Cuando Jackie Kennedy iba a los toros
La propietaria de la Real Maestranza cataloga 13.300 negativos comprados a la familia de Luis Arenas
La decisión de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla de comprar hace unos meses el archivo taurino del fotógrafo Luis Arenas (Sevilla, 1911-1991) ha permitido sacar a la luz instantáneas inéditas de famosos personajes que visitaron la plaza de toros en los cincuenta y sesenta. Extraordinarias fotos en blanco y negro que han dormido largo tiempo en negativos ocultos y vuelven a la actualidad gracias al trabajo de catalogación de 13.304 fotos que carecen de identificación y fecha.
Entre miles de imágenes taurinas y faenas camperas, de 1944 a 1966, destaca la presencia en los tendidos de Jacqueline Kennedy junto a la duquesa de Alba, con la que se paseó a caballo, vestidas de amazonas, por el real de la feria en 1966; la actriz Ava Gardner (en 1964) y el director de cine Orson Welles (años 50) se asoman en una barrera de la plaza; Audrey Hepburn y Mel Ferrer, su marido, en los primeros años sesenta; los príncipes Raniero y Grace Kelly, en 1966 (la princesa se vistió de flamenca y paseó en coche de caballos); Lola Flores y una joven Carmen Sevilla, entre otros rostros conocidos de entonces.
La noche, atractivo de Sevilla
A Luis Arenas se le considera un revolucionario artístico de la Semana Santa, pues demostró que podía trabajar de noche sin el magnesio, primero, y sin flash después. “La noche es el atractivo más poderoso de Sevilla”, comentó Arenas en una entrevista. “Esta ciudad tiene distintos momentos de luz”, continuaba; “desde la alegría del sol, la semialegría de la tarde y las entonaciones tan distintas de la noche”. “Pero para retratar Sevilla es fundamental sentirla”, concluía. Arenas estaba convencido de que la foto la hace el hombre y no la máquina.
Ya en 1940 presentó su primera exposición de las muchas que realizaría a lo largo de su vida artística, y en 1947 publicó su primer libro, ‘Semana Santa en Sevilla’, en colaboración con Luis Ortiz Muñoz. Después, vendrían otros, como ‘Sevilla en fiestas’, ‘Sevilla eterna’, ‘La iglesia sevillana de San Luis de los Franceses’, ‘Sevilla oculta’, dedicada a los conventos, ‘La catedral de Sevilla’, ‘El tesoro artístico de la Universidad de Sevilla’, ‘Historia de la pintura en Sevilla’, y ‘Juan Martínez Montañés’.
Participó con 100 fotos en una exposición en el Vaticano, y a partir de los años sesenta comenzó a trabajar para la agencia Camera Press, lo que le permitió difundir la Sevilla monumental y artística por distintos países del mundo.
Once cajas guardan los 13.304 negativos de fotos taurinas en blanco y negro. Ninguna de ellas está catalogada, y la institución sevillana trabaja para que a la mayor brevedad posible —asegura que aún es pronto para dar una fecha— esté al servicio de los investigadores y amantes de la fotografía taurina. El compromiso de la Maestranza es la elaboración de un catálogo general y el montaje de una exposición que muestre lo más sobresaliente del archivo.
Entre las fotos taurinas hay 422 de Rafael El Gallo; 191 de Juan Belmonte; 20 de Manolete; 18 de Franco en los toros; 14 de Jacqueline Kennedy; 8 de Orson Welles; 5 de Ava Gardner; hay además tomas de esculturas, pinturas y temática general relacionada con el mundo de los toros. Esta no es más que una muy pequeña muestra del inmenso legado de un artista sevillano de la cámara, apasionado de la Semana Santa, pero muy conocido también por su dedicación al fútbol, la Feria de Abril, el Rocío, la vida cotidiana, los lugares recónditos, la luz, las penumbras y los niños. A todo ello dedicó el fotógrafo más de 40 años de su vida, cámara al hombro.
Hoy, 25 años después de su fallecimiento, el legado artístico de este maestro del costumbrismo lo componen casi 30.000 negativos pendientes de catalogación. Además de los taurinos, otros 15.000 permanecen en la casa familiar a la espera de que sus descendientes alcancen un acuerdo para su venta a una entidad financiera.
La historia de toda una ciudad compendiada por el objetivo de una cámara. Esa es la herencia de un personaje singular a quien Luisa, la única viva de sus cuatro hijos, su nieto Luis y su sobrino nieto Daniel, recuerdan como “un artista enamorado de Sevilla, que salía cada mañana de su casa para atrapar un destello de luz que, quizá, llevaba buscando meses”.
Arenas fue un protagonista central de la Semana Santa (se calcula que tiró unas 10.000 instantáneas), fotógrafo de fútbol (“un sevillista de corazón”, afirman los suyos), amigo de los toreros Rafael el Gallo y Juan Belmonte, y amante de la feria y el Rocío. Publicó libros de fotografías con los textos de su amigo Luis Ortiz Muñoz, expuso en Sevilla, Madrid, Lisboa y el Vaticano, sus fotografías fueron los temas centrales de los carteles de Semana Santa y Feria en 11 ediciones, su trabajo se conoció en distintos países gracias a su colaboración con la agencia inglesa Camera Press y una foto captada en la plaza de la Maestranza fue portada de la revista Life.
Su hija Luisa cuenta que su padre pertenecía a una familia de 10 hermanos dedicada a la fabricación y venta de muebles en el centro de Sevilla. Pronto se descubrieron las dotes artísticas de Luis para el dibujo y de ese modo contribuyó en el negocio familiar al tiempo que cursaba estudios de escultura en Bellas Artes. Pero no tardó mucho el joven Arenas en comprender que no había nacido para el diseño de muebles.
Niños, sí, bodas, no
Con la ayuda de un amigo argentino conoció su vocación por la fotografía, y sus primeras pesetas las ganó retratando niños, con un prestigio creciente que se extendió por la clase media y alta sevillana que “se lo rifaban para que retratara a sus hijos”, dice la familia. Cuenta su nieto Luis que deben ser casi 5.000 las fotos de niños sin identificar que guarda en el archivo. Fue tal el prestigio alcanzado por su abuelo que se vio obligado a permanecer seis meses en Madrid dedicado en exclusiva a este menester, hasta que volvió a Sevilla, donde continuó recibiendo a familias de toda España.
Al mismo tiempo, comenzó sus colaboraciones en el diario deportivo Marca y en el taurino El Ruedo, y se acercó al gran escenario de la Semana Santa. Captó goles y regates, verónicas, naturales y faenas de campo, personajes de la política y el espectáculo, y, sobre todo, la gran celebración religiosa sevillana. Ha sido el único fotógrafo al que las hermandades paraban los pasos para que el artista pudiera recrearse en su trabajo.
Trabajó hasta los 70 años, cuando una diabetes lo dejó postrado en una silla de ruedas. Dicen los suyos que, a pesar del grave contratiempo, mantuvo el buen humor. “Hablaba mucho, contaba anécdotas, y era de conversación muy amena”, apunta su hija. “Ah, y siempre se negó a hacer fotos de boda”, añade. El municipio rotuló con su nombre una calle aledaña al estadio Sánchez Pizjuán.
Luis Arenas pertenece a la nómina de los hijos ilustres de la ciudad, sobre la que creó “un verdadero poema óptico”, en palabras del poeta Joaquín Romero Murube. Solo queda pendiente que a las 30.000 fotos se les pongan los nombres y los apellidos que el maestro ignoró porque él sí los sabía.
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