo que cuenta en ese libro no es cierto, aunque sus biógrafos sostienen que sus andanzas reales son igualmente interesantes. Nació como Roman Kacew en una familia judía de Vilna cuando la ciudad formaba parte del Imperio ruso. Tras la I Guerra Mundial, la ciudad pasó a Polonia, donde creció hasta 1928, cuando su madre –francófila convencida— se instaló en Niza con él después de que su padre les abandonase. La obsesión de su madre fue que su hijo triunfase en el país de adopción y murió antes de verlo convertido en un escritor de éxito desde sus primeros libros, en un compañero de la Liberación, miembro de la Legión de Honor, en un héroe de la aviación amigo de Charles de Gaulle y de André Malraux, en un personaje crucial de la vida pública francesa desde los cincuenta hasta su muerte. Fue enterrado con todos los honores de un héroe de la patria.

Los grandes libros de Gary (y Ajar) están disponibles en castellano, en diferentes editoriales, desde La vida ante sí hasta La promesa del alba; Próxima estación, final de trayecto; Europa; El bosque del odio o La angustia del rey Salomón. Profundamente políglota, hablaba ruso, polaco, yidis y escribía en francés y en inglés. De hecho, se traducía a sí mismo entre las dos lenguas. Lady L, que como casi todas sus novelas fue llevada al cine casi inmediatamente, en este caso con Peter Ustinov como director y Sophia Loren y Paul Newman como protagonistas, es una clásica novela de Gary: divertida, con un personaje femenino muy fuerte y libre, que mezcla la historia con la imaginación.

“Tengo la impresión de haber sido vivido por mi vida”, declaró en una entrevista que se publicó póstumamente. “Cuando entraba en contacto de los medios de comunicación, convivía constantemente con un personaje llamado Romain Gary, que no tenía nada que ver conmigo”, agrega. Pese a que Gary sufrió enormes periodos de depresión, era un hombre con mucho sentido del humor, que llenó sus novelas y su vida de risas. En La promesa del alba cuenta que en una época de su infancia se dedicó al malabarismo y que llegó a ser muy bueno, pero nunca fue capaz de mantener en el aire más de seis pelotas a la vez. Utiliza esto como metáfora de la literatura y la creación al señalar que “incluso los más grandes de entre nosotros, como Malraux, siempre se dan cuenta de que la última bola está fuera de su alcance y toda su obra está marcada por esta angustiosa certeza”. Gary, sin embargo, fue capaz de poner en el aire muchas más bolas de las que nunca creyó.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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