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Latinoamérica se atreve a contar historias del otro lado de la orilla

La brasileña Laís Lifschitz junta imágenes de archivo y construye un documental sobre el mayo del 68 en China, Francia, Checoslovaquia

Laís Lifschitz, durante la presentación del documental
Laís Lifschitz, durante la presentación del documental

Los documentales tienen una tarea de sastre que pocas veces se sabe. Los montajistas o editores, sin duda, son esas personas que hilan fino para presentar los cortes finales. La película No intenso agora (En el intenso ahora), que abrió la 16 edición de los Encuentros del Otro Cine (EDOC), se hizo entera en la sala de montaje. La brasileña Laís Lifschitz se encargó de juntar las imágenes de archivo y construir el documental. “No hice otra cosa durante cinco años”, cuenta Lifschitz ahora en Quito. Su primer corte era de cinco horas, la pieza final tiene poco más de dos horas y es una nueva apuesta estructural para hilar el cine de no ficción.

La idea inicial de No intenso agora fue contar algo con las imágenes de un viaje a China que había hecho la madre del director, el brasileño João Moreira Salles, en los años sesenta, en los inicios de la Revolución Cultural. Luego el director empezó a revisar imágenes de otros procesos que ocurrieron en el mundo en esa misma década y dio con el Mayo del 68. “El material de China le parecía un momento muy feliz de su madre, pero también vio esa alegría y esa intensidad en las manifestaciones del mayo del 68 en Francia. Y le pareció un buen punto de contacto”, cuenta Lifschitz.

La Primavera de Praga, con imágenes inéditas, encajó en el filme como lo opuesto a esa alegría y así es narrado por el director que durante todo el filme interpreta las imágenes y lleva al espectador a fijarse en detalles como la falta de negros en las tomas del mayo francés o cómo los protagonistas de ese movimiento anticapitalista cedieron a la presión del mercado y aceptaron escribir libros a cambio de dinero o se dejaron fotografiar en exclusiva a cambio de otras dádivas.

Esa nueva visión del Mayo del 68 francés disgustó a muchos en Francia, donde el documental ya se estrenó. Molestó, sobretodo, a los autores de las imágenes originales. “Les pareció un cine conservador, de derecha, hubo una confrontación de ideas muy fuerte, pero ganó tres premios”, cuenta Lifschitz.

Uno de los cuestionamientos fue por qué un brasileño se atrevió a hacer una película de una historia francesa. Lifschitz dice que en ese sentido la película es muy “liberadora”, pues invita a que “todos puedan hablar de todo. Los materiales están allí en el mundo, la gente puede darle otro sentido, otra interpretación”.

No intenso agorano pertenece a ningún lugar, es una mezcla”, asegura la montajista. Está narrada en portugués, pero se ve un poco a China, a Francia, a Checoslovaquia, a Brasil… En el país de origen del director del filme también hubo críticas. “A muchos les pareció de derechas por las críticas que se hace a mayo del 68, porque todavía es una referencia muy fuerte para los intelectuales”, pero quienes aplaudieron el filme valoran que sea un documental distinto. “Les pareció una nueva forma de hacer un documental, algo como un ejercicio de pensar una nueva estructura”, aclara Lifschitz.

La programación de los EDOC incluye 80 documentales, entre ellos 17 estrenos ecuatorianos, entre los que se refleja el terremoto de 2016, que mató a 700 personas, la vida del cantante de pasillos más conocido en Latinoamérica, los mitos alrededor de parajes naturales como los Llanganates y la Cueva de los Tayos, abusos sexuales y otras historias humanas. La fiesta del cine de no ficción se celebrará hasta el 21 de este mes. 

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