“El coma es muy vulgar”
Poeta novísimo, rockero líder de una banda legendaria, Os Resentidos, ahora quiere reconducir su vida "de forma muy drástica"
Antón Reixa (Vigo, 1957) casi no cumple 60 años. Poeta novísimo, rockero autor de un himno gallego, -Galicia Caníbal: Fai un sol de carallo- con una banda legendaria, Os Resentidos, productor y director de cine (El lápiz del carpintero), expresidente de SGAE (“No paro de oír: ¡Dónde te vas a meter!”, EL PAÍS, 2011), llega a un café coruñés en silla de ruedas empujado por su compañera.
Pregunta. ¿A qué se dedica?
Respuesta. A tratar de saber qué me pasó los 18 días que estuve en coma. Mira, el coma es muy vulgar. Hace un mes me hicieron una fiesta sorpresa por mi 60 cumpleaños, y en el brindis dije: “Cómo no paráis de preguntarlo, lo diré: `No hay túnel”. Y es verdad, el coma es muy prosaico.
P. ¿Qué sabe ya de esos 18 días?
R. Yo estaba en Michigan. Me perseguían unas paquistaníes enanas que me colocaban un pulgar en el ojo y me querían transmitir un poder especial. Yo qué sé, lo que hace la cabeza cuando se apaga. Pero no tuve ningún pensamiento extraordinario, no vi ningún túnel.
P. ¿Qué le ocurrió?
R. Yo soy un lector obsesivo de Paul Auster, y todas las novelas de Paul Auster tienen que ver con la casualidad. Fue casual que ese día yo viajase en coche: no debía hacerlo. Fue casual que dos horas antes me parase la Guardia Civil por exceso de velocidad; perdí puntos del carné mientras el agente me pedía perdón: “Señor Reixa, con la cantidad de conciertos suyos a los que he ido”. Y me hablaba de un concierto al que había ido a Allariz mientras me multaba. Yo en lugar de atender a ese tremendo aviso, seguí conduciendo a cierta velocidad y me salí de la carretera a la altura de Valladolid. Se me cayeron los párpados. Estaba hablando Albert Rivera en la radio, no sé si eso es determinante: era la sesión de investidura.
P. ¿Qué se hace cuando uno comprueba que está vivo?
R. Apagar la radio. El coche se paró con los airbags hinchados, y me encontré allí dentro hecho polvo con la radio encendida. Me pareció ridículo, y lo primero que hice fue apagarla.
P. ¿No tuvo miedo?
R. En cuanto pude. Cuando me hospitalizaron en Valladolid me llevaron a hacer una radiografía. Yo estaba obsesionado con que me iban a amputar. Tengo un amigo muy íntimo al que amputaron a los 18 años después de un accidente; yo veía mi propio pie en ángulo recto y estaba obsesionado con eso. Así que cuando me llevan a hacer la radiografía me encuentro a un médico que me dice: “Antón, tranquilo, estoy contigo, yo soy gallego”. “Pues dime en confianza: ¿Tú crees que me tienen que amputar?”. “Huuuy, ese pé dereito… [ese pie derecho]”. Así fue cómo descubrí a gallegos poco colaboradores [risas]. Gallegos que no te tranquilizan.
P. ¿Usted supo dónde estaba cuándo se despertó?
R. No. Pensé que era Barcelona. Yo veía a todo el personal gallego, eficiente, y sentía orgullo de país: una comunidad gallega tan grande ocupando de esa manera un hospital catalán, médicos, enfermeros, especialistas… A los cuatro días me dijeron que estábamos en A Coruña.
P. Porque a usted lo atienden en urgencias en Valladolid, y de allí sale bien.
R. Bien no salgo, pero en un primer momento se cree que lo que tengo más afectado es la pierna. Me llevan a ingresar a A Coruña, y allí comprueban que la contusión pulmonar es grave. Tengo 13 costillas rotas y puedo sufrir un colapso respiratorio. Así que me indujeron al coma.
P. Después del accidente, ¿qué descubrió?
R. El aprendizaje del dolor. He aprendido a convivir con el dolor estos seis meses. El dolor físico te anula completamente. Y a mí me coincidió en un tiempo en el que tenía cosas en marcha y esas cosas se acabaron. Yo soy autónomo. Y cuando un autónomo deja de trabajar, deja de ganar dinero. Así que tengo que replantearme mi vida profesional. Mi productora [Filmanova] cerró: no pude atenderla, no tuvo actividad.
P. ¿Qué va a hacer ahora?
R. Reconducir mi vida de forma muy drástica. En la música, en la televisión y en el cine conocí cierto éxito. Ahora quiero escribir. Es lo que menos difusión ha tenido de lo que he hecho, pero es con lo que me siento más a gusto. Yo estoy amortizado. En el circo llevo casi 40 años.
P. Habrá leído mucho estos meses.
R. No tenía más que hacer. Libros, también periódicos. Convivimos con un pensamiento gratuito que consiste en decir que vivimos por encima de nuestras posibilidades: es la afirmación más facha que conozco. No hay peor pensamiento que dar por hecho que nuestros hijos vivirán peor que nosotros. Eso es el principio del caos, de la derrota. Una renuncia absoluta.
Babelia
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