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San Sebastián: arte, comida, playa y controversia

Mientras una exposición reflexiona sobre los excesos de la industria vacacional, la ciudad debate el futuro de su turismo

Los turistas pasean por el centro de San Sebastian.
Los turistas pasean por el centro de San Sebastian.javier hernández juantegui (EL PAÍS)

El bar Néstor, uno de los bares más populares de la Parte Vieja donostiarra y también uno de los más pequeños, admite reservas para un cacho de barra.

- No puede ponerse usted ahí, está reservado.

- Pero si es la barra.

- Ese trozo está reservado.

Hace un siglo, un enjambre de turistas

Borja Hermoso

En opinión de Manu Narváez, director de San Sebastián Turismo & Convention Bureau, la diferencia entre esta y otras ciudades con el problema del turismo multitudinario es que San Sebastián es lo que es precisamente por el turismo. "Así como en otros modelos de ciudad, Barcelona por ejemplo, no irrumpe el turismo hasta los noventa cambiando la fisonomía de la ciudad, Donosti es así desde mediados del siglo XIX, cuando viene aquí la reina Isabel II y descubre un nuevo modelo de negocio y de vida". Un dato sorprendente que apoya sus tesis: según datos recogidos en el libro El turismo en el País Vasco: vida e historia, de Rafael Aguirre Franco, el número de pernoctaciones hoteleras en el San Sebastián de 1907 -cuando la ciudad no alcanzaba los 45.000 habitantes- fue superior al registrado en el verano de 2016: 1.356.019 pernoctaciones en 1907 por 1.265.546 en 2016.

En otros bares, la clientela hace cola desde media hora antes de su apertura. John Warren, joven empresario británico instalado en la ciudad y fundador del establecimiento Mimo, cobra 150 euros por un tour de degustación de pintxos. En estos días de Semana Grande, y en general a lo largo del verano, resulta una auténtica aventura traspasar el umbral de las tabernas donostiarras. Los aparcamientos públicos están hasta arriba. Los restaurantes, hasta la bandera. Las heladerías son, en cuanto acaban los fuegos artificiales y el toro de fuego, literales campos de batalla. Los hoteles, apartamentos, hostales y pensiones colocan el no hay billetes. Hay, en la actualidad, 20 proyectos de nueva apertura de hotel en Donostia, una ciudad de 185.000 habitantes.

En esta auténtica Babel turística en que se ha convertido San Sebastián desde abandonar ETA las armas y desde que la ciudad sale cada dos por tres en las páginas de The New York Times, The Times o Le Monde como uno de los destinos de moda en el mundo, se está produciendo un fenómeno sociológico que tiene preocupado a un importante segmento de la ciudadanía donostiarra, muy poco dada, por cierto, a grandes alteraciones en su devenir cotidiano: muchos nativos han dejado de frecuentar la Parte Vieja, tradicional lugar de esparcimiento. No faltan quienes creen que el turismo los está echando de su ciudad.

De manera más que oportuna, los responsables del Centro Cultural Koldo Mitxelena han montado hasta octubre la exposición TURISMOs. La transformación social y urbana producida por la masificación del viaje, una divertida aunque inquietante reflexión desde el arte contemporáneo acerca de los excesos y las trampas en que ha incurrido la industria turística. Creadores como Rogelio López-Cuenca, Andrés Nagel, Antoni Muntadas o Andreas Pichler aportan obras para este debate artístico-sociológico en torno a la democratización y masificación de la vieja idea del Grand Tour surgida en el siglo XVIII.

El alcalde, el peneuvista Eneko Goia, explica: “Nosotros estamos a punto de aprobar una normativa que prohíbe la apertura de más establecimientos hoteleros en la Parte Vieja”. El alcalde matiza y alude al tirón del turismo cultural, marca indeleble de Donostia gracias entre otras cosas a sus festivales  internacionales cine, jazz, música clásica y gastronomía. “Donosti no es una ciudad turística. La actividad cultural de la ciudad es notable y el potencial de la gastronomía es altísimo, pero el reto es mantener los rasgos que nos hacen auténticos”.

