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El refugio de Ava Gardner en la Costa Brava se renueva

El Hostal La Gavina de S’Agaró remodela las ‘suites’ por las que pasaron actores, toreros cantantes y otros famosos de los cincuenta

Margot Molina
Península S'Agaró, en Girona, con el Hostal La Gavina a la izquierda.
Península S'Agaró, en Girona, con el Hostal La Gavina a la izquierda.

El responsable de que una península pedregosa y seca habitada tan solo por rebaños de cabras hasta principios del siglo XX se convirtiera en el lugar favorito de actores, aristócratas y bons vivants en los años cincuenta fue un gerundense, Josep Ensesa Pujades, dueño de una harinera y con clientes morosos. Uno de ellos, un cabrero, saldó su deuda con el industrial con un solar en S’Agaró, una punta rocosa, árida y agreste bañada por el Mediterráneo en Girona, en lo que ya se había bautizado como la Costa Brava. Era terreno baldío que nadie quería, pero cuando en España empezaron a ponerse de moda los baños de mar, su hijo, Josep Ensesa Gubert, le convenció para construir dos casas en 1923 y venderlas a los futuros veraneantes.

El músico Xavier Cugat y la cantante Abbe Lane, en La Gavina, en 1958.
El músico Xavier Cugat y la cantante Abbe Lane, en La Gavina, en 1958.

Sin embargo, a las viviendas, que proyectó el famoso arquitecto Rafael Masó, no les salieron novios así que para aprovechar la inversión las reconvirtieron en alojamiento para bañistas después de que Masó las uniera a través de un pasillo. En 1932 abrió sus puertas el Hostal La Gavina con 11 habitaciones; ahora, 85 años más tarde, el establecimiento —el único cinco estrellas gran lujo en Cataluña— tiene 74 habitaciones que sus actuales dueños, los cuatro nietos de Ensesa Gubert, han ido renovando para la ocasión con el mismo mimo que las ideó su abuelo y aumentando la colección de antigüedades que él fue comprando en sus viajes.

Una de las habitaciones de La Gavina.
Una de las habitaciones de La Gavina.

Estancias que hicieron suyas no solo la crème de la crème de Hollywood, sino también intelectuales, músicos, artistas, toreros, políticos... John Wayne, Cole Porter, Luis Miguel Dominguín, Josep Pla, Dalí, Xavier Cugat, Frank Sinatra y Sean Connery han pasado por La Gavina. Con la creación de un festival musical y una regata —acontecimientos que anunciaban los coloristas carteles de Moneny—, el abuelo Ensesa convirtió un erial en el corazón de la Costa Brava, un lugar en el que disfrutar del Mediterráneo rodeado de un lujo sin estridencias.

La renovación del establecimiento, rodeado por un bello camino de ronda que llega hasta la playa de Sa Conca ideado también por Josep Ensesa y vedado al tráfico, ha incluido la de su restaurante Candlelight, en el que ahora lucen más las obras que el pintor Emili Grau creó para su recoleto comedor. El local conserva su espíritu afrancesado que acentúa la carta del chef Romain Fornell (una estrella Michelin en su restaurante Caelis en Barcelona). Los nuevos aires han llegado también a la antigua Taverna del Mar, a pocos metros del hotel y en la misma orilla de la playa que funciona desde 1929, y estrena tanto decoración como cocina, a cargo del chef Lluís Planas.

Vista deste el camino de ronda que rodea la península de S'Agaró.
Vista deste el camino de ronda que rodea la península de S'Agaró.

S’Agaró se convirtió, mucho antes que la Costa del Sol, en foco de atracción para el turismo de lujo y, especialmente, para la gente de la farándula. Sus playas y toda la península han sido escenario de películas como Pandora y el holandés errante (1951), en cuyo rodaje Ava Gardner y Mario Cabré se dice que tuvieron un romance; De repente el último verano (1959), con Elizabeth Taylor y Montgomery Clift; Mister Arkadin (1955), dirigida y protagonizada por Orson Welles, o Nicolás y Alejandra (1971), de Franklin Schaffner.

Actores y directores que hicieron de La Gavina su casa estival y se convirtieron en su mejor reclamo. Pero el hostal, con su enorme jardín mediterráneo, es también desde su nacimiento una especie de centro cultural en el que Josep Pla pasaba los inviernos escribiendo en una sus habitaciones, porque no tenía calefacción en su casa; Xavier Montsalvatge interpretaba sus últimas composiciones o Dalí epataba al personal con alguna de sus boutades. La familia Ensesa atesora álbumes de fotos de las estrellas que han pasado por el hotel y un montón de anécdotas y chismes que, como buenos anfitriones, no desvelan. Claro que, aunque los Ensesa no lo cuenten, hay quien asegura que lo de Ava Gardner y Mario Cabré fue un montaje de la productora de Pandora y que el actor-torero confesó en sus últimos días que ella fue su amor, pero platónico.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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