No Man´s Sky y las desilusiones
Lo que da y lo que promete el último gran fenómeno del mundo de los videojuegos
Pocas veces se ha dado un caldo de cultivo para la creación tan efervescente como el del actual panorama de los videojuegos, con mentes excitadas en un sano equilibrio con las posibilidades técnicas. Sin embargo, pocas veces hemos tenido un modelo de producción donde el carril del consumo de masas estuviera tan definido. El espíritu original del No Man´s Sky podía ser todo lo libérrimo que quisiera, y sus pretensiones, aunque ambiciosas en términos creativos, modestas en cuanto a músculo industrial; daba lo mismo, el juego fue engordado por la industria. Los estímulos que el sector enviaba al futuro consumidor, y las expectativas que crecieron dentro cada jugador, se mezclaron en un monstruo que por pura lógica era imposible saciar.
Hemos sido testigos y víctimas de una campaña publicitaria desmedida para con las pretensiones reales del juego, de unas expectativas injustas con el producto final (en otro momento se podría aventurar si son más culpa de la maquinaria que todo lo envuelve, de la excitada mente del consumidor, o del propio equipo creativo que azuzó la llama), y de un precio, que parece ya inmutable para este tipo de creaciones, acorde quizá con la campaña promocional pero no con los costes del producto (en otro momento se podría reflexionar sobre la influencia que el precio debe tener en una crítica).
Pese a todo lo más doloroso no es el golpe que produce el chocar con el suelo una vez la burbuja explota. Lo grave de verdad sería poner tanta concentración en el hecho de que el juego decepciona nuestras ilusiones que seamos incapaces de ver el bosque: que la frustración por aquello que el juego no ofrece nos impida disfrutar de lo que de hecho sí ofrece.
No Man´s Sky es una experiencia pausada y personalísima, con unos códigos propios que lo hacen difícilmente análogo a otros juegos. Quiere, ahí es nada, que sintamos el peso de todo un universo que desde todas direcciones converge en nuestra vista en primera persona. Y sin embargo, no hay ninguna luna que desde ningún planeta se vea tan chiquita como la nuestra. Quiero decir con esto que, aunque aleatorio todo, hay una morfogénesis parecida, un ritmo que va igualando planetas y sistemas solares. El algoritmo o no es tan infalible o no es tan creativo: no es un juego (tan) infinito. No es ni mucho menos una vivencia adrenalítica. Quizá tampoco sea una experiencia satisfactoria para el gran público. Y no es, desde luego, la experiencia definitiva que entre todos proyectamos. Pero pensar que en el camino, que en cualquiera de estos dos caminos, el de la industria condenado a cebarse, y el de la creación condenado a refinarse, pueda surgir una experiencia definitiva, pensar eso, quizá, sea en realidad nuestro mayor despiste.
En este mundo donde la opinión es tan expansiva, han surgido voces airadas contra el juego, críticas con lo que pudo ser y no fue, a veces cargadas de la ira que genera la decepción, la no realización, o la estafa. Entre ellas, es cierto, algunas que reclaman calma. También, varias reflexiones interesantes.
Quizá No Man´s Sky no sea un punto de llegada en la historia de los videojuegos como videojuego en sí. Pero tal vez lo sea como metáfora, como campamento base de una industria que ha venido acelerándose de forma incontrolada y necesita parar un instante a mirar al cielo estrellado, ver a dónde le han llevado sus pasos, y a dónde deben llevarle en el futuro. Tomarse un tiempo para mirar el mapa, y trazar la ruta justa hasta el centro de todo esto.
No Man's Sky como un alto en el camino. Es una imagen bonita para un juego que, a fin de cuentas, de lo que trata es de viajar.
Babelia
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