Homero, como pretexto
Un espectáculo entretenido: distrae la vista y el oído, y hace reír
La traición conyugal de Venus, que Demódoco canta a Ulises en la rapsodia VIII de la Odisea, reescrita y representada en clave de farsa: un relato de cuernos, en el que la destreza de Vulcano se impone a la fuerza bruta de Marte, guarnido con percusiones y acrobacias, con canciones soberanamente interpretadas por Carmen Paris y con una profecía retrospectiva (“llegará un día en el que las mujeres seremos iguales a los hombres”), inserta con intención moralizante.
LOS HILOS DE VULCANO
Lugar y Fecha: Festival de Teatro de Mérida, hasta el 24 de julio.
Autora y directora: Marta Torres.
Intérpretes: Carmen Paris, Melani Olivares, Fele Martínez, Verónica Forqué, Tomás Pozzi, Javier Mora, Santi Marín, Nur Al Levi.
Música: Toom-Pak.
Acróbata: Álex Arce.
Dirección musical: C. Paris y Toom-Pak.
Coreografía: Eva Boucherite.
Los hilos de Vulcano es un espectáculo entretenido: distrae la vista y el oído, y hace reír a ratos francamente, aunque se pierde por meandros ajenos al sentido del magro relato original (incluida una divertida digresión sobre la estupidez) y posterga, acaso demasiado, el desenlace.
Los intermedios musicales del grupo de percusión Toom-Pak traen el eco de antiguos rituales báquicos y, por momentos, el de las chirigotas de Cádiz: sus intervenciones, en calidad de mano de obra esclava del protagonista, le imprimen a Los hilos de Vulcano el empaque coral que las dimensiones del Teatro Romano de Mérida exige.
Verónica Forqué, Fele Martínez y Javier Mora le sacan no poco partido a las situaciones y a los juegos de palabras que les sirve Marta Torres, autora del texto y directora de una función ligera, donde el innegable buen humor se pierde en salvas y de la que el público sale bien reído, pero acaso ayuno de proteína dramática auténtica. Recién entrada en escena y con solo abrir la boca, la Forqué desata una carcajada general, premonitoria de como se recibirá el resto de su actuación. Extremada, la composición que Fele Martínez hace de un Vulcano Quasimodo. Y efectivo también, su contraste humorístico con el atlético y tontorrón Marte de Javier Mora.
A Melani Olivares (Venus), le toca la ingrata misión de administrar al público unas píldoras morales de efecto tópico; Tomás Pozzi está gracioso y resoluto en su composición de un Helios afeminado, y Carmen Paris eleva la categoría artística del espectáculo en cada una de las cuatro o cinco canciones que interpreta, todas ellas con anclaje sólido en la tradición oral. Se echa de menos una mayor integración y presencia suya en la acción dramática.
Los hilos de Vulcano es un juego de clowns (clarísimo en el antagonismo chusco entre Marte y el protagonista, que vienen a ser el augusto y el carablanca circenses), que decae hacia la mitad por la irrupción súbita de un cierto didactismo autoral, para recuperarse luego en la vuelta al humorismo y a la astracanada franca y sin más complicaciones.
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