La rosa púrpura de Extremadura
Lo único que confiere cierto sabor a competencia profesional es el póster de la película
LA BOLA DORADA
Dirección: Aitor Aspe.
Intérpretes: Lola Álvarez, Soraya Arnelas, José Antonio Lucía, Germán Giménez.
Género: infantil. España, 2017.
Duración: 83 minutos.
“En algún lugar de Extremadura…”. En principio, la cita inicial de La bola dorada promete: trasladar a nuestra más estricta cotidianidad un producto destinado al público infantil con el que los chicos puedan identificarse de verdad. Calles y colegios, casas y parques, quizá poco atractivos cinematográficos, incluso feos, pero indudablemente nuestros.
El problema es que hacer una película no es nada fácil. O al menos una película de aspecto profesional. Y Aitor Aspe, desde la dirección, y sus compañeros en el guion Juan Velarde y Maite Ruiz de Austri, ya veterana en esta línea de producciones infantiles de guerrilla, aunque asociadas a la animación —La leyenda del viento del Norte, El extraordinario viaje de Lucius Dumb—, no logran consumar un relato ni una imagen que se desprendan de la sensación de producto amateur realizado por un grupo de amigos que está empezando a practicar esto del cine.
De hecho, lo único que confiere cierto sabor a competencia profesional es el póster de la película, aunque con diseño casi calcado de Super 8 y de las producciones Amblin de los 80, y una protagonista con una varita mágica en la mano, al estilo Harry Potter. Sin embargo, no se hace una película con un póster; ni siquiera con el guiño —¿a quién, a los niños, a los padres?— de colocar a un famoso al frente del reparto: Soraya Arnelas, de Operación Triunfo. De modo que a pesar de la historia con reminiscencias de La rosa púrpura de El Cairo, con niña entrando y saliendo de su programa favorito de la televisión e interactuando con sus personajes, La bola dorada, con casi sonrojantes mensajes de autoayuda e intérpretes alzando las cejas como en una obra de instituto, solo es un vano intento —uno más esta semana— de aprovechamiento de los críos como principal consumidor de cine en nuestro país.
Y al César lo que es del César: lo mejor de la película, con diferencia, es la niña protagonista: Lola Álvarez, con acento extremeño y notable dicción.
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