Mark Hamill (Luke Skywalker): “Nunca pensé que volvería a pisar el Halcón Milenario”
El actor que encarna al protagonista de la saga de 'Star Wars' está feliz porque por fin en el Episodio VIII le dejan hablar
Para Mark Hamill, Star Wars es mucho más que una de las sagas más taquilleras de la historia del cine. Es su vida. “La guerra de las galaxias fue mi primera película, conocí a mi esposa en la cola de El imperio contraataca y tuvimos nuestro primer hijo cuando se estrenó El retorno del Jedi”, detalla el actor a EL PAÍS. Lo cuenta henchido de orgullo por seguir en la saga. “¿Cómo no iba a estar orgulloso? Pocas cosas han tenido tanto impacto en mi vida. A los que preguntan si no me importa ser recordado únicamente como Luke Skywalker solo puedo decirles que nunca esperé ser recordado. Por nada. Así que es todo un triunfo”.
A sus 66 años el californiano tiene algo de abuelo batallitas, imitando en su conversación los gruñidos de Harrison Ford, la sequedad de George Lucas, la suavidad de Peter Cushing o la elegancia de Alec Guinness. Está feliz porque por fin en el Episodio VIII, Los últimos Jedi (que es estrena en todo el mundo el viernes 15 de diciembre), le dejan hablar. “Porque el Episodio VII fue una pesadilla”, rememora sobre El despertar de la fuerza donde solo salía en pantalla 30 segundos en la última secuencia y sin decir palabra. “Si solo hubiera sido eso, vale. Pero cada semana, durante 50 semanas, dos días a la semana, me torturaron durante horas en el gimnasio con dieta estricta. ¡Para eso!”. Ahora pesa 22 kilos menos. “Tras las precuelas, nunca pensé que volvería a pisar el Halcón Milenario”, confiesa.
Sin embargo Hamill fue el último de los “veteranos” que dijo que sí a los episodios 7, 8 y 9 de Star Wars. “Lucas no había acabado de contarnos sus planes y Carrie [Fisher] le dijo que sí. Y hasta le pidió un papel para su hija [Billie Lourd] mientras yo le aconsejaba: ‘¡Piensa en tu agente! ¡Hazte la dura!”, rememora con ternura hacia su compañera de reparto, que falleció hace menos de un año. Hamill incide en que sus dudas tenían poco que ver con el dinero. “Vivo cómodamente en Nueva York con mi familia y no necesito más”, detalla, porque sigue cobrando por cada autógrafo que firma en convenciones. A cambio, invierte muchas de sus ganancias en los actos benéficos que organiza con su esposa Marilou York para niños con problemas médicos o económicos. “Me paralizaba el miedo. Miedo a destrozar algo que era perfecto y que provocaría el odio de nuestros fans”, se sincera. Su familia, la real, y la de Star Wars le presionaron. Y no le quedó otra salida cuando Harrison Ford aceptó resucitar a Solo: “De otra forma, habría sido el hombre más odiado del universo friki. Hubieran estado en la puerta de mi casa con antorchas y tridentes como Frankenstein en el molino. Y yo soy el mayor de los frikis”.
Con cariño, Carrie Fisher
La entrevista está marcada por la ausencia de Carrie Fisher. Se conocieron en el rodaje de La guerra de las galaxias cuando él tenía 24, y ella, 19 y su amistad resistió el éxito, las drogas, el alcohol y las canas. De ahí que la posibilidad de volver a verla en pantalla resucitada digitalmente le quita el sueño. "¿Qué sé yo? Mis hijos no hacen más que decirme: 'Cuando te mueras, ¿podemos vender tu imagen?'. Para ellos siempre fui una leyenda pero ahora además soy una leyenda de Disney. Y eso les encanta".
Su pasión por el proyecto le impide contar nada de Los últimos Jedi. Eso y el contrato de confidencialidad que le obliga a mantener la boca cerrada. “Lo peor de Rogue One es que cuando visité el plató el director me dijo como si tal cosa que al final todos mueren”, recuerda horrorizado. Así que prefiere contar el pasado que se inventó para Luke Skywalker, que el Episodio VIII presenta en lo alto de una isla perdida. “Dejó a los Jedi para casarse con una viuda, y su hijo murió mientras jugaba con el sable de luz de Luke. Fue una de las muchas ideas terribles que tuve durante el rodaje”, se ríe. En realidad, Los últimos Jedi muestra a un Luke cínico y más amargado que triste. De entrada no le sedujo lo más mínimo. “Pero, ¿qué sé yo? Me callé y acerté. La historia es de Rian Johnson. Él manda. Y más que un director, fue mi perro pastor”, dice. “Me quejaré pero estoy disfrutando de cada segundo de mi vida. Star Wars es lo que siempre quise hacer”.
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