Las medidas de choque a las que alude el regidor municipal se refieren sobre todo al control –por lo que se ve, hasta ahora descontrol- de pisos de alquiler en la zona antigua. El 84% de los pisos turísticos en el casco viejo de San Sebastián son ilegales y solo el 16% cumple las normativas del Gobierno Vasco y el Ayuntamiento de San Sebastián, según la plataforma vecinal Parte Zaharrean Bizi-Vivir en la Parte Vieja, que cifra en 275 el total de este tipo de viviendas en el barrio. “Es una ordenanza que afectará a los alquileres vacacionales, de forma que no solo no se incrementen los pisos de alquiler, sino que cuando desaparezca alguno, no se sustituya por otro nuevo”, argumenta Manu Narváez, director del organismo San Sebastián Turismo & Convention Bureau, dependiente del Ayuntamiento. Ese plan de choque entraría en vigor, teóricamente, para el verano próximo.

Amaia Ortuzar es la propietaria y alma mater del bar-restaurante Ganbara, uno de los templos del buen vivir de la Parte Vieja y de la ciudad en general. El Ganbara fue elegido recientemente por 4.500 críticos y escritores gastronómicos que votaron en el blog Opinionated About Dining (OAD) como el mejor establecimiento de Europa dentro de la categoría gourmet casual. Ortuzar entiende que el turismo y sus problemas sea hoy un delicado tema de debate, pero quiere matizar: “Yo entiendo que para la gente de Donosti es incómodo tanto turista, pero hablamos de dos meses al año. Lo que hay que controlar aquí y en todos lados es el turisteo barato, los grupos del botellón y la juerga ruidosa. Y los pisos de alquiler ilegales, sobre todo. El Ayuntamiento tiene que controlar todo, todo… oye, igual que nos controla a nosotros, a los de los bares, ¿no?”.

Ana Intxausti, una experimentada guía para turistas extranjeros con posibles alude a algunos excesos flagrantes en los precios y a prácticas poco o nada defendibles por parte de ciertos hosteleros. “El otro día fui a un conocido bar de la Parte Vieja con cinco turistas turcas. Nos cobraron por dos botellas de txakolí y unos pimientos de Gernika 48 euros, y eso es un escándalo, yo nunca había visto esto”. De hecho, corre la especie de que algunos taberneros del casco viejo tienen dos y hasta tres tarifas en sus bares: una para los de casa, otra para los guiris y otra, exclusivamente, para los japoneses. “Pues es verdad, aunque no es lo habitual, ¿eh? Tenemos una guerra abierta con eso. Tenemos localizados ahora mismo tres establecimientos que actúan así, y ya están denunciados”, explica Mikel Ubarretxena, presidente de los hosteleros guipuzcoanos además de vicepresidente de la Real Sociedad. “Yo no tengo ese dato, porque si lo tuviera actuaría de inmediato porque me parece un escándalo”, zanja el alcalde.

Las causas esenciales del boom en San Sebastián son, según Ubarretxena, el fin del terrorismo y el auge del turismo internacional: “El cese del terrorismo ha hecho que la ciudad vuelva a estar en boca de todos. Además, el turismo extranjero ha crecido exponencialmente, la ciudad no estaba acostumbrada a esto. Antes, el turismo que venía a San Sebastián era más catalán-madrileño, y ahora se ha abierto a todo el mundo”. Según datos del organismo San Sebastián Turismo & Convention Bureau, fue exactamente en 2013 cuando el número de pernoctaciones de turistas extranjeros superó al de turistas nacionales en San Sebastián.

Pero hay más. Según el presidente de los hosteleros, Donostia no está preparada para acoger a tanta gente. “Prácticamente no tenemos aeropuerto, los vuelos cuestan una locura. Casi no tenemos tren, no llega la alta velocidad. Es una ciudad apetecible que está saliendo todo el día en The New York Times, pero de muy difícil acceso. Yo creo que todo esto, a los políticos, les ha pillado descolocados”.

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Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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