El serio compromiso de Roca Rey tiene premio en la feria de Vitoria
Talavante, extremadamente frío, y Urdiales no se entendió con un bravo toro de Vegahermosa
La primera tarde de la Feria de Vitoria deja un nombre claro: Andrés Roca Rey. Dos orejas, una a cada toro, por lo que no le sirvió para salir en hombros según el reglamento del País Vasco, que exige dos a un mismo animal, pero sí para encandilar a unos tendidos que se entregaron al peruano desde el primer momento.
Era su presentación en el cubierto coso del Iradier Arena y le bastaron cuatro lances de capote para que el público cambiase el semblante. Una inoportuna vuelta de campana del tercer toro estuvo a punto de dar al traste con la buena condición del astado, pero el de Jandilla aunque con poca fuerza aguantó el compromiso. Roca Rey lo citó en los medios y con una naturalidad que llama la atención se pasó al toro por delante y por detrás cuantas veces quiso.
Sólo fue el inicio. No pudo apretar al toro, pues se caía, pero el peruano no cambia el gesto cuando torea; irradia naturalidad y frescura. Nunca parece estar haciendo un esfuerzo, ni un gesto ni una voz, todo despacio, con pausa, como si no se pudiera hacer otra cosa que estar a centímetros de los pitones y cambiar al toro en el último segundo. Y mientras pudo, tanto en el flojo tercero como en el deslucido sexto, lo embarcó adelante y lo remató atrás.
Roca Rey vino a triunfar en Vitoria y lo consiguió. Cuestión de compromiso y el público se lo agradeció sin mesura. Le pidieron las dos orejas en ambos toros, y aunque no las mereció en ninguno da la sensación de que desborda savia nueva en cada acción.
JANDILLA / URDIALES, TALAVANTE, ROCA REY
Cinco toros de Jandilla, -el quinto, sobrero-, desiguales de presentación y blandos; el primero, de Vegahermosa, bravo y de excelente comportamiento en la muleta.
Diego Urdiales: estocada (oreja tras aviso); media estocada y descabello (saludos).
Alejandro Talavante: estocada (oreja); cinco pinchazos y estocada desprendida (silencio).
Andrés Roca Rey: estocada caída (oreja con petición de la segunda); estocada desprendida (oreja con fuerte petición de la segunda).
Saludó Juan José Trujillo tras banderillear al quinto.
Plaza de Toros de Vitoria. 5 de agosto. Primera de la Feria de la Virgen Blanca. Un tercio de entrada.
Bastante está sufriendo la afición a los toros en Vitoria con las amenazas de los antitaurinos y políticos para acabar con la feria, como para no agradecer que un torero derroche ganas de agradar. Con la actitud del peruano se puede levantar la afición y el deseo de ir a la plaza.
Diferente fue la actitud de Alejandro Talavante. Extremadamente frío, pechó con dos astados deslucidos; el primero manseó y apenas tuvo transmisión, pero se dejó dar una infinidad de muletazos sin ton ni son, y ante el sobrero, excesivamente pequeño para esta plaza, el extremeño no supo corregir la incómoda embestida, ni perderle los pasos necesarios para ligar dos muletazos. Talavante se dejó ir hasta en la suerte suprema y acabó silenciado y casi olvidado.
La primera oreja de la tarde la cortó Diego Urdiales, quien no se entendió con el que abrió plaza, un excelente ejemplar de Vegahermosa, bravo y que repitió hasta la saciedad en la muleta, con fijeza y largura que no fueron vaciadas por el torero por más que en algunos pasajes sueltos que sirvieron para dejar constancia de lo que pudo haber sido y no fue. Después llegó el manso cuarto, que no quiso ni luchar con el riojano en la puerta de chiqueros.
Babelia
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