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OBITUARIO

David Tang, mecenas, empresario del lujo y columnista

El magnate de Hong Kong fue uno de los hombres mejor relacionados de Reino Unido

David Tang, en su oficina de Hong Kong en 2004.
David Tang, en su oficina de Hong Kong en 2004. SAMANTHA SIN (AFP/Getty Images)

Caballero de la Orden del Imperio Británico, íntimo amigo de Fidel Castro y compañero eventual de baile de la reina Isabel II de Inglaterra, el magnate de Hong Kong David Tang fallecía el pasado martes víctima de un cáncer de hígado. Al que fuera fundador de la firma Shanghai Tang —la primera marca china de moda de lujo— no le dio tiempo a asistir a la fiesta de despedida que había organizado tras conocer la fecha aproximada de su muerte.

Conocido como el millonario mejor conectado de Reino Unido, Tang cosechó tantas amistades a lo largo de su vida que se llegó a decir que poseía la agenda más completa de todo Londres. Nacido en Hong Kong hace 63 años, el versátil empresario fue enviado con 13 a un internado en Cambridge —la escuela Perse— y tras estudiar Filosofía y Derecho enseñó Literatura Inglesa y Filosofía en la Universidad de Pekín durante un año. Sin embargo, el carácter emprendedor de su familia le empujó a abrir en 1991 su primer negocio, el restaurante y club privado China Club, que más tarde se expandió por China y Singapur.

Su talento empresarial le llevó a fundar otras firmas de éxito en Hong Kong, como La Pacific Cigar Company para los amantes de los habanos. En un momento de gran expansión de la economía china su amplia red de contactos atrajo a muchas compañías multinacionales y se convirtió en asesor de empresas como Blackstone, Tommy Hilfiger o British Airways.

Petróleo, oro y restaurantes de alta gama le abrieron puertas y corazones de muchas celebridades de las que luego aireó anécdotas escandalosas en la columna semanal que escribía para el Financial Times. En ella también compartía sus propias experiencias y aconsejaba a los lectores sobre normas sociales. Fue confidente de las supermodelos Kate Moss y Naomi Campbell y, entre otras facetas, un pianista consumado que llegó a consejero de la Orquesta Sinfónica de Londres.

Tang deja un rico legado en las artes y cultura, especialmente en Hong Kong, ciudad que marcó su carácter y consideró su casa. En su columna del 30 de junio prometió permanecer leal y nunca abandonarla porque “es donde hemos vivido lo que quedaba del imperio y la espectacular ascensión de China. Hemos sido parte de un cuento extraordinario”.

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