Venecia se rinde al cine de América Latina
El festival acoge a cuatro filmes de la región en su competición oficial Todos cuentan con opciones de ganar algún premio
Michael camina por el desierto. Entre mil dificultades, avanza imparable hacia su destino. Y prepara el milagro con el que quiere sorprender al mundo. De alguna forma, el periplo de El cristo ciego, filme chileno que compite por el León de Oro en Venecia, recuerda al del cine latinoamericano. Tras años complejos, la profecía de su éxito se va inexorablemente cumpliendo. Y La Mostra es quizás la mejor prueba de ello: en 2015 Desde allá, del venezolano Lorenzo Vigas, ganó el festival y el argentino Pablo Trapero obtuvo el premio al mejor director con El clan. Dos películas, dos galardones. Este año son cuatro los filmes de la región en la sección principal y todos tienen opciones de acabar en el palmarés.
“Es la confirmación de que el cine latinoamericano se está convirtiendo en el área más importante e interesante del mundo. No estamos privilegiando una zona, sino reflejando una situación objetiva. Durante mucho tiempo la inversión se ha centrado en la cantidad, en aumentar la producción. Ahora ha llegado también la calidad, puede competir con cinematografías mucho más poderosas”, asevera el director del festival de Venecia, Alberto Barbera. El italiano lleva años abanderando el séptimo arte de América Latina, sostiene que es el único que “cuenta cosas nuevas” y considera El cristo ciego como el filme más intrigante de su certamen.
En realidad, la película del joven Christopher Murray –su primera obra de ficción detrás de la cámara- fue recibida bien, pero sin entusiasmo. Más aplausos se llevó el otro chileno en competición, Pablo Larraín, quien arrasó ayer con Jackie, su retrato de la viuda de Kennedy interpretada por Natalie Portman, y encara la ceremonia final como favorito. La argentina El ciudadano ilustre, de Gastón Duprat y Mariano Cohn, también luce aspiraciones legítimas al León de Oro. “Está clarísimo que es la mejor”, sostenía hace unos días un entregado crítico italiano, al repasar el certamen. Y La región salvaje, del mexicano Amat Escalante, ya puede presumir de ser el filme que ha generado los debates más encendidos, con su monstruo que simboliza los instintos naturales y que ha suscitado asombro y rechazo en las butacas.
Acabe como acabe la Mostra, lo cierto es que las cuatro películas latinoamericanas proponen guiones originales, tramas tremendamente distintas y la capacidad de contar historias tan locales como universales. Hay un Nobel de Literatura que descubre lo difícil que es volver a casa, cuatro jóvenes que sufren los tabúes de una sociedad que reprime los placeres y se encierra en la homofobia, un joven jesucristo en busca de un rol en el mundo o un biopic de los trágicos días que Jacqueline Kennedy vivió tras el asesinato de su marido. “De México a Colombia, se está haciendo un cine muy interesante. En Chile, en concreto, no veo un lenguaje común, sino varias voces distintas, con sus poéticas, que asumen riesgos, tienen coraje y se apoyan en un ambiente de mucha familiaridad”, resume Murray.
“En Argentina hay una camada de directores de entre 30 y 40 años, cada uno con su estilo muy potente. Aunque lo cierto es que el cine es un producto industrial y hacen falta también presupuestos importantes. No sé si América Latina puede permitirse eso”, plantea Óscar Martínez, protagonista de El ciudadano ilustre. "Lo importante es que no acabe siendo solo una moda, sino que se convierta en una realidad estable", agrega Murray. Porque, en efecto, los datos muestran un panorama que todavía está lejos de los colosos del cine.
Entre los 10 países del mundo que más recaudaron en las salas en 2015 México es el único de América Latina: aparece en el último puesto, con 840 millones, según el Observatorio Audiovisual Europeo; se coloca además como cuarto en las listas de espectadores y número de pantallas, a la vez que tiene la mejor tasa de la zona en cuanto a asistencia a las salas por habitante: 2,4 veces al año.
Pero, más allá de México, el avance continúa en toda la región. Y el Observatorio Audiovisual Europeo afirma: “América Latina en su conjunto experimentó un aumento significativo en 2015 en la producción de filmes (11,9% más) y en la cantidad de espectadores en 2015 (16,2%)”. Aunque ningún país de la zona se coloca entre los que más películas ruedan cada año, y el informe subraya también que el crecimiento en infraestructuras fue mucho menos destacado.
“Siento que es una región muy rica en muchos aspectos, que se mueve entre lo cómico y lo dramático, en conflicto constante, que ofrece mucho material”, defiende Escalante. Tanto que la participación latinoamericana en la Mostra trasciende la sección oficial: en el programa del certamen aparecen las argentinas Kékszakállú, de Gastón Solnicki, Inseparables de Marcos Carnevale, y Una hermana, de Sofia Brokenshire y Verena Kuri, el corto paraguayo La voz perdida, de Marcelo Martinessi, la colombiana Los nadie, de Juan Sebastián Mesa, y las venezolanas La soledad, de Jorge Thielen-Armand y El vendedor de orquídeas, de Lorenzo Vigas. Este último estará también en el jurado que escoja el sábado 10 al nuevo León de Oro. Tal vez le pueda felicitar en español.
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