Libros para leer sobre libros
Estos textos gustan a los tenderos pero también funcionan muy bien entre el público. Los que se dedican a la literatura celebran estos títulos a caballo entre la moda y el género
Una idea sencilla en un momento difícil, uno de esos desvíos que algunos escritores toman para aliviarse de una decepción, o lo que viene a ser un éxito inesperado. Eso fue Librerías, el tránsito sentimental, viajero e intelectual con el que Jorge Carrión quedó finalista del Anagrama de Ensayo en 2013, y que desde entonces ha agotado varias ediciones y se ha publicado en una docena de lenguas. La obra, entendida como un homenaje a la institución de la librería, reveló algo que pocos hasta entonces sabían: que los libros sobre libreros, libros y los oficios del libro funcionan bien en los mismos comercios que exaltan.
“Son títulos que gustan mucho al librero, claro, pero funcionan muy bien con el público. En España hay pocos lectores, pero compran mucho y son muy militantes del libro impreso. Hace poco se presentía su extinción, y los libros sobre libros expresaron una nostalgia anticipada, una forma de aferrarse al mundo que se iba a perder”, dice Diego Moreno, editor de Nórdica, donde han aparecido algunos libros sobre libros muy celebrados. El último, El libro de los libros, de Quint Buchholz, donde 46 escritores hablan sobre su relación con lo impreso a partir de unas ilustraciones del autor. En su catálogo destacan también En el país de los libros, del mismo autor, o, ya en otro registro, clásico y de ficción, El librero, de Roald Dahl.
Biblioteca del abuelo
“En un momento de crisis y de exaltación del libro electrónico, nos parecía importante destacar algunos libros que hablan de nuestro mundo, de nuestra formación, de la lectura”, dice Julián Rodríguez, editor de Periférica, sello que este año cumple una década y que tiene en su catálogo (que no es un catálogo, sino una “biblioteca en marcha”, recogiendo una idea de Césare Pavese) el muy reciente La casa de los veinte mil libros, de Sasha Abramsky, donde el autor recorre la historia intelectual del siglo XX a partir de la vida y biblioteca de su abuelo. “Habremos publicado unos diez títulos de este estilo —dice Rodríguez—, y el primero fue La librería ambulante, de Christopher Morley, en 2012, que se convirtió en un pequeño éxito”. Siguieron, entre otros, Los amores de un bibliómano, de Eugene Field, y El bibliótafo, de Leon H. Vincent, un gran acierto comercial.
Otro título de la temporada es La librería más famosa del mundo, de Jeremy Mercer, la historia de Shakespeare & Co., la librería anglosajona de París. Lo edita Malpaso, una editorial que ha abierto su propia tienda en Barcelona y que acostumbra a mimar mucho a los libreros independientes, algo común entre los pequeños sellos, como los asociados en el grupo Contexto, que parecen vivir un idilio con las librerías (más allá de algunos conflictos propios de gremios cuyos intereses no siempre coinciden). Nórdica, por ejemplo, tiene toda una línea de productos promocionales para vestir los establecimientos que venden su catálogo. “No ganamos dinero con las tazas, las bolsas y todo lo que diseñamos”, dice Diego Moreno, “pero es una forma de cuidar al librero”.
Entre los autores hispanoparlantes, Jesús Marchamalo acaba de publicar Los reinos de papel, un recorrido por las bibliotecas de algunos de los mejores escritores nacionales, que confiesan su relación y sus manías con los libros, y entre los ya clásicos, el argentino Alberto Manguel (que fue lector del ciego Borges, el dios de los libros sobre libros) ha levantado su obra sobre el género metalibresco, con títulos fundamentales como Historia de la lectura o La biblioteca de noche. Un lugar de honor le corresponde a 84, Charing Cross Road, de Helene Hanff, la correspondencia entre una lectora y un librero de Londres que fue llevada al cine en 1987.
Pero no a todo el gremio le convence por igual esta tendencia. Salvo que sean muy buenos, “prefiero recomendar libros que no hablen de libreros ni de los oficios del libro”, dice Paco Goyanes, dueño de Cálamo, en Zaragoza (premio Boixareu Ginesta a la librería del año 2016, entregado en la última feria Liber). “Sé que hay un público al que le gusta, pero esta autocomplacencia entre las gentes del oficio me suena a cuando hablan de los tigres en extinción. Se ha envuelto a los libreros en un halo de romanticismo irreal”, continúa.
“Sí que hay un riesgo de encerrarnos en un mundo autorreferencial, qué duda cabe”, admite Moreno, pero Rodríguez, de Periférica, no lo ve así: “Ha pasado algo que es normal en otros países, ya no hay una división rotunda entre ficción y no ficción, los gustos de los lectores y los intereses de los escritores son muy variados y complejos, y este tipo de libros son una de las muchas formas nuevas que enriquecen el panorama”.
Nicho de mercado, nostalgia anticipada, defensa de un modo de vida, moda o género consolidado, los libros sobre libros forman ya, por sí solos, una biblioteca.
Entre ventas de novelas y libros de texto
Este viernes es el día de las librerías y muchas cerrarán a las 22.00 y ofrecerán un 5% de descuento. Aunque desde 2007 las ventas totales de libros han caído un 30%, aunque el sector editorial, que da empleo directo a 10.000 personas y supone un 1% del PIB, vive pendiente de una agonía anunciada, este año los libreros merecen ser optimistas. Han cerrado aproximadamente las mismas librerías que han abierto. En total quedan 3.895.
A lo largo de este año, los beneficios han alcanzado 2.257 millones de euros, un 2,8% más que en todo 2015. Se debe, dicen desde la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, a que vuelven a venderse novelas y a la nueva ley educativa que obliga a comprar libros de texto distintos.
Quedan frentes abiertos: uno, antiguo, contra Amazon, enjuiciado por no respetar el precio mínimo de los libros; y otro, ahora, contra el Gobierno, que ha suprimido este año los 150.000 euros de ayuda que entregaba a los libreros. Para 2017 esperan recuperar esos fondos pero prefieren que las instituciones compren en las librerías.
Babelia
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