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“El glamur de los actores es una pantomima”

Javier Gutiérrez protagoniza 'El autor', una película que mezcla realidad y ficción para retratar las obsesiones de un escritor

Javier Gutiérrez, el pasado martes en Madrid.
Javier Gutiérrez, el pasado martes en Madrid. CLAUDIO ÁLVAREZ
Tommaso Koch

Hay relatos ocultos en cada individuo que uno se cruza. El anciano silencioso del quinto piso adora el ajedrez y desprecia la democracia. La portera se fija siempre en las piernas de los hombres y, cuando canta, es capaz de sacudir el alma. Y a saber qué podría narrar aquel señor que pasea su perro por la acera. Álvaro observa, pregunta, toma nota, a veces graba a escondidas. Y luego escribe. Ya no ve vecinos ni transeúntes, solo personajes. Las existencias a su alrededor únicamente sirven como material para su novela. Está dispuesto incluso a intervenir para hundirlas, si el libro así lo precisa. Juega con la vida y la ficción, con fuego. Aunque él, a su vez, protagoniza una historia: la cuenta El autor, la nueva película de Manuel Martín Cuenca que llega hoy a las salas.

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“Es un filme difícil de encajar, en un país con muchos cines en centros comerciales. Es complicado salirse del camino que nos dictan. Pero es una película necesaria, una de las grandes apuestas españolas de esta temporada”, promete Javier Gutiérrez (Luanco, 1971). El actor se mete en la piel de Álvaro y en su existencia frustrada. Trabaja en una notaría, sueña con publicar una gran novela, pero en tres años de taller de escritura no ha sacado una sola línea que su profesor aprecie. Mientras, su mujer acaba de editar un superventas aplaudido por todos salvo por él mismo, que lo considera basura falsa. Álvaro persigue la verdad, y por ello empieza a bucear en las vidas que le rodean, hasta la obsesión.

Gutiérrez, en parte, le entiende. “Me cuesta mucho desprenderme del actor que soy. Voy por la calle imaginando y observando, que son nuestras dos herramientas más poderosas. A veces paseo solo recitando textos. Si te cruzas con un actor, puede parecerte un chalado”, se ríe. Aunque a Martín Cuenca le pareció más bien la primerísima opción. Desde que terminó el guion, basado en la novela El móvil, de Javier Cercas, el cineasta quiso a Gutiérrez para el papel protagonista. Llegaron a reunirse varios días en Sevilla, donde está rodado el filme, para conocerse, compartir ideas y hasta alguna borrachera. Por lo que cuentan ambos, debió de ser un flechazo.

“Manolo es el mejor director de actores de este país. Con él, inicias un viaje en el que hay que estar dispuestos a ir hasta el final. Tiene una metodología particular, hace que llegues al resultado de una forma muy curiosa, pero no voy a desvelarla”, concreta a medias Gutiérrez. Alguna secuencia del filme, como sus desnudos integrales, ayuda a entender a qué se refiere. El intérprete añade una segunda explicación: “Los actores trabajamos con las emociones, así que es interesante que el director se preocupe por sus intérpretes, los conozca y sepa sacarles la mayor cantidad de jugo sin dañarles. Somos material altamente inflamable, muy frágil”.

Acoso y ego

Desde hace semanas, el mundo del cine es sacudido por las denuncias de acoso sexual lanzadas por decenas de mujeres contra pesos pesados como Harvey Weinstein o Kevin Spacey. Gutiérrez asegura que no ha visto ni oído hablar nunca de ningún caso en la industria española, pero sí analiza lo ocurrido en Hollywood. "Me provoca bochorno, e incredulidad de que haya estado tanto tiempo tapado. También habla de la egolatría, de hasta qué punto hombres como Harvey Weinstein o Kevin Spacey tienen un poder tal que se creen con el derecho a intimidar y acosar a quien quieran. Creo que esto ocurre en cada profesión, no sé por qué en el cine no se ha hablado antes de esto, es otra pregunta que hay que ponerse".

¿Frágiles? ¿Los divos del cine? “La imagen del glamur de los actores, de la alfombra roja, es falsa, una pantomima. Ocurre una vez al año, en los Goya. Más del 90% de mis compañeros de profesión no puede vivir de su oficio. Me gustaría que cualquier ciudadano pudiera ver lo difícil que es levantar una película y todos los malos momentos que director, productores o actores pasan en el rodaje”, responde Gutiérrez. Así que él, en los últimos años, está instalado en la excepción. Desde que obtuvo el Goya al mejor actor protagonista en 2015, por La isla mínima, se desdobla entre pantalla y tablas. Se le ve en series, en teatro, en filmes indie y hasta en superproducciones internacionales como Assassin’s Creed. Su currículo se engrosa, su alegría también. Eso sí, con matices.

“No todos los proyectos en los que participo me gustan, aunque no me arrepiento de nada. Es el actor el que tiene que dignificar su trabajo. Pero cuando hago El autor o El olivo me siento muy orgulloso, un privilegiado”, explica el intérprete. En todo caso, la propia película invita a bajar los humos, ya que se divierte a ridiculizar egos e ínfulas que rodean la creación. ¿Entre los actores son muy comunes? “En un país en el que se hacen tan pocas películas, con la industria que hay, si alguien tiene alma de star system me provoca vergüenza ajena”. Como su personaje, cuando repite que quiere escribir literatura “de verdad”.

Lo cierto, aun así, es que el filme sí puede presumir de algo: por primera vez un largo español se alzó con el premio FIPRESCI de la crítica en el festival de Toronto. Ahora queda la batalla más importante: convencer al público. Cada espectador, al fin y al cabo, es una historia distinta.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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