Omar Chaparro: “Los directores mexicanos le temen a la comedia”

Chico malo le gusta a chica buena. Ella cree que puede cambiarlo y lo hace. A él, que la odiaba en un principio, le acaba gustando. Y —cuidado, spoilers— viven felices. Esta fórmula, repetida hasta la extenuación en las tramas de comedia romántica, y en la mayoría de culebrones, nunca falla. La industria mexicana ha encontrado en este género una tabla de salvación en la taquilla. El nuevo filme No manches Frida, con dos actores estrella de este campo como Omar Chaparro y Martha Higareda, apunta directamente al espectador. Y sobre todo, a llenar las salas.

La historia está centrada en la vida de Ezequiel, a quien todos conocen como Zequi, un exconvicto que al salir de la cárcel pone todos sus esfuerzos en recuperar el dinero que un día robó. Una bolsa de gimnasio con montones de billetes que está enterrada, para sorpresa de los espectadores, bajo el gimnasio de una secundaria. Para poder cavar libremente y lograr su objetivo, busca trabajo en el instituto Frida Kahlo, donde lo aceptan sin tener terminado el bachillerato. Ahí conoce Lucy, encarnada por Higareda, una maestra convencida de que puede enderezar el camino de aquellos potenciales delincuentes que tiene como alumnos. Pero lo que necesitaban era mano dura, la de un tipo con cara de matón y con todo el cuerpo tatuado. 

"Hay películas que funcionan y películas que no funcionan", resume Chaparro, de 41 años, humorista mexicano forjado en la televisión. El reciente auge de la comedia en el cine nacional ha generado un debate con duras críticas por parte de los adeptos al género de autor, que demandan un espacio en las salas que consideran insuficiente. "El problema es que los directores mexicanos le tienen miedo a la comedia, porque está muy estigmatizada como una caricatura, que es lo que se acostumbra ver en televisión. Entonces huyen de ella para parecerse lo menos posible y le meten toques tan sutiles que apenas te hacen sonreír, cuando deberías poder reírte a carcajadas", explica el actor.

No manches Frida está dirigida por el español Nacho G. Velilla, conocido por comedias españolas de gran éxito como Que se mueran los feos (2010) y de las series con más audiencia de la parrilla de ese país como 7 vidas (1999) y Aída (2005). La producción corre a cargo de un estudio de Hollywood, aunque la mayor parte del equipo es español y mexicano. Está basada en una comedia alemana que facturó más de 80 millones de euros en salas y el objetivo es replicar el fenómeno a partir del 16 de septiembre en México, el día del estreno.

"Este tipo de películas mainstream les permite a las industrias locales defenderse del cine de acción masivo que viene de Hollywood", apunta Velilla vía telefónica. El director está convencido de que la supervivencia del cine local depende de la "sana" convivencia entre los filmes más comerciales y los independientes. "Para que en una industria pueda haber cine de autor o más arriesgado, primero tiene que existir una industria, y la industria la hace la taquilla", remata Velilla. 

"Estamos viviendo una edad de oro del cine mexicano. Las cuatro películas más taquilleras del país se han filmado en los últimos tres años. Yo, que estoy siendo alguna parte mínima de ello, me siento muy halagado y muy emocionado", apunta Chaparro. Las dos que encabezan la lista se estrenaron en 2013 y las ganancias fueron las más altas de la historia de la industria mexicana: No se aceptan devoluciones facturó 600 millones de pesos y Nosotros los nobles, 340 millones.

No manches Frida se estrenará antes en Los Ángeles que en México, el 2 de septiembre. El proyecto estaba pensado desde un principio para el público latino en Estados Unidos, que según cuenta el director, "demanda cada vez más un humor local". Para México esperan que funcione bien la fórmula Chaparro e Higareda como protagonistas, dos estrellas del cine y televisión nacionales.

La chica conoce al chico y casi todos los espectadores saben lo que ocurrirá al final casi desde el primer minuto. Una trama que siempre tiene una demanda, según coinciden protagonista y director. Velilla remata para los más críticos: "Hay que respetar a los espectadores. Esa idea de que la gente es idiota y debemos enseñarle de cine debemos superarla".