La cenizas de Luis Barragán llegan a México convertidas en diamante
La muestra del anillo con parte de los restos del gran arquitecto revive el debate sobre los límites del arte
Luis Barragán, el arquitecto más importante de la historia reciente de México, capital para entender la modernidad del país, se ha convertido estos días en el centro del debate cultural casi 30 años después de morir. No tanto él sino el destino de un cuarto de sus restos, devenidos en un anillo de diamante que concibió hace dos años una artista estadounidense: una obra que se exhibe en la capital de México desde este jueves, entre críticas, dudas y cuestionamientos sobre los límites del arte, la gestión del patrimonio y el papel de los organismos públicos.
En agosto del pasado año, la revista The New Yorker publicó una crónica -‘El arquitecto que se convirtió en diamante’- que detallaba el proceso de ‘La propuesta’, la obra de la artista estadounidense Jill Magid a partir de los restos de Barragán. En septiembre de 2015, Magid, con la venia de parte de los familiares del arquitecto y autoridades del Estado de Jalisco, consiguió exhumar de la Rotonda de los Jalicienses Ilustres 525 gramos de sus cenizas, el equivalente al 25% de los restos del único Pritzker mexicano, muerto en 1988 a los 86 años tras padecer Párkinson.
El objetivo de Magid con ‘La propuesta’ era que la propietaria del archivo, Federica Zanco, coleccionista e historiadora de arquitectura, aceptara la obra a cambio de que el archivo regresara a México y se exhibiera al público. Si no lo lograba, el anillo de diamante a partir de las cenizas de Barragán se seguiría exponiendo. Magid se aferró a algunas versiones que aseguran que el marido de Zanco, el empresario de muebles de diseño Rolf Fehlbaum, había entregado a su mujer como regalo de compromiso el archivo, por el que había pagado 2,5 millones de dólares en 1995. Además, la artista dio por buenas algunas críticas que se le han hecho a Zanco por, supuestamente, no favorecer un mayor acceso al archivo, que se encuentra en la Fundación Barragán, en la sede de Vitra, la compañía que su esposo dirige en Suiza.
El texto de Alice Gregory en la revista estadounidense desencadenó una polémica entre intelectuales, escritores, artistas y demás integrantes del complejo mundo de la cultura; entre los que defendían la obra de arte de Magid y los que la consideraban una afrenta al arte y a uno de los emblemas de México. Para algunos, como Daniel Garza-Usabiaga, director artístico de la feria Zona Maco, solicitar el la repatriación del archivo, que Zanco adquirió de forma legal, sin que se garantizasen las condiciones siquiera para conservarlo era una actitud cuando menos irresponsable: “Carecer de un edificio, presupuesto y una política de derechos demuestra cómo el proyecto de la artista, en relación a su interés por lo patrimonial, es un fraude”.
La trifulca ha subido de intensidad a raíz de la exposición ‘Jill Magid: Una carta siempre llega a su destino. Los Archivos Barragán’, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). En la muestra –abierta desde este jueves hasta el 8 de octubre- se exhibirá el polémico anillo y 40 obras más, entre documentos y material sobre Barragán. Además, se celebrarán cuatro debates en torno a la obra de Magid y el archivo del arquitecto.
A principios de febrero, 73 personas –entre ellas los escritores Juan Villoro, Elena Poniatowska o el arquitecto Miquel Adriá- firmaron una carta en la que pedían a las autoridades que investigaran el proceso de exhumación de Barragán. El objetivo es convertir el anillo en polvo y reintegrar los restos donde ahora luce un caballo de plata. Los críticos cuestionan también por qué una universidad pública, en este caso la UNAM, la más grande de México y de quien depende el museo de arte contemporáneo, ha dado el visto bueno para celebrar la exposición.
La muestra parte de una idea original de Cuauhtémoc Medina, curador jefe del MUAC y responsable de la muestra junto a Alejandra Labastida, de exponer la obra de Jill Magid en el museo mexicano en torno a la idea de la intervención artística en relación a las estructuras de organización y poder. Prevista para 2018, el proyecto sufrió un giro tras la publicación del artículo en ‘The New Yorker’: girará solo en torno a la figura de Barragán y se pide adelantar a esta primavera. “La obra dispara una discusión y nosotros la albergamos. El objetivo de un museo es que una obra de arte esté a examen y no discutida solo por ciertos intereses”, argumenta el curador. En octubre, el comité de programación del MUAC aprobó la exposición. A sabiendas, como recuerda su curador, “de que iba a tener una conflictividad pública”.
El legado del arquitecto
Luis Barragán, que ni se casó ni tuvo hijos, heredó su biblioteca a su amigo Ignacio Díaz Morales con la promesa de que este la entregaría a una institución que se dedicase a la arquitectura. Así nació, en 1990, la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, que cuida de este archivo en la Casa Barragán, donde vivió el arquitecto hasta su muerte, convertida en un museo en 1994.
El legado de Barragán, sin embargo, no termina ahí. A su socio y también amigo Raúl Ferreras le dejó en herencia sus derechos de autor y su archivo profesional, esto es, documentos, dibujos, planos y maquetas de sus obras… Ferreras se suicidó en 1993 y su viuda, Rosario Uranga, se hizo cargo del archivo hasta que lo vendió a una galerista de Nueva York por un millón de dólares. Nadie por aquel entonces en México se interesó por la obra de uno de sus grandes iconos. Sí lo hizo, unos años después, Federica Zano, que visitó el país con su novio, Rolf Fehlbaum. El empresario, en 1995, compró por 2,5 millones de dólares el archivo de Barragán. 20 años después, Jill Magid, a partir de las versiones que decían que se trataba de un regalo de compromiso, desarrolló ‘La propuesta’. Zanco siempre ha desmentido esa tesis, hasta el punto que escribió a la artista: “Has convertido una especulación en arte y por el camino has hecho de mí un personaje de ficción. Así que en realidad soy irrelevante para tu proyecto, no me necesitas. Con tu imaginación te basta”.
Babelia
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