Los misteriosos píxeles de Juan Gabriel
Miles de personas asisten al homenaje que una decena de artistas como David Bisbal, Juanes, Jesse y Joe, Natalia Lafourcade o Luis Fonsi le han dedicado a El Divo de Juárez
En la puerta de un lugar remoto y gélido de Toluca (Estado de México), Pedro Infante sujeta un cartel en honor a Juan Gabriel en mangas de camisa. Su nombre real es Eulalio González, pero todos lo conocen en su barrio como aquel galán de la Época de Oro del cine mexicano, solo que esta versión no tiene dinero para ver a su ídolo. En las paredes retumban las canciones de Juan Gabriel, cantadas por una decena de artistas que ha homenajeado este sábado al artista seis meses después de su muerte. "Alberto, sigues con nosotros, igual que Pedro Infante y José Alfredo Jiménez", reza en su trozo de cartón.
Y ahí estaba Alberto. Del otro lado del muro, un grupo muy reducido de asistentes han tenido el privilegio de ver de cerca al mismísimo Juan Gabriel —fallecido el pasado 28 de agosto— en directo. El precio por los primeros lugares rondaba los 15.000 pesos, unos 734 dólares, e incluía fotos con los artistas invitados: David Bisbal, Aída Cuevas, Jesse & Joe, Juanes, Shayla Dúrcal o Luis Fonsi. A través de una imagen proyectada por un holograma, El Divo de Juárez ha cantado dos de sus himnos: Querida, con Juanes y No tengo dinero, en solitario. Entre el público una mujer lloraba: "Es como si estuviera aquí con nosotros", cuenta Elia Crespo, de 63 años.
Poco antes de que comenzara el que iba a ser un concierto masivo, sobraban asientos. "Algo impensable en un concierto de Juanga", comentaba Adela, otra asistente. Sólo después de dos horas de música, parecía que comenzaba a llenarse un complejo preparado para 40.000 personas. Los organizadores no se han atrevido a dar cifras, pero reconocieron que se recortó el espacio por la escasez de boletos vendidos. La promoción se hizo con menos de un mes de antelación y la mayoría de los asistentes fueron invitados. Solo vendieron 150 entradas, explica un miembro del equipo que prefiere no dar su nombre.
En el fondo del escenario, una figurilla de píxeles movía las caderas. Era Juan Gabriel. El famoso holograma que comentaban los asistentes durante su llegada fue desvelado hasta la mitad del espectáculo: un vídeo formado por una combinación de imágenes de imitadores del Divo con la cara del artista. Cualquier cosa para que pareciera que allí estaba el ídolo de millones de latinoamericanos. "Es súper emocionante, pero súper triste y súper raro, porque yo no veo nada. El público sí lo verá, pero yo solo miro a un hueco. Básicamente me lo estoy imaginando", comentaba Juanes en una entrevista a este diario sobre este moderno sistema. Aunque sólo pudieron observarlo los que estaban más cerca, las pantallas no proyectaron uno de los momentos más esperados de la noche.
"Yo solo espero que cante Veinte Años, es la canción de mi vida", reconoce Crespo. Y precisa con un verso de él una historia de amor truncada: "Nunca pude querer más a nadie, nunca nadie más me interesó. Siempre has sido el amor de mi vida, siempre has sido mi primer amor". A unos pasos de ella, una niña de 10 años, Onixis Miranda, entona el estribillo de Querida, una de las canciones icónicas del artista, y más difíciles de interpretar. "Como ves, Juan Gabriel trasciende edades, géneros y clases sociales", apunta Daniel, de 29 años.
El concierto lo organizaron los hijos que tuvo Juan Gabriel con Laura Salas. En medio de una lucha legal por la herencia del Divo, Iván (el principal beneficiado), Jean y Hans Aguilera se han encargado de prepararle una fiesta por todo lo alto a su padre. Aunque detrás de los focos se esconden otros tres hijos secretos del artista, que reivindican su parte de protagonismo. Y del pastel sucesorio.
Después de más de dos horas de mariachi, rancheras, gritos y llanto, en un golpe de efecto apareció John Fogerty, vocalista del grupo de rock Creedence Clearwater, con quien el artista mexicano grabó (en español) su famoso tema Have you ever seen the rain. Y, para finalizar, un comercial del Gobierno del Estado de México —a las puertas de unas elecciones estatales en junio— eclipsó una de las canciones más deseadas de la noche, el famoso Noa Noa. Una decena de bailarinas al ritmo de "Soy mexiquense" acabó haciendo los coros "sagrados" del tema inmortal del Divo de Juárez.
"El cierre ha sido horrible, no me puedo creer que hayan hecho esto. Y eso que yo trabajo en el Gobierno", cuenta Francisco sin aportar su apellido, que obtuvo por su oficina un lugar en la primera fila del concierto. La despedida de uno de los eventos más esperados del año en México acabó como empezó, fría. Tanto, que invitaron a los todos los asistentes a que ocuparan los sitios más exclusivos para que desde el escenario no se vieran grandes huecos.
Eulalio, aprovechando la retirada de gente que huía del frío y del declive final del espectáculo, consiguió que lo invitaran a entrar. "El viaje hasta acá ha merecido muchísimo la pena. Me voy diciéndole adiós para siempre al más grande", explica. Suena Amor Eterno. Eulalio levanta su cartel y canta, a ocho grados y en mangas de camisa.
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