Martin Baron: “Hay webs ligadas a ideologías que propagan falsedades”
El editor de ‘The Washington Post’ inaugura en Colombia los Premios Gabriel García Márquez de Periodismo
“Hay webs ligadas a ideologías que propagan falsedades y, para empeorar las cosas, los políticos alimentan estas invenciones para promover sus agendas. El silencio de otros sirve como una tácita aprobación”. Estas palabras las ha pronunciado este viernes el director de The Washington Post, Martin Baron, quien lleva un tiempo pensando en el verano de 2001, cuando se convirtió en el editor de The Boston Globe e inició la investigación sobre abusos sexuales cometidos por la Iglesia Católica que terminaría siendo la oscarizada Spotlight. No es un ejercicio de nostalgia, reconoce. Hace tiempo que pasó el duelo por los cambios que la tecnología ha provocado en el periodismo. Es su manera de explicar, ante los asistentes a la cuarta edición del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo organizado por la FNPI, que es posible crear una nueva retórica del oficio combinando “las largas narrativas con la tecnología punta. Sin ella el éxito será imposible”.
Esta es la filosofía que aplica en la actualidad en The Washington Post, el diario estadounidense que dirige desde 2012. Y a la que Jeff Bezos, responsable de Amazon y principal inversor del medio, no ha cambiado ni una línea. “No tenía expectativas con su llegada”, explica en una entrevista con EL PAÍS. “Está muy involucrado en las estrategias de distribución del periódico, pero nunca ha hecho nada para socavar la credibilidad, no se mete en nuestra cobertura”. El periódico no solo ha recibido un gran empujón económico, también ha dejado de circunscribirse a Washington, ha migrado sus contenidos a nuevas plataformas como Snapchat, el sistema de mensajería efímera preferido por los millennials, hasta conseguir ganar en usuarios a su principal competidor, The New York Times, y durante los meses de julio y agosto a BuzzFeed, un joven contendiente.
En el campo de batalla digital, los nuevos medios compiten con los tradicionales en igualdad de condiciones. “El capital de riesgo se ha vertido en la financiación de otros competidores”, cree, “eso es apostar dinero, apuestas con las que los recién llegados pueden desplazar al establishment informativo”. Baron es consciente de que lo que sucede en Estados Unidos no es extrapolable a nivel mundial. “Pero existen otro modelos: la publicidad nativa, los experimentos para atraer suscriptores y la membresía, los lectores tienen que sentir que una empresa editorial puede ser su representante para encontrar la verdad”.
Martin Baron mantiene con firmeza un discurso propio de un nativo digital, en su caso el de un convertido. Pero lo liga de manera indisoluble a la verificación de la información en unos tiempos donde los rumores se difunden con mayor inmediatez. “La labor de los grandes medios tiene poco o ningún efecto. Somos objeto de sospecha y nuestro trabajo se enfrenta a la resistencia o al rechazo frontal”, dice. El editor de The Washington Post no identifica un solo culpable. “Hay webs ligadas a ideologías que propagan falsedades y para empeorar las cosas, los políticos alimentan estas invenciones para promover sus agendas. El silencio de otros sirve como una tácita aprobación”.
“¿Cómo podemos tener una democracia que funcione cuando la gente acepta las mentiras como si fueran hechos reales?”, se plantea. “Ahora es posible vivir en una realidad virtual donde las mentiras son aclamadas como la verdad oculta”. El reto, para Martin Baron, es tan grande que incluso supera al de la financiación. “Es incluso más grande que el tecnológico”.
Babelia
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