En primera fila de la España incierta
La fotógrafa Marisa Flórez resume su trayectoria, enfocada en la Transición, en el libro ‘Franco ha muerto’
La comunista Dolores Ibárruri, Pasionaria, de negro, y el poeta Rafael Alberti bajando juntos los escalones del Congreso de los Diputados; el presidente del Gobierno Adolfo Suárez, serio, solo en su escaño; el líder de la derecha Manuel Fraga dormitando en su escaño y Felipe González, en el suyo con chaqueta de pana, el rey Juan Carlos tomando fotos a la reina Sofía y las infantas Elena y Cristina o el Guernica de Picasso, custodiado por un guardia civil ametralladora en mano...
La fotógrafa leonesa Marisa Flórez ha tenido el privilegio de asistir en primera fila a uno de los periodos más importantes, denostado ahora por algunos, de la agitada historia española del siglo XX: la Transición. Flórez comenzó su carrera en 1971, con 23 años, así que llegó a tiempo de retratar a los nuevos personajes que pisaban el hemiciclo. Flórez se incorporó a EL PAÍS en 1976, procedente del diario Informaciones. Cuatro décadas después, ha resumido su trabajo de aquellos años de incertidumbre en el libro Franco ha muerto (Libros.com) título tomado de la histórica frase que pronunció, el 20 de noviembre de 1975, un apenado Carlos Arias Navarro, entonces presidente del Gobierno, para anunciar el fallecimiento del dictador. Este volumen se complementa con el dedicado por la misma editorial al fotoperiodista Raúl Cancio, Españoles...
"Este libro de fotografía es un relato de cómo cambió la política en aquellos años. Había algunos protagonistas que venían del régimen franquista y otros se incorporaban a la política", dice Flórez. "Precisamente, la política pasó a dominar la información en la prensa porque antes estaba controlada y censurada, y se entró en una explosión de libertad, se podía ir a sitios que antes era imposible", añade la premio Nacional de Periodismo Gráfico en 1979.
Ahondando en aquel periodo, Flórez asegura que "fue una etapa de diálogo, en la que todos querían cambiar de dónde veníamos". "Habernos permitido estos 40 años de progreso, con sus muchos problemas... pero está claro que para algo sirvió la Transición". ¿Y en comparación con la política de ahora? "Son épocas muy distintas, pero aquellos políticos supieron estar a la altura de las circunstancias...".
Editado mediante micromecenazgo, las 200 páginas del volumen incluyen, junto a las imágenes, detalles de algunas instantáneas, negativos, hojas de contacto… El repaso de las fotos ofrece encuadres originales y composiciones sorprendentes. Una intención en la mirada muy distinta a la que Flórez halló cuando empezó a enfocar: "La fotografía rellenaba huecos en los periódicos, el redactor decía ‘mi fotógrafo’ cuando iba a cubrir una información, hombre, hasta ahí podíamos llegar, y faltaba una buena edición. Yo planteaba que las imágenes debían estar al mismo nivel de un texto y discutíamos sobre ellas como de un artículo".
No solo de política se nutrió su oficio. Flórez hizo fútbol, toros, vida social, temas de mujeres… "Está claro que en las fotos que haces no solo se ve lo que ocurre, también pones un poco de ti, sin que eso signifique que manipulas, claro". ¿Y qué ha puesto ella? Cuatro ingredientes: "Paciencia, preparación, leyendo y viendo muchas imágenes; vivir con la gente, porque te proporciona algo de lo que luego puede salir de ti, y la ilusión". La suma tiene como resultado una palabra: "Profesionalidad".
Como otros reporteros veteranos, Flórez vivió el paso al digital, pero sin traumas, y ahora asiste, como profesora en la Escuela de Periodismo de EL PAÍS, a la continua cascada de imágenes con las redes sociales y los avances tecnológicos de cámaras y móviles. "Algo que ocurra en cualquier parte del mundo cualquiera puede fotografiarlo y que ello se utilice en un periódico", pero advierte de que ubicuidad no puede convertir "esas webs en cubos de basura en las que vale cualquier cosa". "Eso hace mucho daño, aunque, ojo, en Internet se pueden hacer cosas increíbles".
Babelia
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