Los supremacistas blancos
Basada en una historia real, utiliza las metodologías clásicas del cine policiaco de infiltración en grupo enemigo
IMPERIUM
Dirección: Daniel Ragussis.
Intérpretes: Daniel Radcliffe, Toni Collette, Burn Gorman, Nestor Carbonell.
Género: intriga. EE UU, 2016.
Duración: 109 minutos.
En tiempos de terror yihadista el término lobo solitario nos hace vislumbrar inmediatamente a un islamista radical armado con un camión en unas fiestas occidentales cualesquiera, pero ni la denominación ni la metodología del actor clandestino individual tienen su origen en la guerra santa en nombre de Alá sino en el supremacismo blanco. Justo hasta el lugar adonde se dirige la interesante película estadounidense Imperium, compuesta antes de la llegada de Donald Trump a la presidencia, pero que se introduce en los ambientes de algunos de los grupos de ultraderecha americanos que durante la campaña apoyaron al actual inquilino de la Casa Blanca.
Basada en una historia real, Imperium utiliza las metodologías clásicas del cine policiaco de infiltración en grupo enemigo (aquí, un estupendo Daniel Radcliffe, ratón de biblioteca del FBI reconvertido en joven mente pensante nazi con conocimientos químicos), para acabar denunciando el peligro de los aparentemente residuales grupos de portadores de banderas nazis, del KKK y de la Unión, que van más allá de cuatro tarados haciendo prácticas de tiro en un bosque durante un fin de semana de acampada. En su primera película, Daniel Ragussis, su joven director y guionista, utiliza imágenes documentales de apoyo que otorgan credibilidad a una película que apunta aspectos atractivos en lo político (las referencias de libros como Los diarios Turner), pero que se queda corta en lo puramente cinematográfico por la convencionalidad de su estructura y de su tratamiento de personajes.
Desde el inicio, Imperium clama por la esencialidad de la palabra ("Las palabras crean puentes hasta lugares inesperados", afirmó Adolf Hitler); por cómo una tentativa de bomba sucia siempre tiene su origen en un discurso, a plena o media voz, al viento o al oído, de un carismático líder que habita una casa impoluta y tiene una vida absolutamente integrada. Y es ahí, y no en la discreta intriga de espionaje, donde la película se hace verdaderamente fuerte.
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