La alargada sombra de Alfred Hitchcock
La Fundación Telefónica inaugura una completa exposición sobre el cineasta británico, venerado por el público, la crítica y los directores surgidos de 'Cahiers du cinéma'
Su silueta se puede ver a través de un cristal translúcido de una puerta, en la que se lee "Registro de nacimientos y defunciones". Es Alfred Hitchcock. No se escucha lo que dice. Lógico, es Alfred Hitchcock. No habrá más apariciones del maestro del suspense en su filmografía tras ese plano con mensaje irónico de La trama (1976). Ni más películas con esos guiños a los espectadores, una broma que inició en El enemigo de las rubias (1927). Esa presencia constante en cameos en sus filmes, el género de su cine (el suspense) y su programa de televisión convirtieron a Hitchcock (Londres, 1899 - Los Ángeles, 1980) en el director más famoso de su tiempo. También, obviamente, su talento: la última lista de mejores películas de la historia, una encuesta que cada década realiza la revista Sight & Sound, sigue encabezada por Vértigo (De entre los muertos). Y aún hoy la sombra de su figura y de su obra marcan el cine contemporáneo.
Con esa sombra se cierra la exposición Hitchcock, más allá del suspense, que la Fundación Telefónica dedica hasta el 5 de febrero al genio del cine en Madrid. Más de 800 metros cuadrados para una muestra comisariada por el también director de cine Pablo Llorca, completa en el recorrido artístico de una figura, que como dice Llorca, "siendo de las más conocidas, no viene mal recordar". El comisario defiende que Hitchcock, como personaje y persona, es casi inabarcable, que podrían montarse decenas de exposiciones distintas. Esta se centra, con buen criterio, en el cineasta. No habla mucho de la persona o de sus influencias ("David Lynch dice que el momento más intenso que haya visto en el cine es el primer beso de La ventana indiscreta"), sino de cómo creó su marca a lo largo de más de medio siglo de carrera y 55 largometrajes.
En las diversas salas, vídeos, fotografías, centenares de publicaciones, decenas de dibujos, storyboards (reina el dibujado por Saul Bass para la secuencia de la ducha en Psicosis) y algún diagrama, como el que analiza los cambios de ritmo que se dan en los 12 minutos de tensión en el autobús de Cortina rasgada. No hay mucho espacio para la memorabilia, más allá de dos vestidos diseñados por Edith Head para El hombre que sabía demasiado y Los pájaros. "La muestra, que hemos preparado durante dos años, no va de eso", apunta Llorca, sino que disecciona en cuatro grandes bloques su cine. Desde la impronta que dejó en su expresión artística las películas de las vanguardias europeas que devoraba en la London Film Society mientras él estaba realizando las suyas en su Londres natal, hasta los trucos visuales que usaba para lograr los efectos deseados. Un buen ejemplo, son los hasta 32 capas superpuestas del final de Los pájaros, entre imagen real, dibujada y planos de aves de muy distinto tamaño, todo ello desde un lugar, que el mismo Hitchcock denominaba "el punto de vista de Dios". O cómo, sin abandonar el expresionismo, sumergió sus tramas en su época, lo que le llevó a colaborar con Len Lye, Julio Le Parc, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Christian Dior o Balenciaga, y a crear él mismo tendencia.
Otra de las salas desmenuza la relación hombre-mujer en el cine del británico. Cinco pantallas muestran sendos besos de sus películas -falta el largo ósculo entre Ingrid Bergman y Cary Grant en Encadenados por culpa de su duración-, se repasa a las actrices que encarnaron a las criaturas ideales del cineasta (Madeleine Carroll, Ingrid Bergman, Tippi Hedren y Grace Kelly más la Kim Novak de Vértigo).
Entre las curiosidades, una instalación del artista luxemburgués Jeff Desom, que ha unido en 20 minutos todos los planos de La ventana indiscreta rodados desde el punto de vista del personaje de James Stewart, es decir, del patio de casas; un montaje de la secuencia de la ducha de Psicosis sin música, como la quería el director, y con la música final de Bernard Herrmann, que le convenció de que incluyera su hoy famosa melodía, o una foto de Hitchcock con un guardia civil realizada el 31 de julio de 1958 durante la presentación en el festival de San Sebastián de Vértigo.
Finalmente, un hueco al Hitchcock prestidigitador de la publicidad. "Fue un cineasta forjador de imágenes poderosas", dice Llorca. Sí, y también apostó por aparecer él como su único urdidor. "Las películas más emocionantes son realmente artísticas cuando han sido creadas enteramente por un solo hombre", aseguraba el cineasta. Efectivamente, fue un autor en los tiempos en que las películas parecían nacer de los estudios. Sin embargo, contó a su alrededor con un puñado de colaboradores -a los que a menudo no reconoció su crédito- como el diseñador Saul Bass, el guionista John Michael Hayes, el músico Bernard Herrmann, el director de fotografía Robert Burks, la figurinista Edith Head y su esposa, la montadora y ayudante de dirección Alma Reville. El público solo conoció a Hitchcock, y él sacó partido a esa imagen, como en el famoso de tráiler de Psicosis en el que habla a la cámara y pasea por los escenarios contando la trama aunque sin enseñar una sola imagen de la película. Se mereció todos los parabienes -aunque nunca ganó un oscar para él-: al fin y al cabo, fue el primer director que incluyó en una película convencional -léase Psicosis- el sonido de una cisterna de váter.
Babelia
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