El espectáculo musical de Las Bistecs contra el poder establecido
El dúo de Alba Rihe y Carla Moreno utiliza el humor y la música para criticar "las castas centralistas y conservadoras"
El cava es la fuente de diversión de la que beben Alba Rihe y Carla Moreno, Las Bistecs. Las dos amigas catalanas comparten escenario con grupos musicales, grabaron un disco el año pasado, Oferta, y hacen bailar al público en sus presentaciones. Podría decirse que hacen música. En cambio, para ellas el proyecto es sencillamente un show de humor, crítica y entretenimiento que empezó hace cuatro años en una tarde de vino espumoso y canciones pensadas para fastidiar a la gente. No tienen idea de cómo cantar o tocar un instrumento, pero con una copa en mano —como durante esta entrevista— y un poco de autocrítica, pueden producir efervescencia en el cuerpo y la cabeza de cualquiera.
Su éxito radica en la honestidad. Utilizan bases de música electrónica —que produce en la sombra su socio Adrià Gil— y letras que no cantan, sino que recitan como una sprechgesang (canción hablada), por lo que advierten al público de que sus presentaciones no son un concierto. “A la gente, eso le causa risa”, dice Moreno. Y ya que tampoco tienen pelos en la lengua a la hora de despotricar contra aquellas cosas que les disgustan de la sociedad española, han conseguido enarbolar una postura “punk” de mal gusto que les genera seguidores por doquier. Tan solo el videoclip de su tema Señoras bien, en el que se han inventado el término "chochocentrismo" de las castas centralistas y conservadoras, tiene 1,4 millones de visitas en YouTube.
A la manera del personaje Scaramouche de la novela El ejército de los sonámbulos, del grupo de escritores italianos Wu Ming, Las Bistecs quieren ser parte de una nueva corriente artística basada en el espectáculo, sí, pero con una buena dosis de escarmiento contra el poder. En aquella ficción literaria ambientada en los días de la Revolución francesa, el actor Leo Modonnét combate a los enemigos de la insurrección en la búsqueda de un “Nuevo Teatro”. En la vida real, Rihe y Moreno se burlan de los restos del franquismo que aún persisten en España con su electro-disgusting, un estilo que ellas mismas describen como “cutre bien cuidado” con el que lo mismo se pueden bailar los versos de Caminante, no hay camino de Machado que ridiculizar a las élites.
“Hay familias en España que llevan con poder muchos más años de los que hemos vivido”, critica Rihe. Ella es partidaria de que la autoridad cambie de manos con mayor frecuencia, “que sea circular”, pues considera que las personas al mando del país siguen bebiendo de corrientes políticas afines al franquismo. En ese sentido, Moreno se sorprende de las “cosas prehistóricas” que se dicen en la televisión. En pleno siglo XXI, nota una desconexión entre los representantes de la sociedad, que le parecen “de hace dos siglos”, y la gente que vive el día a día en la calle. “¿Dónde están los votantes del PP?”, se pregunta. “Yo no los veo”.
A pesar de su postura, Las Bistecs se descartan como las artistas más combativas de la escena. Simplemente consideran que sus canciones son “un testimonio literal de esta época” y que ellas son chicas normales a las que les ha tocado vivir en este contexto. “Venimos de la cultura del meme y del vocabulario de Twitter”. Así se asumen y por eso hacen autocrítica cuando juzgan las contradicciones modernas. “Nos encanta vivir cómodamente y viajar en taxi”, reconoce Rihe. “No solamente es el PP el mal de esta sociedad”, complementa Moreno.
A estas alturas de la entrevista, sus copas están vacías y ellas siguen sin saber nada de música. A propósito, se disculpan por aparecer en una sección de Cultura. Lo suyo es el humor, sin el que no conciben que Las Bistecs hubieran existido, pero es solo el vehículo para hablar de cosas más importantes. Esta misma charla, que originalmente trataba de su proyecto, termina siendo una manifestación de su postura políticosocial. Como sus canciones, que empiezan escribiendo con vino espumoso, pero que terminan convirtiendo en sátiras efervescentes del lujo y el poder. “Es el cava, no somos nosotras”, asegura Moreno.
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