“Don Quijote no se habría vuelto loco si hubiera vivido en una ciudad”
El filólogo y académico Francisco Rico recopila los ‘Anales cervantinos’ publicados en EL PAÍS
“El Quijote es un libro muy divertido, accesible a cualquier lector y el único texto europeo que durante 400 años ha sido un best seller, mientras que de Dante o Shakespeare hubo siglos en los que nadie se acordaba”, declara el filólogo y académico de la lengua Francisco Rico (Barcelona, 1942) en conversación telefónica. Los artículos que publicó en EL PAÍS, en 2015 y 2016, bajo el título de Anales cervantinos, en conmemoración de la publicación de la segunda parte del Quijote, en 1615, y de la muerte del escritor, en 1616, los ha recopilado Rico en un libro que, subraya, puede leerse como la más famosa obra de Cervantes, “picando allá y acá, sin orden fijo”.
Su propósito en estos “ensayos breves” fue “entre bromas y veras, a veces en tono satírico y otras en serio, hablar de cuestiones fundamentales para entender el Quijote por parte de cualquier lector”. Y de paso intentar acabar con “los tópicos, falsas ideas y papanatismos a costa de Cervantes y su héroe”. Por ejemplo: “Se ha dicho que es un libro contra las novelas de caballerías, pero en realidad se inspira en la vida de los aristócratas de la época, que pasaban el tiempo jugando a ser caballeros en justas y torneos. Si don Quijote hubiera vivido en una ciudad, habría dado rienda suelta a todos esos deseos y no habría enloquecido”. El protagonista de la novela es “alguien que quiere conseguir unos fines, y normalmente no lo logra”. “Pues nosotros vivimos todos los días así, haciendo planes y contándonos historias. Por eso nos reconocemos en el personaje”.
Rico ha intentado también limpiar “la hojarasca” en torno a creencias como que Cervantes pudiera haberse inspirado en un modelo vivo, un loco de remate, o el afán de varios pueblos manchegos en ser la pequeña población —que eso significaba entonces “lugar”— donde nació el hidalgo.
Otra aclaración, cuando en la primera frase del libro, Cervantes escribe “de cuyo nombre no quiero acordarme”, no significa que sea por su voluntad, “que el narrador así lo desee, sino que no llega a hacerlo”. Ah, y quede claro que el nombre del libro es el Quijote, no El Quijote. “En el español clásico, si el título de una obra era un nombre propio, se citaba sin artículo”.
Los huesos del manco de Lepanto
Muy aguda es su crítica a la movilización política para hallar los huesos del manco de Lepanto en el madrileño convento de las Trinitarias: “Una campaña de propaganda de Ana Botella [ex alcaldesa de Madrid, del PP] en la que cayó una institución como la Real Academia”. Y asimismo con la creación de una comisión nacional para conmemorar el IV centenario de la muerte de Cervantes, “constituida por un batiburrillo de secretarios de Estado, subsecretarios, representantes de ministerios, directores generales, hasta media docena de consejeros autonómicos y el alcalde de Alcalá de Henares”. “¿Cómo puede esperarse una coordinación segura?”, se pregunta el autor de Anales cervantinos, que ha publicado la editorial Arpa.
El seguimiento de la prensa de este IV centenario también es objetivo de la ironía de Rico. Como cuando le preguntaron unos periodistas a quién votaría Cervantes en unas elecciones. Al cervantista le pidió el cuerpo responder: “¿Y qué coño quiere que le diga?”, pero contestó que el escritor alcalaíno se parecería hoy a “un voluntario de la División Azul que ha aceptado la Transición, porque quiso vencer a los turcos y convertirlos al catolicismo, y si lo hubiese logrado hoy estaríamos muchísimo mejor, dicho sea de paso”.
El crítico literario y profesor explica por qué el Quijote es un clásico universal. “Todo el mundo tiene una idea del protagonista, de sus aventuras, y al leerlo por cualquier parte uno se encuentra en terreno conocido. Si alguien saliera a la calle vestido como don Quijote, sabríamos de quien se trata, lo que no ocurre con otros grandes personajes de la literatura”.
Entonces, ¿pueden los jóvenes de hoy, de lectura en móviles y fragmentaria, querer leer un supuesto tocho como el Quijote? “Lo que hay que hacer en la enseñanza es precisamente darles el Quijote a trocitos, y así acabarán enganchándose”.
Babelia
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