Residente combate en un documental “la moda de ser raza pura”
El cantante puertorriqueño presenta en un largamotraje, cargado de denuncia, su nuevo proyecto artístico: un viaje en busca de la música de sus antepasados
Residente ya no canta con Calle 13, pero sigue entonando rimas cargadas de protesta. Ahora su música se traslada a un documental y también estará en un libro, además de un disco, en los que presenta su nuevo proyecto artístico: una traducción al pentagrama de su historial genético. Con una prueba de ADN descubrió la procedencia de sus ancestros y quiso contagiar su música de su propia historia antropológica. Dos años de trabajo y un viaje por cuatro continentes para demostrar que somos mezcla “ahora que está de moda ser raza pura”, señala el cantante.
René Pérez Joglar (Puerto Rico, 1978) se descubre a sí mismo en el documental Residente. Habla del tipo impulsivo y con déficit de atención que siempre ha sido y que a veces se apodera de él, como reconoce que le ocurrió al empezar con esta carrera en solitario. “Hablo sin pensarlo y eso me ha provocado muchos problemas”, asegura. En él emprende un viaje para conocer la tierra de sus antepasados. Un recorrido por países cercados por cicatrices de guerra, por continentes en los que se visibiliza la explotación a los más pobres o por ciudades donde acecha el apocalipsis ante la alta contaminación que las rodea.
También hay complicidad con el desconocido, solidaridad entre los miembros de una misma comunidad y mucha generosidad en este largometraje que se estrenó el pasado 11 de marzo en el festival South by Southwest en Austin (Texas). Es su mirada, siempre cargada de denuncia, hacia un mundo “insensible y violento que vive una etapa difícil de guerras y problemas raciales, que eventualmente cambiará”, asegura Residente en una conferencia de prensa en México.
Se traslada a Siberia para mezclar sus canciones con las de una comunidad de cazadores. También conjuga sus estrofas con la música de la Orquesta Sinfónica de Moscú y va a China para hacerlo con la Ópera de Pekín. Esa prueba de ADN le lleva a una tierra acosada por el conflicto y repleta de heridas abiertas. Viaja a Osetia del Sur y después se traslada a Armenia, un lugar marcado por el genocidio. “Dicen que la guerra no llora, ni ríe, no siente, por eso la guerra siempre pierde”, cuenta en el documental.
El conflicto y la masacre las visibiliza en estos países del Cáucaso para después trasladarse a África donde denuncia los abusos de la colonización. Viaja a Burkina Faso, Níger y Ghana y graba con un músico tuareg un tema con el que defiende la igualdad. Allí denuncia la explotación colonial y cómo el terrorismo se aprovecha de la pobreza y la miseria.
Pasa por Asia, Europa y África y finaliza el viaje, en su Puerto Rico natal. Hace un repaso a la historia de los últimos siglos de la isla para denunciar que su tierra es desde hace más de cinco siglos una colonia, “pisoteada y esclava”, añade. Da voz a quienes batallan por la independencia y señala los males que le acechan a este territorio que actualmente es un Estado Libre Asociado de EE UU. “Los puertorriqueños que luchan son como los gallos de pelea, consideran como rivales a aquellos que traspasan el límite de su territorio”, señala.
Un documental en el que también guarda unos minutos para lanzar una dura crítica a la industria musical que, según defiende, prefiere los temas sencillos de producir que copan las radios. “Las disqueras promueven este tipo de música porque es fácil y no tienen que esperar dos años a que un artista elabore un disco. Así pueden sacar algo nuevo cada cuatro meses. El nivel de la música ha bajado”, advierte.
Residente se encuentra con su pasado en este largometraje en el que el viaje le permite hablar de guerra, explotación y colonialismo. Un documental que viene cargado de denuncia hacia una sociedad que “no se ha dado cuenta de que todos somos hermanos. Todos venimos de África”. Es la prueba definitiva de que René, sin Calle 13, sigue siendo el mismo de siempre.
Babelia
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