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Muere la actriz y escritora Anne Wiazemsky a los 70 años

Musa y exesposa de Godard, se emancipó de su entorno burgués para convertirse primero en intérprete y después en novelista de éxito

Álex Vicente
La actriz Anne Wiazemsky en la película 'Sympathy For The Devil' (1968).
La actriz Anne Wiazemsky en la película 'Sympathy For The Devil' (1968).Ian Tyas (Getty Images)

La actriz y escritora francesa Anne Wiazemsky ha fallecido este jueves a los 70 años en París a consecuencia de un cáncer fulminante. Wiazemsky nació en 1947 en Berlín, hija de un diplomático que descendía de una familia de príncipes rusos en el exilio y de una conductora de ambulancias que trabajaba para la Cruz Roja en la capital alemana, hija del gran escritor François Mauriac. Vivió una infancia nómada a causa del oficio de su progenitor, que le llevó a vivir en Suiza y Venezuela. Regresaron a París en 1962, tras la muerte temprana de su padre, también por un cáncer, cuando se instaló con su madre y su hermano, el caricaturista de prensa Wiaz, en casa de su abuelo. Solía decir que fue Mauriac, conservador pero nunca dogmático, quien le enseñó a ser transgresora. Hasta el final de sus días, Wiazemsky fue una mujer tímida pero también pizpireta, de flequillo recto y pelirrojo, voz algo monocorde y mirada impregnada de una interminable melancolía. Llevaba meses enferma, pero no había perdido, según su círculo íntimo, el áspero sentido del humor por el que fue conocida.

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Wiazemsky se convirtió en un rostro conocido en 1966, a los 19 años, cuando Robert Bresson le ofreció el papel protagonista de Al azar de Baltasar, la inolvidable historia de amistad entre una chica y un asno. Más tarde, la actriz novelaría sus recuerdos sobre ese rodaje en La joven (El Aleph). Wiazemsky contaba cómo Bresson se encaprichó de ella, pese a ser 46 años mayor, y se comportó de forma celosa y posesiva hasta que se vio obligada a romper relaciones con él. No se reconciliaron hasta muchos años después, al encontrarse por casualidad en la cola de un cine. Publicado con éxito en 2007, sería su libro más difícil: Wiazemsky tuvo que interrumpir su escritura dos veces y quiso volver a redactarlo en tercera persona poco antes de que saliera a imprenta. Fue entonces cuando su editor, Antoine Gallimard, con quien mantuvo una estrecha amistad, le dijo que lo dejara correr de una vez. Pese a considerarla una obra maestra, a Wiazemsky no le gustaba verse en esa película. Su interpretación le parecía irregular (por no decir otra cosa), aunque reconocía que, en algunas escenas, veía a una actriz que empezaba a nacer.

En realidad, el enfado con Bresson estuvo provocado por el inicio de su relación sentimental y posterior matrimonio con Jean-Luc Godard, por el que el austero director nunca tuvo especial aprecio. Wiazemsky se partía de risa al recordar que, cuando le anunció que se iba a casar con Godard, el veterano director le recriminó que era demasiado mayor para ella. Tampoco a Mauriac le hizo ninguna gracia que saliera con un enfant terrible como Godard, aunque se contentó pensando que por lo menos vivían bajo la sacrosanta institución matrimonial y no en concubinato. Con Godard, que decía que se enamoró de ella al descubrir una foto en una revista, rodaría un total de siete películas, que corresponden al periodo revolucionario del jefe de filas de la Nouvelle Vague, entonces bajo el poderoso influjo del Mayo francés. La primera fue La Chinoise, en 1967. La última, Tout va bien, estrenada en 1972, año de su divorcio.

Wiazemsky relató ese periodo de su vida en dos novelas, Un año ajetreado (Anagrama) y Un an après, inédita en castellano, como la mayor parte de su obra. Ambas darían lugar a Le redoutable, la nueva película de Michel Hazanavicius, el oscarizado director de The artist, que llega a la cartelera española el jueves que viene. Wiazemsky se negó, en un principio, a cederle los derechos. No cambió de opinión hasta que el director le dijo que veía su historia “como una comedia”.

Además de con Godard, Wiazemsky rodó con grandes directores como Pier Paolo Pasolini, que le ofreció el papel de la hija de la familia protagonista de Teorema, y también con Marco Ferreri, Alain Tanner, Michel Deville, Philippe Garrel o André Téchiné. A principios de los ochenta, sus papeles en el cine se volvieron más escasos. Fastidiada por periodos de paro que eran cada vez más largos, e influida por los libros de su admirada Colette y por los de Patrick Modiano, Wiazemsky decidió ponerse a escribir. En 1988, debuta con una serie de relatos breves, Des filles bien élevées, al que seguirán premiadas novelas como Canines o Hymnes à l’amour, donde investigó sobre la amante de su padre. También se llevó el premio de la Academia Francesa en 1998 con Une poignée de gens, que exploraba sus orígenes rusos. Wiazemsky escribía sobre el pasado, pero sin un ápice de nostalgia, sirviéndose de recuerdos difusos pero penetrantes. “La memoria es una excelente novelista”, solía decir.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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