Zhou Youguang, el lingüista que simplificó la escritura china con el sistema Pinyin
Su invento, que convierte los caracteres del mandarín tradicional en letras del alfabeto romano, ha revolucionado el aprendizaje del idioma y el despegue cultural
Un hombre que vive 111 años está llamado a realizar cosas grandes, y eso es lo que le ocurrió en vida al chino Zhou Youguang. Su sencillez fue la única barrera para que siga siendo un desconocido dentro de las fronteras en las que aplicó su gran invento, el Pinyin: un sistema de escritura que simplifica los casi ilimitados caracteres chinos para convertirlos en letras del alfabeto romano y, por tanto, trasladarlos a los teclados de teléfonos y computadoras, permitir la lectura y la comunicación entre ciudadanos chinos con distintos dialectos.
Es al Pinyin a lo que debemos ahora ortografías ubicuas como Beijing, que sustituyó a la anterior Pekín; Chongqing, que reemplazó a Chungking; Mao Zedong en lugar de Mao Tse-tung, y así miles de otros ejemplos. El sistema inventado y desarrollado por Youguang fue reconocido y adoptado por Naciones Unidas en 1986.
Pero volviendo al principio de su longevidad, el humor fue otra de las características de Zhou Youguang, y es que al parecer un adivino le advirtió en su juventud de que no viviría más allá de los 35 años, algo por otro lado verosímil porque era la esperanza de vida en los albores del siglo XX en China. Sin embargo, Zhou Youguang se convirtió en un superviviente tras pasar la tuberculosis, escapar de la muerte en un bombardeo japonés que mató al hombre que caminaba a su lado y esquivar las persecuciones comunistas. Él mismo explicaba su medicina moderna para vivir tantos años: comer cuando tenía hambre y dormir cuando estaba cansado, a lo que añadía el hecho de que “Dios me ha olvidado”.
Un anécdota más de su azarosa vida, en la que conoció a la dinastía Qing, el caudillismo, el ascenso del Comité Revolucionario del Kuomintang, la ocupación extranjera, la guerra civil, la revolución comunista y el despegue cultural y económico de China es que fue capaz de arruinarse tres veces, aunque siempre la buena educación que recibió y su nivel académico lo salvaron y pudo rehacer con éxito su vida.
Zhou Yaoping, su verdadero nombre, nació nacido el 13 de enero de 1906 en Changzhou, al este de China, en el seno de una familia acomodada, ya que su padre era un alto funcionario de la última dinastía imperial del país asiático. Años después adoptó el seudónimo Zhou Youguang, que significa “dar luz al mundo”.
Estudió en la Universidad de Saint John y después en la Universidad de Shanghai, donde se graduó en Economía y realizó cursos complementarios de lingüística. Años más tarde la invasión japonesa de 1937, cuando ya estaba casado y tenía dos hijos, lo obligó a huir a Chongqing, el primero de los numerosos destinos que frecuentó en su vida labora.
En 1946 se trasladó a Nueva York para trabajar a las órdenes de un banco chino en Wall Street y donde conoció a Albert Einstein. Sin embargo, cuando los comunistas tomaron el poder en China en 1949, Zhou rechazó las ofertas de trabajo de los bancos estadounidenses y optó por regresar a su país. Así lo hicieron otros muchos intelectuales que confiaban en que era el momento de construir una China nueva y mejor y en su caso lo hizo convirtiéndose en profesor de economía en la Universidad de Shanghai.
Poco después llegó la casualidad que, convertida en golpe de fortuna, le cambió la vida. Zhou Enlai, el primer ministro del país entre 1949 y 1976, lo había conocido en Chongqing y le pidió que trabajara en la supervisión de una reforma del lenguaje escrito. El gobierno comunista buscaba hacer del chino mandarín el idioma nacional y fomentar la alfabetización en todo el país. En 1955 convocó un comité para crear un sistema alfabético, basado en el mandarín, que fuera más sencillo de usar que los sistemas existentes. Zhou Youguang, para quien la lingüística era un pasatiempo, aceptó el reto y el resultado fue el sistema Pinyin.
Pinyin fue diseñado no para reemplazar las decenas de miles de caracteres tradicionales con los que se escribe chino, sino como una palanca ortográfica para transcribir el mundo laberíntico de esos caracteres. La escritura tradicional china, concebida hace más de dos mil años, es un sistema de logotipos en el que cada palabra del idioma está representada por uno independiente. Para el lector, cada logotipo transmite principalmente información semántica en lugar de fonética.
Gracias a Pinyin, que puede traducirse como “sonidos de deletreo” se ha reducido el analfabetismo en todo el país; ha aliviado el estudio del idioma para los extranjeros; ha permitido a los invidentes una manera de leer el idioma en Braille y también ha facilitado la rápida entrada del idioma en los teclados de las computadoras y teléfonos celulares.
El sistema Pinyin fue adoptado por el gobierno chino el 11 de febrero de 1958 y recibió la aclamación unánime, además de lograr Zhou evitar una primera persecución de Mao Zedong a los intelectuales, especialmente economistas que habían regresado de Estados Unidos. Sin embargo, durante la Revolución Cultural, la purga de intelectuales de Mao entre 1966 y 1976 le afectó directamente y Zhou Youguang fue calificado como una “autoridad académica reaccionaria”, por lo que fue exiliado durante más de dos años a un campo de trabajos forzados a los arrozales de la región de Ningxia, en el centro-norte de China.
Al regresar a casa continuó escribiendo sobre lenguaje, cultura y asuntos contemporáneos e incluso en la década de los 80 Zhou ayudó a supervisar la traducción al chino de la Enciclopedia Británica, por lo que también se ganó el sobrenombre de ‘Enciclopedia Zhou’.
De manera oficial, Zhou Youguang se retiró a los 85 años, pero siguió escribiendo una media de un ensayo al mes. En su capacidad continua de aprendizaje y adaptación también tuvo tiempo de abrazar las nuevas tecnologías hasta el punto de ayudar a la multinacional Sharp a diseñar la primera máquina de escribir electrónica china.
Zhou Youguang escribió al menos 10 libros después de cumplir 100 años, pero varios fueron prohibidos a medida que se volvió cada vez más enérgico en sus críticas al comunismo, hasta concluir que ya tenía poco que perder. En 2011 aseguró en una entrevista que esperaba vivir el tiempo suficiente para ver a las autoridades chinas admitir que la sangrienta represión de las protestas en favor de la democracia de la plaza de Tiananmen en 1989 había sido un error. “La historia nos engañó”, respondió en otra ocasión al ser preguntado sobre su decisión de regresar a China en 1949. Sin embargo, jamás se arrepintió de haberlo hecho.
Zhou Youguang falleció un día después de cumplir 111 años, el 14 de enero de 2017, en el Hospital Médico de la Universidad de Beijing. Su mujer, Zhang Yunhe, que fue una eminente erudita de kunqu, una de las formas más antiguas de la ópera china, murió en 2002. Estuvieron casados 69 años y tuvieron dos hijos: la pequeña murió a los 6 años por apendicitis y el mayor a los 80, en el año 2015, por lo que hasta el humilde Zhou sobrevivió a su familia.
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