‘Gilda’, la historia trágica del mito de la cumbia argentina
La uruguaya Natalia Oreiro encarna en una película a la cantante tropical a 20 años de su muerte
Alta, huesuda y de mirada inocente, Myriam Alejandra Bianchi no respondía al prototipo voluptuoso de las cantantes de cumbia en la Argentina de los noventa. Pero ni las múltiples negativas de los productores, ni el rechazo inicial del público ni la oposición de su marido lograron bajarla de los escenarios una vez que subió a ellos convertida en Gilda. A 20 años de su muerte en un accidente de tráfico, la película Gilda, no me arrepiento de este amor recrea la vida de esa mujer valiente que transformó la escena de la movida tropical y se convirtió en uno de los iconos de la cultura popular argentina.
"Solo se conoce su carrera artística, del 90 al 96, que fue meteórica, de casi un disco por año. Pero al investigar me empecé a enterar que era maestra jardinera y que lo había abandonado todo por su sueño y me pareció súper admirable", detalla Lorena Muñoz, la directora de la cinta que se estrenará en los cines de Argentina y Uruguay el próximo 15 de septiembre. Muñoz acerca al espectador a la mujer que hay detrás del mito. Esa niña que aprendió a tocar la guitarra con su padre, que componía poemas, y que al crecer llevó una vida de clase media, casada y con dos hijos, hasta que decidió arriesgarse a salirse por completo del guión.
"No me arrepiento de este amor, aunque me cueste el corazón", canta Gilda en su canción más popular, coreada en miles de bailes por todo el país, incluso por Mauricio Macri cuando asumió como presidente argentino el pasado diciembre. Para la directora, el tema y título de la película "habla del sacrificio y los costos que le demandaron su carrera". La dulzura de su voz sedujo al instante al músico Toti Giménez, que la eligió como compañera de banda, pero no era suficiente para los productores, acostumbrados a buscar a bombas sexuales sin importarles si cantaban bien o no. "¿Creés que te escuchan cuando cantás? Te miran el culo", le espeta su marido, enloquecido de celos, cuando ella regresa a casa una de las noches. Su elección le cuesta el matrimonio y reproches de sus hijos, a los que extraña cuando está lejos de su hogar.
"Ella irrumpe en la escena como salida de un platillo volador. Es muy distinta, pero se mantiene muy firme y muy fiel a su estilo", destaca Muñoz. La elección de la protagonista estuvo clara desde el principio. "Natalia (Oreiro) cumplía con muchas cualidades que la acercaban a GIlda. Ella canta, tiene cierta espiritualidad, unos valores muy parecidos a Gilda y genera ese mismo fervor", enumera la cineasta.
La actriz uruguaya, admiradora confesa de Gilda desde su niñez, tuvo que adelgazar siete kilos para el papel. También realizó un trabajo especial con su voz para acercarla lo máximo posible a la de la cantante. El resultado impresionó incluso a sus fans más cercanos, que también fueron convocados para actuar en la película. "La primera impresión fue muy fuerte, no lo podíamos creer al ver a Natalia lookeada y maquillada al estilo Gilda", dice Gastón Alarcón, presidente de uno de los clubs de fans de la intérprete. "El primer impacto que tengo fue sentir que se venía Gilda encima y empecé a temblar", asegura por teléfono Hugo Alejandro al recordar la primera de las escenas en las que participó. "Cuando vi a Natalia vestida de blanco cantando ese tema me emocioné, me lloré todo", agrega Marta Lescano, presidenta de otro de los clubs de admiradores. "Lo de la película es un sueño hecho realidad. Ella siempre cumple lo que promete. Dijo 'Yo por ti volveré' y ahora vuelve en la piel de Natalia Oreiro", indica Lescano entre lágrimas.
De cantante a santa pagana
"Yo quiero llegar más alto con la música, quiero que la gente cante mis canciones", dice Gilda a uno de los productores musicales con los que se cruza en el camino. El costo para trascender fue la muerte, que le llegó en la cima de su carrera. El 7 de septiembre de 1996 un camión embistió frontalmente al autobús en el que viajaba. Myriam Alejandra Bianchi, su hija Mariel, su madre, y cuatro músicos de su banda fallecieron. En el lugar del accidente se erigió un santuario al que cada año peregrinan miles de admiradores, convencidos de que Gilda y su música son capaces de obrar milagros.
Muñoz, documentalista de formación, admite que quería hacer una ficción pero la realidad la fue ganando poco a poco. Así, al conocer a los músicos que sobrevivieron quedó enamorada y les pidió que hicieran de ellos mismos. Algo parecido ocurrió con los fans, a los que les está muy agradecida. "La película es de ellos, son los que la mantuvieron viva, sentía que era devolverles algo de lo que ellos han dado", opina.
Cinco directores habían intentado previamente filmar la biografía de la cantante tropical, pero todos se estrellaron contra la negativa de su hijo, Fabrizio Cagnin, a ceder los derechos. Como Gilda, Muñoz no se dio por vencida con el primer portazo. Primero le dejó una nota en el buzón de su casa. Silencio. A los diez días, volvió y dejó en el buzón una carta de ella y Oreiro en la que le contaron la historia que querían narrar y que compartían con su madre el hecho de ser mujeres con un gran deseo de luchar para conseguir su objetivo. Silencio. Diez días más tarde, al buzón de Cagnin llegó un tema de Gilda interpretado por Oreiro. "A la tercera va la vencida", se ríe Muñoz al recordar cómo poco después recibió una llamada de sus abogados y logró el primer encuentro, al que siguieron muchos más y supuso el inicio de "un vínculo muy lindo".
"Es imposible no enamorarse de ella", asegura uno de sus fans. "Es una predicadora del amor", describe a Gilda la cineasta. Tras triunfar en los escenarios, ahora lleva su palabra a la gran pantalla.
Babelia
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