Artistas afroespañoles sin papeles
Un grupo de actores y músicos negros crea la asociación The Black View para luchar contra la discriminación que sufren en el mundo artístico
Armando no pudo contenerse cuando uno de los chavales del barrio escupió a la cara de su madre al grito “Vuelve a tu país, ¡negra!”. Esperó a estar solo en casa, volvió a por él y le pegó. Después se echó a llorar. Más que sentir satisfacción, le invadió la impotencia. Se dio cuenta de que la paliza no acabaría con el racismo ni le devolvería la identidad: la gente seguiría insultándole y considerándole inmigrante por su color de piel. Lo cuenta sentado a la cabeza de una larga mesa de madera en un luminoso piso del centro de Madrid. Alrededor de él, cinco personas asienten a medida que el relato avanza, como si hubieran presenciado esa bronca ocurrida ya hace más de 30 años. Todos son negros y todos son españoles.
“La primera vez que nos reunimos les dije que nunca había estado con tanto negro en la misma habitación”, suelta Armando Buika (Palma, 1970), quien trabaja hoy como actor. Todos los comensales rompen en una carcajada y empiezan a compartir los episodios de microrracismo que han sufrido a lo largo de sus vidas como si se tratara de una terapia de grupo. En realidad, es una reunión de la asociación The Black View, fundada por Buika y otros compañeros de profesión para dar visibilidad a los artistas negros de España —y de cualquier otra minoría, precisan—. La palabra black está tachada a propósito en señal de rechazo a la discriminación.
The Black View (que se define como colectivo de actores, actrices y artistas negros en España) nació justo antes de la entrega de los premios Goya el pasado febrero y a un año del lanzamiento en EE UU del movimiento #oscarssowhite en Hollywood, que reivindicaba una mayor presencia de afroamericanos en la alfombra roja más famosa del mundo. Actualmente, 68 personas entre actores y artistas se han sumado al proyecto. “La idea es romper esa barrera que nos hace invisibles”, resume Buika. Hijo de padres ecuatoguineanos que huyeron a España antes de que empezaran las primeras purgas a finales de los años sesenta, insiste en que el color de la piel no hace la nacionalidad y que el término “inmigrante de segunda generación” debería de ser borrado del vocabulario. “Somos todos españoles”, sentencia.
Para el Día Mundial del Teatro, los miembros de The Black View han escogido interpretar el monólogo de Segismundo de La vida es sueño, de Calderón de la Barca, por el paralelismo que existe entre el personaje –que “rompe las cadenas de la predestinación para construir su propio futuro”- y los artistas negros de España, “condenados a la invisibilidad, a un destino que pasa por interpretar, únicamente, papeles asociados a estereotipos que son auténticas cárceles”, reza la asociación en un comunicado. Pero el arte no tiene color ni acentos, concluye.
El cantante Domingo Antonio Edjang Moreno, mejor conocido como El Chojín, asegura que a él le han querido echar de su país, España, una semana sí y otra no. “¡Pero si yo soy de Torrejón de Ardoz!”, exclama. Lo mismo les ha pasado a Buika, a su representante Pilar Pardo, a la presentadora Mary Ruiz y a los actores Jean Cruz y Montse Pla, también presentes en la reunión. “Cuando digo que soy española la gente me mira raro y de manera insistente pregunta: ‘¿Pero de dónde?”, relata Pardo. “De Zaragoza, les contesto”.
El problema está en el imaginario colectivo, donde casi no hay sitio para negros que hablen con acento castizo y vivan de algo diferente a la limosna o el top manta. “Hubo un policía negro que tuvo que dejar de patrullar la calle y meterse a secreta porque la gente iba diciendo que había un negro disfrazado de policía”, asegura Buika entre risas. En realidad, subraya, no hay nada irónico en estos episodios. “Ahora nos burlamos, pero fueron cosas que nos hicieron mucho daño”, recuerda el actor. “Yo hice el servicio militar aquí y cuando nos graduamos era el único negro con ese uniforme todo blanco... imagínate las bromas”.
En España no hay partidos xenófobos con representación en el Parlamento
El mismo estereotipo se traslada a la pantalla, donde es prácticamente imposible encontrar a un actor negro actuando de rico empresario y a un blanco interpretando el papel del pobre inmigrante. “Es increíble cuando llegas a un casting y todos son blancos. Empiezan a mirarte y a preguntarse entre ellos ‘Pero, ¿buscaban a un negro?”, dice Buika. “Solo podemos hacer de putas o de extranjeras”, resume Pla, quien en más de una ocasión tuvo que forzar su acento para imitar idiomas diferentes al suyo. Si no fuera suficiente, también existen dificultades técnicas a la hora de trabajar. “Nadie se percata de que necesitamos maquillaje y fotógrafos expertos en pieles oscuras”, lamenta Pardo. “Y se sorprenden cuando se dan cuenta”, sonríe. Las anécdotas son tantas que tienen pensado recogerlas todas en un libro.
España es un país considerado tolerante en cuyo Parlamento todavía no tienen cabida partidos xenófobos tal y como ocurre en Francia u Holanda. Pese a la llegada masiva de inmigrantes durante el boom económico (actualmente hay 4,6 millones de foráneos empadronados, que equivalen a más de un 10% de la población), solo el 5% de los españoles se considera racista con las personas de otro origen étnico, según el último informe publicado al respecto por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Pero esta supuesta tolerancia no se refleja siempre en la sociedad. Los actores españoles afrodescendientes lamentan que tanto en la pequeña como en la gran pantalla los negros solo pueden hacer de inmigrantes. “Los anuncios de los castings especifican cuando se busca a un negro, pero no ponen nada si buscan a un blanco”, lamenta Pardo. “Estamos muy agradecidos por los trabajos que hemos tenido hasta ahora, y no decimos que no hay negros que llegan en patera; pero pensar que son los únicos que hay en España es una visión que no coincide con la realidad del país”, sentencia Buika.
Tan solo en el primer semestre de 2016, nacieron en España 34.303 niños de madre extranjera (12.894 de ellos con madre africana), y 23.215 con ambos padres de nacionalidad diferente a la española, según el Instituto Nacional de Estadística. Joaquín Eguren, doctor en Antropología Social en la Universidad Pontifica Comillas de Madrid, matiza que la identidad se construye en relación con otros y por ello los seres humanos necesitamos ir clasificando. “Y en este proceso las raíces étnicas influyen”, asegura. “Los hijos de padres extranjeros van a reivindicar que son españoles porque se han criado aquí y tienen una serie de valores, pero por su apariencia no los reconocen como españoles aquí y en la tierra de sus padres no los reconocen como de ahí”, continúa. “Están reformulando su propia identidad, como en realidad hace cada uno durante toda la vida; quizás al igual que se habla de afroamericano se podría hablar de afroespañoles”, remata.
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