Distopía con sombras españolas
El dibujante Luis Bustos construye un 'thriller' futurista generado por la burbuja inmobiliaria en el cómic 'Puertadeluz'
Puertadeluz era un sueño. El lugar ideal donde construir una vida mejor. Sol, jardines, piscinas y sonrisas. El centro comercial a pocos metros, la nevera siempre llena, todos los servicios disponibles. Básicamente, la felicidad, encerrada entre cuatro paredes. O eso decía un señor trajeado. También pedía firmar, cuanto antes: miles de ciudadanos matarían por ese idilio, no fueran a agotarse los billetes para la utopía. ¿Quién, al fin y al cabo, no viviría en el paraíso? Hoy, sin embargo, en Puertadeluz hay más fantasmas que habitantes. El estallido de la burbuja inmobiliaria voló por los aires promesas y esperanzas. El Gobierno miró hacia el otro lado. De los pocos ciudadanos que quedan, algunos malviven y otros matan. Pero de verdad.
En esta pesadilla, que toda España puede cuando menos imaginar, ambienta el dibujante Luis Bustos su última novela gráfica: Puertadeluz (Astiberri). Aunque las sombras que oscurecen la obra se amplían a lo largo de sus 124 páginas. Por el estilo en blanco y negro, marca de la casa habitual de Bustos. Y por un thriller distópico que pone a la joven protagonista, Alicia, tras las pistas de su madre, desaparecida entre los escombros de lo que pudo ser. "La chispa original fue desarrollar una historia dramática en clave de ciencia-ficción, a lo J. G. Ballard, en un contexto español, aunque también internacional, como una gran urbanización para 50.000 personas donde terminan viviendo 1.000", asegura Bustos.
Las viviendas derrocadas, eso sí, servían más a la historia que a la política. "No es un relato de denuncia social y económica", apunta el artista, por más que acuse: "Nos dicen que nos recuperamos de la crisis y no es verdad". Se trataba, más bien, de encontrar un espacio inquietante y oprimente, que encerrara y casi aplastara la narración y sus personajes. De ahí que Alicia se sienta obligada a dar la caza a toda costa a la libertad y a unas respuestas que los derrumbes y el abandono han enterrado.
"Me gusta que en los relatos explote una emotividad, ya sea negativa o positiva. Sé que mis tramas tienden hacia una progresión visceral. No sé de dónde surge, pero alguien me dijo una vez que el primer y segundo acto de una historia pueden incluso ser mediocres, siempre que el tercero sea extraordinario. Aunque también ocurre al revés, como en mucho cine comercial de Hollywood: el inicio está bien desarrollado, y luego va cuesta abajo", relata Bustos. Lo cierto es que en Puertadeluz todo empieza con una familia y una mudanza como otras decenas de miles y termina en una espiral de misterio y violencia. A la vez, la obra cierra también una trilogía del artista, tras Endurance, su primera novela gráfica, sobre la épica expedición antártica de sir Ernest Shackleton, y Versus, basada en un relato de Jack London sobre boxeo.
Las tres novelas gráficas comparten protagonistas "que no pueden escapar de un contexto cerrado", ya sea un cuadrilátero, el hielo o una urbanización hundida. También las unen los tintes oscuros con los que Bustos pinta sus historias, que beben de los estilos más variados: del manga, a la novela gráfica europea, pasando por el tebeo estadounidense. En su web, el dibujante resume así sus influencias: "Jack Kirby (30%), Osamu Tezuka (30%), The Clash (25%) y la tortilla española (15%)". Aunque las tres obras desvelan también varias diferencias.
Con Endurance, en 2009, Bustos emprendía junto con Shackleton su propio viaje hacia lo desconocido. Se armó de lápiz y valor, y sacó adelante su primer cómic en solitario. A partir de Versus, sin embargo, abrazó la tecnología y sus ventajas: "He cambiado de herramientas, y creo que soy mejor dibujante, también gracias a que mis últimas obras están hechas en digital. Ahora trabajo con la tableta. Me permite sofisticar el trazo, probar cosas nuevas, como introducir fotos quemadas". Todo ello lo volcará en su nuevo proyecto, un cómic de humor, que responde a una "espinita" clavada de hace 12 años. En todo caso, Bustos ya afronta la novela gráfica con otro espíritu y más experiencia: "Soy consciente de la montaña por escalar". No es para menos. A los habitantes de Puertadeluz, por ejemplo, ya les hubiera gustado.
Babelia
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