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Varios músicos denuncian una carta en la SGAE

La gestora de derechos pregunta a los artistas si han firmado en contra de la entidad para "tomar medidas" y "obrar en consecuencia"

Fachada de la sede de la  SGAE en Madrid.
Fachada de la sede de la SGAE en Madrid.Alvaro Garcia (EL PAÍS)
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Escribe Sun Tzu, en su obra más conocida: “El arte de la guerra es el arte de la vida”. Decenas de estrategas han seguido al pie de la letra el manual del general chino pero pocos han aplicado esta frase con tanto rigor como la SGAE. La principal entidad de gestión de los derechos de autor en España vive sin treguas, instalada en los conflictos. Su última batalla estalló tras una carta de Antonio Martínez Bodí, Director de los Servicios Jurídicos. Iba dirigida a varios socios, entre ellos Alejandro Sanz, Melendi o Bebe. Pero ha acabado en manos de otros destinatarios: la policía y la Audiencia Nacional.

En la misiva, del 23 de octubre, Bodí aseveraba que muchas informaciones recientes de la prensa han dañado a la SGAE y que “la mayoría no se corresponde con la verdad”. Por tanto, según le explicaba al “estimado socio”, la entidad se va a ver obligada a “tomar medidas” para defenderse. “Habida cuenta que tu nombre aparece en muchas de estas informaciones como integrante de la asociación COA [Coalición Autoral, a la que la misiva atribuye ‘propiciar’ las noticias negativas], por lo tanto apoyando las informaciones que la misma ha ido haciendo públicas, sin que tengamos constancia cierta de que esto sea así, pudiéndose estar utilizando tu nombre sin tu consentimiento, te rogaría que me ratificaras estos extremos para obrar en consecuencia”, se lee en el documento, al que tuvo acceso este diario.

Para Sanz, entre otros, la carta resultó “insólita e inaceptable”. Así la definen sus abogados en los escritos con los que han puesto en conocimiento del tribunal y de la UCDEF (Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal) lo ocurrido. Consideran que la misma entidad que debería “velar por los intereses de los artistas y autores”, los amenaza con represalias si se oponen a su gestión. Y, en una respuesta enviada a Bodí el mismo 23 de octubre, le preguntaron si había actuado por su cuenta o si contaba con el visto bueno del presidente, José Miguel Fernández Sastrón. Dicen que nunca les contestó. Manuel Recio, conocido artísticamente como Patacho como fundador del grupo Glutamato Yeye, citado en la misiva como el hombre “al frente de COA”, también ataca: “La carta demuestra o bien un desconocimiento enorme o bien mala fe”.

Fuentes de la SGAE explican que la misiva sí estaba autorizada por el presidente, pero desmienten la interpretación de estos socios. Defienden que pretendía simplemente “comprobar que no se estuviera usando” su nombre sin autorización para atacar a la entidad. Como prueba, relatan que otros destinatarios contestaron a la petición sin ningún problema.

Lo cierto, aun así, es que la guerra de las cartas esparce nueva gasolina sobre un ambiente siempre incendiario. Más, si cabe, desde el estallido del caso rueda. Así se conoce a la trama por la que varios socios de la SGAE y directivos de televisión se embolsaban millones gracias a la recaudación de la música emitida en los programas de madrugada. El presunto fraude está siendo investigado, precisamente, por UCDEF y Audiencia Nacional. Pero, mientras, no para de sacudir a una entidad ya repleta de grietas.

Unos 150 músicos, de Sanz a Pablo Alborán, de Amaral a Iván Ferreiro, se declararon víctimas de estafa por la SGAE y sus gestores, y piden al ministerio de Cultura que intervenga. Otros socios han salido en defensa de la rueda, a la vez que Sastrón asegura haberla parado y ha visto cómo Mónica Fernández de Valderrama, miembro de la junta directiva, ha sido imputada por supuesto fraude. El propio presidente superó una moción de censura con la que parte de la junta directiva pretendía tumbarle, acusándole de connivencia con la rueda.

Hay más heridas que desangran la SGAE. En los últimos meses, ha perdido clientes poderosos –como las asociaciones de guionistas (WGA) y directores (DGA) de EE UU-; una próxima modificación de la Ley de Propiedad Intelectual aumentará el control sobre la entidad y planea liberalizar en parte la gestión del derecho de autor; la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia inició un expediente sancionador contra la SGAE por “posibles prácticas restrictivas de la competencia”; y la entidad se ha comprometido a aplicar, en su próximo reparto, en diciembre, un laudo internacional que dificulta sensiblemente las recaudaciones millonarias que generaba la rueda.

A todo ello hay que sumar más conflictos internos entre editores y autores, cambios de bandos continuos, y hasta presuntas sustracciones de documentos. Una guerra cada día, como en Juego de Tronos.

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